En Otro Reino.

CAPÍTULO 20

ELOISE.

   Nadie me cuestiono nada cuando llegué a mi lugar de origen, Arthur solo me abrió los brazos y se alegro de verme, mi madre solo me sonrío cuando vio como Arthur me daba la bienvenida.

Hubo una sorpresa extra, mi mejor amiga de la infancia me esperaba.

—Eloise, —corrió y me lleno de besos la cara.

Lisa ha sido mi mejor amiga, crecimos juntas, hemos contado la una con la otra desde siempre. y claro, antes de que yo fuera reina, fui princesa, por lo que los tratos de ambas siguen estando presentes.

—Se ve bellísima, Majestad. —me dice mientras damos una vuelta tomadas de la mano.

—Gracias, Princesa, usted no se queda atrás.

—Me ha tocado soportar a tu príncipe, me he sacrificado por nuestra amistad.

—A mí también me caes bien, Lisa.

La princesa ignora a mi Arthur y me guía escaleras arriba.

Volteo a ver a mi príncipe y me incita a que vaya con ella.

Una vez llegamos a mi alcoba, grita de emoción.

—eres una suertuda, estar en Regan, con el rey más guapo de la historia, debí llegar antes.

Hago cara de enfado.

—¿conviviste con él? —pregunta con emoción. —amo su arrogancia.

—no lo vi, estaba muy ocupado, conviví con la reina unos días y después disfruté del mar.

Me mira con emoción.

—Los mejores amaneceres se ven desde la casa de la colina… fuimos la ultima vez con el rey Albert, nunca olvidare esos amaneceres, son gloriosos, el cielo parece que lo han pintado.

Asiento.

—El rey Mikael, ama el mar, sus padres jamás lo sacaban cuando entraba, lo dejaban estar hasta que él lo deseaba. Se creía un dios del océano o algo así, nunca le tome importancia a sus historias que contaba sobre eso, la literatura me abruma.

Recuerdo lo que dijo y no puedo evitar tragar saliva.

—Pues creo que a tu Rey le encanta entrar a esos mundos de la literatura, deberías empaparte un poco de eso, tal vez de ese modo lo atraigas.

—después de la muerte del Rey Albert, la casa se cerró y él ya no fue, es un placer que te hayan dejado entrar. —me ignora el comentario, siempre le ha aburrido tomar un libro. de pequeña se aprovechaba de su poder y hacía que alguien más le hiciera una reseña de los libros que debía leer.

Me mira con emoción, bueno, para Lisa todo lo que tiene que ver con Regan la pone de buen humor.

—¿sobreviste a una semana con Arthur? —trato de cambiar el tema.

—el cabello de paja, es el valor que tengo que pagar para verte.

Me dice con desprecio.

—pero eres mi amiga y acepto tus malos gustos. —agrega desués, siempre trata de apoyarme y eso es un gran valor para mí.

—la de los malos gustos eres tú, enamorada del ser más…

—No ofendas a mi Mikael.

—¿sabes que se casará?

Ni siquiera sé porque lo digo.

—No me importa, es mío en mis pensamientos. — se posa altiva.

—dejemos hablar de él, por favor.

Asiente.

—en verdad, sé que dentro de él hay cosas muy grandes, Eloise. es un muy buen  monarca, tal vez lo vemos como el villano, pero solo trata de que su nación tenga lo mejor.

—todos buscamos eso, o al menos yo también.

—juzgalo menos, entonces.

—no puedo, entiendelo.

—Bien, pero algún día lo verás.

 

 

Al día siguiente el sastre llega para terminar los arreglos en mi vestido, Lisa no deja de hablar de sus aventuras que tiene en los bailes a los que asiste, me cuenta como es que ella y Andrew se escabullen para ir a ellos y en como es que ella espanta a las mujeres que se acercan a su hermano solo por el interés de que será el futuro rey, Andrew y Lisa son tan unidos, parecen amigos y todo se cuentan. me hubiese gustado tener algún hermano, o hermana, siempre mi vida fue tan sola, sin compartir con nadie nada. pero mi madre después de parirme jamás quiso volver a costarse con mi padre, cuando vio que solo la veía como el conducto de traer hijos al mundo... me retracto, ni siquiera hijos, quería solo un heredero. quería conservar un linaje que lo representará. Gracias a la vida tengo sangre real pura, y me temo que solo yo seré una reina pura. pues mis hijos ya tendrán mezclada la sangre, pues Arthur es Hijo de una mujer civil y su padre también. 

 

 

Una vez que terminan los arreglos en mi vestido me miro al espejo y el resultado me fascina. El vestido es un rosa coral pálido.

Me forma mi figura muy bien.

—Majestad, se ve bellísima. —dice Lisa con la boca abierta. 

—Gracias Lisa, pero tú te ves reluciente.




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