En Otro Reino.

CAPÍTULO 3

MIKAEL.

Mientras desayuno, me dan las noticias del día, los negocios van en aumento, la presa que reparte agua al reino vecino ha tenido unos pequeños percances, pero se ha solucionado. el rey ha sido un incistente me ha mandado cientos de cartas escritas que me imagino por su mujer, dónde me pedía la misima petición. por fin el problema se resolvió.

—el rey Rufus Basset VII, le envía agradecimientos y le envío una capa exclusiva para usted.

Deposita ante mí una capa de piel de oso, con un bordado perfecto de mi bandera. Para ellos el oso es el animal que los representa y sus pieles son exclusivas. Es el segundo reinado más poderoso y también el más pacífico. 

la capa se ve calentita, elegante y digna. quién bordo esa capa es alguien experto en su trabajo e internamente agradezco que se haya tomado el tiempo para lograr cual maravilla. me sacan de mis pensamientos cuando el consejero sigue hablando.

—la princesa Lisa de Duffy le envía mermelada de sus frutos favoritos, dijo que ella misma la había elaborado. 

—denla a la caridad. —no puedo comer nada que no se me haya preparado exclusivamente de mis cocineros y previamente ellos deben comer de sus platillos. —pero, antes pruébela y si es de buena intención la envías. —no me gusta que la comida se desperdicie y menos cuando la gente sabe que yo no pruebo lo que me envían, mi pueblo no carece de nada, pero la pobreza no se puede erradicar de un todo. 

Hacen señalamiento de que la alejen de mí.

—los Connolly, han terminado de pagar su deuda y han enviado cinco monedas más. le envían saludos y esperan verlo pronto. —los connolly, pese a que suelen estar en guerra con los Duffy son un pueblo generalmente humilde y suele carecer de mucho. no porque lo deseen, sino porque su tierra no da mucho, por ello es que Regan proveé lo que tiene con ellos.

—bien, pueden retirarse. —digo finalmente, pues aparentemente todo esta bien.

Antes de ponerme de pie, mi madre entra.

—Alteza. —me saluda.

—madre.

Rápidamente su desayuno se sirve y por educación me siento con ella.

—¿qué tal te ha parecido Agatha? —muero por que me responda esa pregunta, no sé que haré si no le agrada.

—es una joven muy bella.

—cierto. —respiro tranquilamente.

—¿piensas que ella llegará a ser tu esposa?

—tal vez, me gusta demasiado.

—bien, pero deberá aprender un poco de todo, pues siendo una joven bella e inteligente será recordada como una gran reina.

—me gusta como es. —y es verdad, agatha es un tanto distraída, pero me gusta.

—esta bien, pero tus futuros hijos deberán saber más que solo nadar o tocar la flauta.

—para eso pagaré institutrices y si no saben algo me tendrán a mí para enseñarles. Lo que me interesa es que este sana y pueda concebirlos. —me sobresalto un poco.

—tienes razón. Disculpa. No quiero que pienses que me ha desagradado, al contrario. pero ya sabes lo que tu padre siempre decía, la vanidad es el consuelo a la falta de inteligencia.

—bien, pero ahora las cosas se hacen como yo diga. —aunque lo cierto es que mi padre fue muy sabio. pero me gusta demasiado Agatha.

—solo recuerda que la corona es importante, pero más importante es quiénes la representan, Hijo.

—eso lo tengo claro. 

—¿te puedo decir algo?

—adelante.

—¿por qué no le diste una flor más bonita y grande? —me mira con interés. —o más que solo una.

—fácil, porque son tus jardines y no deseo que me culpes porque se mueran. —mi madre piensa que si no tienes buena mano las flores y plantas pueden secarse, algo absuro pero es su creencia.

—eres el rey, ¿de cuándo acá te interesa mi opinión? Al final del día son tus flores, yo solo me encargo de cuidarlas. —me mira con burla.

—no pensé en eso…—la observo— un momento ¿nos viste?

—solo cuando arrancaste la flor, después me fui a la cama, no es de una dama ver lo que los demás hacen. ni mucho menos lo que sé que mi hijo y Rey sabe lo que hace. 

Si lo dice, lo creo.

Me pongo de pie y me marcho a realizar mis asuntos.

Por la tarde voy a la plaza de la ciudad a caminar con Agatha. soy un rey que se deja ver ante su pueblo.

—habrá un baile en mi casa en cinco días. ¿vendrá? —dice.

—he sido invitado por su padre y ya he respondido que sí.

—entonces me vestiré digna de usted.

—¿ya has mandado a hacer tu ajuar? —espero que me iga que no, pues quiero obsequiarle algo.

—no, mi sastre ha enfermado y no ha hecho nada.

—no te preocupes, mañana enviaré a tu casa al sastre de mi madre.

—¿en verdad?

—por supuesto, debes verte elegante, tambien enviare al zapatero y al joyero.

—gracias, alteza. Aprovechare esta oportunidad. —me sonríe con satisfacción.

—puedes llamarles cuántas veces creas necesarias, pues si te hace eso feliz, también lo seré yo.

Verla sonreír y feliz me llena, admito que me he enamorado de ella.

—y ya eres digna de mí, querida.

—Gracias.

Los días van transcurriendo y yo cada vez siento más cariño por mi gatita, así le he apodado, pues es tierna, dulce y delicada. No hay capricho que no le cumpla. Pues me convenzo también que es la indicada para convertirse en mi futura reina consorte.

Cuando llego al baile, la veo y luce como una digna novia real.

Todos, incluida ella se inclina ante mí. Me acerco.

—alteza, buenas noches. Le hemos reservado un lugar para su entera comodidad.

Ignoro al padre de mi novia, pues su hija luce radiante ese vestido color lila.

—mi hija se ve hermosa, Alteza. —sigue pidiendo mi atención.

—no puedo negarlo.

—lo mande diseñar del color de la flor que me regalo.— nos interrumpe la hija.

—te ves bellísima. —y es verdad, verla me hace sentir muchas cosas por ella.




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