En Otra Vida

Capítulo 32: "Mi sueño hecho realidad"

Ya había pasado un año desde que le propuse matrimonio a Misa, si un año, suena extraño, ¿no?, le propuse matrimonio con la finalidad de casarme lo más pronto que se pudiese con ella, pero una cosa es lo que uno propone y otra la que Dios dispone, y se los dice alguien que ha tenido la dicha de renacer y recordar cómo fue su anterior vida.

Misa y yo planeamos casarnos a los 3 meses que pedí su mano, pero no pudimos hacer realidad ello, pues mi padre tuvo un problema de salud del que ya salió, gracias a Dios, y yo tuve que asumir la conducción de la empresa por algunos meses, además estaban aún mis estudios que aún no concluía y los de Misa, por supuesto, eso sí, yo ya estaba viviendo en la casita que alquile y que junto a Misa durante ese año habíamos empezado a decorar. Cuando mi padre se recuperó por completo retomamos los preparativos de nuestra boda, además durante esos meses concluí la carrera y mis prácticas, y el día de hoy estoy en el auditorio principal de la universidad junto a mis compañeros, siendo observado por mis padres, mi prometida y mis futuros suegros, recibiendo de manos del rector mi título profesional.

 

—¡Felicidades muchacho¡ — escuche.

—¡Gracias¡ respondí, lleno de emoción y orgullo, si de orgullo, pues había logrado cumplir mi sueño profesional, aquel sueño profesional truncado en mi otra vida por aquel accidente automovilístico, aunque ahora que lo pienso todo en la vida tiene un fundamento, tal vez en esa vida mi destino fue salvarlo a él y no me arrepiento de la decisión que tome, pues Misa, fue muy feliz a su lado en esa vida y yo aprendí mi lección y está otra vida no volví a cometer los errores que aquella vez terminaron con nuestro amor y  ahora soy tan feliz a su lado, además dentro de unos días mi sueño se hará realidad, Misa y yo uniremos nuestras vidas para siempre y seremos tan dichosos como siempre debimos ser.

 

Desde el estrado, tras haber recibido mi título profesional, lo eleve con orgullo, mientras mis padres, mis futuros suegros y prometida se ponían de pie para aplaudirme, tras algunos segundos baje del estrado y camine hacia el lugar donde estaban ellos, quienes me recibieron por supuesto con efusivos abrazos y mi amada con un dulce beso.

 

—¡Felicitaciones amor¡ — pronunció Misa, tras romper el beso, mientras nos tomábamos de la mano y nos mirábamos fijamente a los ojos.

—¡Gracias hermosa por estar aquí¡ — dije.

—Siempre estaré a tu lado, incluso hasta en otra vida — respondió ella sonriendo dulcemente.

—Yo también — conteste, antes de volver a besarla.

 

Luego de ello fuimos a festejar por supuesto a la casa de mis padres, a su vez aprovechamos ese festejo para ultimar los detalles de la boda. La boda, mi boda, nuestra boda, como quería que los días pasaran rápido para que llegue ese momento, el momento en que Misa me daría ese sí que tanto espere.

Los días fueron pasando y yo cada día que pasaba me sentía más emocionado, aunque no solo yo me sentía así, también Misa y nuestros padres, sobre todo mi madre, ella junto a la madre de Misa se estaban encargando de ultimar los detalles del vestido de ella, y ese día era una nueva prueba de este, pero, además ese dia Misa y yo tendríamos una de nuestras acostumbradas citas, y por ello estaba yo allí, en casa de mis suegros, para salir con mi prometida.

 

—¡Buenas tardes¡ ¿no interrumpo nada? — dije, sonriendo, mirando a mi madre, a mi futura suegra y a mi prometida.

—¡Buenas tardes hijo¡ — respondió mi madre..

—¡Buenas tardes Valentino¡ — pronunció mi futura suegra, mientras Misa se acercaba a saludarme.

—No, no interrumpes nada cariño — decía Misa, mientras acercaba su rostro al mío para darme un fugaz beso en los labios.

—¡Qué bueno porque vengo a raptarte! — contesté riendo.

—¿A raptarme? — dijo Misa sonriendo.

—Sí, vengo para ir a dar un paseo, aprovechando nuestros últimos días de solteros — agregué.

—Entonces vamos, ya acabé con la última prueba del vestido — respondió ella tomando mi mano.

 

Misa y yo salimos de la casa de mis futuros suegritos tomados de la mano, y abordamos mi auto.

 

—¿A dónde vamos? — pronunció ella en tono curioso.

—A tomar un helado — dije.

—Me encanta esa idea — contesto ella, con esa adorable sonrisa que me hechizaba.

 

Misa y yo fuimos por una copa de helado, la más grande que había en la nevería, y la compartimos, luego de ello, decidimos dejar estacionado mi auto y caminar un poco hacia un parque cercano, una vez que estuvimos en este, tomamos asiento en una de las bancas, bajo un frondoso árbol y empezamos a platicar de nuestro fururo.

 

—¿Qué te parece la idea? — dije.

—Muy buena, ya que así seguirás apoyando a tus padres, además me alegra saber que la casita pronto será nuestra — pronunció ella.



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En el texto hay: fantasia, romance, drama

Editado: 15.02.2023

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