Luego de aquel primer encuentro con Misa, en esta nueva vida, después del cual, antes de retirarme de su casa intercambiamos números telefónicos, para seguir en contacto, hubo un par de encuentros más en su pueblo, uno para ponernos de acuerdo del día y hora en que iríamos a Valle Ensueño (un pretexto que yo use para volver a verla, con la excusa de que era mucho mejor planear ese viaje de manera personal a que sea por vía telefónica), y otro para acompañar a Misa a buscar todo lo necesario para ese día, como sus lienzos y pinturas. En estas dos oportunidades fui en mi auto, y pasé las horas más maravillosas junto a ella. Ese tiempo compartido, nos acercó mucho más, pues ambos como en nuestra primera vida, aunque ella no lo supiera nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas en común, como nuestros gustos al escuchar música, los platillos que preferíamos o la bebida que más nos gustaba. Creo que esos días fortalecieron aún más aquella química que ya existía entre los dos y que yo consideraba iba a crecer aún más con el pasar de los días.
El día en que iríamos a Valle Ensueño llego, yo ese día me levanté mucho más temprano que de costumbre, pues no pude dormir toda la noche de la emoción, era nuestro primer viaje juntos, si bien era un viaje de estudios y trabajo para ella, para mí ese viaje significaba mucho más, pues en cada espacio de ese lugar había un recuerdo de aquel día de picnic junto a mi amigo Dylan y de la fiesta de la primavera organizada por los alumnos de mi facultad y de otras facultades de la universidad donde estudie en mi anterior vida, ese día la conocí ella, de una manera un tanto graciosa cuando su sombrero se posó en la ventana de mi auto y allí empezó nuestra historia de amor. Valle Ensueño, es uno de los pocos lugares que he vuelto a visitar en esta nueva vida, y que se conserva a pesar de haber pasado más de 100 años igual, ya que los otros lugares que recordaba y que visité en cuanto pude hacerlo por mí mismo, ya no están igual o ya no existen. Mientras me vestía para ir por ella a la capital, muchos recuerdos pasaron por mi cabeza, recuerdos que nada pudo borrar, ni siquiera mi muerte.
Una vez que estuve listo tomé una mochila, las llaves de mi auto y salí de mi habitación.
—¿Ya te vas? — escuche.
—Sí padre — respondí.
—Disfruta de tu paseo hijo — agrego mi padre.
—¡Gracias! — respondí.
Mis padres sabían de la amistad que había forjado con Misa, sabían que nos hablábamos casi a diario por celular, sabían que había ido a visitarla en dos oportunidades a su casa, y también estaban al tanto que ese día iríamos juntos a Valle Ensueño. De hecho, mis padres intuían de mis sentimientos hacia ella, aunque no me lo dijeran, yo sospechaba que ellos ya lo sabían.
—Llamare a mamá en cuanto llegue — agregué, antes de continuar mi camino.
Luego de algunos minutos estuve fuera de casa, y abordé mi auto, para minutos después emprender camino. Luego de casi 1 hora de viaje, llegue a la zona donde vivía Misa, sus padres estaban junto a ella, ayudándola con todo lo que llevaríamos para el viaje. Yo por supuesto al verlos, tras detener mi auto, baje para apoyarlos con las cosas, una vez que terminamos de subir todo al auto, Misa y yo lo abordamos, nos despedimos de sus padres y emprendimos camino. Durante el trayecto Misa se mostraba muy emocionada, yo le había hablado mucho del lugar donde iríamos, y ella ya se imaginaba plasmando los más bellos paisajes en sus lienzos, mientras yo la apoyaría tomando algunas fotos con su cámara fotográfica.
—¿Y también hay un lago? — preguntaba ella emocionada.
—Sí hay uno, muy hermoso por cierto… — respondí, mientras conducía.
—¿Has visitado muchas veces este lugar? — agrego ella en tono curioso.
—Sí, tantas que hasta ya perdí la cuenta — contesté sonriendo.
—¿Y crees que encontremos a los cerezos en flor? —añadió ella.
—Tal vez, estamos entrando a la primavera — respondí.
—Ojalá y encuentre al menos un árbol de cerezo, me gustaría dibujar a este árbol floreciendo — acoto ella.
—Esperemos que sí, pero si no llega a darse, podríamos volver en otra oportunidad — conteste con calma.
—Sí, tienes razón — dijo ella sonriendo.
Luego de un par de horas de viaje llegamos a Valle Ensueño, Misa durante el trayecto iba tomando fotos del paisaje, mientras yo la observaba por momentos y sonreía, recordando que ella amaba la naturaleza tanto como yo. Ese día no encontramos los cerezos en flor, pero si muchos bellos paisajes que Misa plasmo en sus lienzos, mientras yo le apoyaba a tomar fotos de los animales y flores silvestres que hallábamos durante el trayecto.
Ese viaje fortaleció más nuestra amistad, pero también mi amor por ella, además yo sentía que este amor era correspondido, aunque ella no me lo dijera, ni lo manifestara aún.
Tras ese viaje no hubo otro, ni tampoco otros encuentros debido a sus estudios y a los míos, solo nos comunicamos por celular, y por medio de estas comunicaciones me entere que ella obtuvo una excelente calificación por los lienzos presentados en su exposición, así mismo me entere que su familia vendría a vivir a mi pueblo en unas semanas, ello por supuesto me lleno de alegría, y desde ese día no hacía más que contar los días en el calendario para volver a ver. Hasta que ese día llego, mi padre le había ayudado al padre de ella a adquirir una casa amoblada cerca de la zona donde nosotros vivíamos, mi madre ese día había preparado un almuerzo especial, para recibir al socio de mi padre y su familia, y yo por supuesto estaba muy, muy feliz.