En Otro Reino.

CAPÍTULO 6

ELOISE.

Regan; es un pueblo majestuoso, es como los libros y mi padre lo describen, parece un sueño. tiene jardines hermosos, ríos cristalinos y el mar se puede percibir desde lo más alto de las afueras. una arquitectura realmente impresionante, la economía abastece a la mayoría de su gente, las personas son amables y divertidas.

  En cuanto al monarca, bueno, ese ser me cae mal. Se cree Dios; omnipotente, me cansa con esa creencia, que tiene de sí mismo y que todos han sido participes de creearla. Pero me admito que disfruto hacerle enojar, pero solo es un pequeño pasatiempo que me propuse adquirir, mi verdadera intención de venir es que  su madre, por cierto, es un encanto. se ha ofrecido a enseñarme algo de herbolaria y dispuesta a aprenderlo mañana a primera hora comenzare.

Mientras me cambio de ropa, no puedo dejar de pensar en Agatha es una buena chica, pero yo jamás podría quedarme callada ante mi futuro esposo, mi padre nunca me limito y no sé si hizo bien, a veces creo que hablo con exageración o que no me pongo a pensar en las consecuencias, como esta tarde desafiando al Rey Regan, después de que se fuera sentí que mi corazón quería detenerse y no deje de sudar hasta que su madre me obsequio un té.

Pude haber ido a la guillotina, porque confieso que Mikael me da un miedo enorme, si pudiera me escondería bajo una armadura y con tal de no tener su furia sobre mí, accedería a todo lo que me pidiera, pero mi lado valiente sale siempre ante su impenetrable mirada oscura.

Tomo mi libro y me recuesto en la suave cama dispuesta a leer, la historia trata de una doncella que sueña con algún día encontrarse con su amado y vivir felices para siempre. La joven una mañana cualquiera conoce al príncipe y este anonadado por su belleza se enamora de esta, pasan los meses y la vida soñada de ella se cumple...

 Amo el romance, amo leer a los caballeros valientes y enamorados. Pero la realidad es diferente, mi padre decía que eso era mentira pues el príncipe o rey se casaría con la princesa o duquesa y si no con alguien de buena familia. y mi padre era muy sabio por eso le creo. Nadie se casa con alguien que no pueda brindarle a lo que esta acostumbrado, o probablemente sí; pero serán felices solo en un pequeño tiempo.

 

 Apenas el sol comienza a colarse por mi ventana salgo a vivir el nuevo día. Me visto con algo calentito, pues el frío comienza a llegar.

—Buenos Días. —saludo a los guardias de turno.

—buenos días, majestad. —responden al unísono.

 Me encamino a la cocina y la servidumbre comienza a laborar, recibo de su parte una reverencia y se quedan sin hacer nada.

—Continúen, no querrán servir un desayuno en mal estado. —Dicho esto vuelven a su labor, soy una buena cocinera y veo que hay bastante arándano, por lo que me pongo a hacer un poco de mermelada, solo hago para mí.

 Los pajarillos comienzan a cantar y decido que ha llegado el momento de ir al comedor, tomo mi mermelada y un pedazo de pan.

 Al salir veo que esta Mikael leyendo algo, la piel se me eriza y mis pies frenan en seco quisiera salir corriendo y regresar a Basset, trago saliva y me mentalizo en que debo caminar en línea recta.

—Buen día, Mikael.

No me responde y me siento, lista para degustar mi rica mermelada. Corto el pan y unto mi creación. Observo la sala y sus detalles que supongo son de oro, observo las pinturas delicadas que hay sobre las paredes.

 Estoy tan entretenida viendo, que solo siento que alguien toma mi pequeño recipiente de mi mermelada y por impulso le meto un golpe en la mano.

—¿Cómo te atreves a golpearme? — dice la feroz voz de Regan. Me observa y siento que en cualquier momento me va a petrificar.

—es mi mermelada. —digo con miedo, pero tratando de sonar segura.

—¿Por eso me golpeas? Ocupas una maldita lección de educación. —vuelve a tomar su libro.

—¿Me la darás tú? Las cosas se piden, Mikael.

—Es mi casa, mi nación y mi comida, por eso puedo tomar lo que se me antoje. — vuelve a bajar el manuscrito.

—Yo la elaboré, para mí, si quieres puedes pedir a tus cocineras que te hagan. —hacemos un duelo de iradas, por no sé cuánto tiempo.

 Sin decir nada se pone de pie y se larga molesto.

 No vuelve ni para el almuerzo, pasan las horas y Lilian, mi madre y yo vamos a ver los jardines del palacio. Me encantan las flores, sobre todo los narcisos y aquí crecen preciosos, bueno cualquier flor tienen buen aspecto y los olores son satisfactorios.

—suelo hacer lociones para la hora del baño, pues las plantas curan y tambien ayudan a liberar la tensión. además de que dejan un rico aroma. —dice Lilian. —son una hermosa forma de que la naturaleza como siempre, nos hacen  saber y sentir vivos.

Me enseña a preparar las dichosas lociones y me pide que la acompañe a dejar lavanda y romero al cuarto del rey, para que tenga un lindo aroma cuando vuelva.

 Al entrar la habitación huele a pino, es una habitación enorme y cuidada. Hay ventanas grandes las cuales logran que el viento se filtre a dentro y mueva las blancas cortinas. Me asombra el librero que tiene junto a su cama, pues no son libros de política o protocolo. Son de aventuras y de filósofos. hay en otro estante utilería para pintar, pero curiosamente no hay niguna pintura, dibujo o boceto que deje una señal de que él  es el autor.

Toco sus bordes y ni una sola pizca de polvo hay en ellos, tomo un libro y me lo acerco a la nariz, los libros y sus delicados aromas, pero también huele a él, a Mikael. estoy tan anonadada con el aroma que solo salto por impulso cuando lo siento detrás de mí.

—¿ahora también tomas mis libros? —suelta su voz—. ¿Qué pretexto me darás a hora?

Se acerca hasta a mí y me lo arrebata de las manos, sin mirarme lo coloca en dónde lo tome.

—comienzas a cansarme Loise y te digo que no suelo tener tanta paciencia, puedes jugar a la reina rebelde y valiente, pero me vas a agotar y no te gustará ver el resultado.




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