ELOISE.
Una vez que me han acomodado en mi habitación en el castillo de Regan, busco en la otra ala la habitación de Lilian, la encuentro y llamo un par de veces, hasta que su dama de compañía sale.
—¿Quién es? — escucho que pregunta.
—es su majestad la Reina Eloise.
—Hazla pasar de inmediato.
Entro y me maravillo con la habitación que tiene, se ve cuanto le fascinan las flores, pues tiene por donde quiera.
—¡Que maravillosa sorpresa! — se pone de pie y pese que estaba en cama, no pierde su elegancia.
A decir verdad, no se ve enferma.
—escuche que estaba indispuesta y decidí venir. Pero te ves radiante.
Mueve las manos quitando importancia.
—No estoy enferma, solo estoy cansada y creo que estar aquí me esta ayudando a recuperar mis fuerzas.
—ya veo, me alegra que estés bien, por un instante me preocupe.
—Gracias, quiere decir que me estimas y en verdad me haces sentir muy bien, pero ya que estas aquí puedes quedarte los días que necesites. — me invita a salir de su alcoba, — tomate un descanso también tú.
Al entrar a la sala vemos que su hijo esta sentado.
—¿tú que haces aquí tan tarde?
—es mi casa, Lily.
—vaya, ya sabe que es su casa, tengo días sin verte.
—tú eres la que esta indispuesta todo el tiempo últimamente.
—estoy descansando, ¿no puedo?
—por supuesto, también yo, me voy a tomar un descanso estos días.
Se pone de pie.
—¿A dónde vas?
—a tomar un baño, estoy sucio.
Le da un beso a su madre en la mejilla.
Paso gran parte de la tarde con Lilian, conversando y compartiendo que nos hagan masajes en los pies.
A cierta hora se pone de pie y se despide, en cambio yo salgo y me voy a los jardines a tomar aire.
Me siento tan bien aquí, los ojos comienzan a pesarme y me voy a mi habitación.
Hay algo diferente, en las alas no hay guardias, la última habitación del ala este tiene luz y por debajo de la puerta se ven sombras, en esa ala hasta donde sé solo se queda Lilian y huéspedes, pero la única huésped soy yo, en el ala oeste solo están la habitación de Mikael y la mía, son las únicas habitadas.
Llego a la puerta de mi habitación y la que esta a un lado se abre, llamando mi atención.
—me espantaste. —le digo mientras me pongo la mano en el pecho.
Se pone un dedo en los labios en señal de silencio y me empuja a mi habitación.
—¿Por qué vienes tan tarde?
—Qué te importa.
—Loise.
—estaba en el jardín tomando el fresco.
—bien, ya ve a dormir.
Lo detallo y veo que esta arreglado.
—no es muy temprano para que estes listo para las actividades de mañana.
—Voy a salir.
Su aroma a lavanda mezclado con menta me absorbe.
—creí escuchar que te tomarías un descanso.
Me quito de su lado y me dirijo a mi cama.
—estoy aburrido.
Sin que lo invite se acerca a mi cama y se acuesta del lado desocupado.
—¿Qué pretendes hacer para dejar de estarlo?
—no lo sé, últimamente nada me satisface.
—¿por?
—no tengo idea.
Me pongo de pie, pues debo cambiarme de ropa.
—¿a dónde vas?
—a cambiarme.
Asiente y se acomoda mejor en la cama.
En lo que me desvisto y pongo mi bata de dormir, me tomo mi tiempo, espero que cuando salga ya no este, no me soporto cuando lo tengo cercas y no puedo tocarlo.
Me desenredo el cabello y lo trenzo cuando termino. Al salir veo que esta en la misma posición, lo muevo un poco pero esta durmiendo.
—lo que faltaba.
Me encamino al otro lado y me acuesto con brusquedad haber si se despierta, pero no lo hace, sacudo las sábanas, lo muevo, pero no abre los ojos.
No me queda más remedio que poner un almohadón entre los dos.
Me pongo del lado contrario, y con una sonrisa en el rostro me duermo.
Siento como mi cuerpo tiembla involuntariamente, mientras me hago un ovillo, jalo la sábana, pero no tengo nada. Abro los ojos y veo que la persona de mi lado tiene toda la sábana cubriéndolo. Tomo un poco y se niega a darme.
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Editado: 11.12.2024