En Otro Reino.

CAPÍTULO 28

HELEN.

Ha sido un día de elegir cada objeto que se pondrá para el baile de cumpleaños de mi hija, fui a probar los pasteles, tomar en cuenta las ideas de lo que desea de banquete y por supuesto ir a ver al sastre para que confeccione los atuendos. Arthur decidió unírseme y en toda la mañana he escuchado como es que halaga a mi hija, planeamos todo, será un evento que se pretende compartir con el pueblo, para que vean la benevolencia de los Basset, idea de Arthur la cuál no vi mal, traeremos el teatro, el circo y cuanto malabarista se nos cruce, al igual que músicos. El pueblo debe compartir las fechas importantes de su Alteza y eso sumara más aprobación hacia ella, faltan dos semanas para que cumpla años y me es imposible creer que ella es parte de mí y que en un par de meses más se casara y ella comenzara a formar una familia, su prometido es un gran hombre. Me entregan lo que será su regalo de mi parte, es tan tierno que no dudo en tomarlo y evaluarlo de cercas.

—se pondrá muy feliz cuando lo vea. — la sonrisa del príncipe es pura felicidad.

—lo sé, por ello lo mande comprar.

 

Después de una larga jornada de andar de acá para allá, regresamos al castillo, donde el sol de medio día esta en su punto.

Nos adentramos y nos informan que la reina salió ya hace más de tres horas a cabalgar.

Mando por ella, porque la conozco y sé que le encanta desafiar a todos. Sé en que lugar esta, siempre va ahí cuando desea pensar las cosas y dejar de ser reina por un momento, sin embargo, ya es hora de la merienda y no me gusta que no coma a sus horas, cuando  sea el momento  tendrá que traer hijos sanos.

Los guardias van por ella, y yo me dispongo a ir a dormir una siesta.

 

No sé cuánto tiempo, pero entre sueños escucho que llaman a mi puerta.

—su alteza… su alteza. — siguen llamando hasta que doy la orden a que entren.

—¿qué ocurre Arthur?

—Eloise, no ha vuelto de su recorrido, ni los guardias.

Veo por la ventana y veo que el sol está desvaneciéndose. El corazón se me acelera y salto de la cama a como de lugar.

—tranquila, ya he mandado a buscarla, la alta guardia salió hace más de una hora, pero no han vuelto.

Se debieron haber perdido, el bosque de Basset es inmenso y no puedo evitar pensar en que pudo haberse perdido, pero no lo creo, conoce muy bien ese sitio.

Recuerdo que en ese tipo de orillas no hay guardias y los comerciantes suelen escabullirse muy bien…

—Arthur necesitaremos más que solo la alta guardia de Basset, da un comunicado y que todos vayan a buscarla, tiene que aparecer.

—si alteza, ya también he mandado a un par de mis guardias para que el ejército de Connolly venga a apoyar. Somos familia, lo harán.

 

—¡Tu pueblo está a una noche y media de aquí! —los nervios me toman.

—lo sé, pero no sabemos estar dentro de ese bosque, es peligroso y sabemos que los exiliados conocen las tierras.

 

No quería que dijera eso, temo a que ellos la tengan, seria el fin de este lugar.

—si amas a mi hija, te pido que hagas lo que sea con tal de tenerla de vuelta, de otro modo, olvídate de ella y de un lugar en esta familia.

—¿me ésta autorizando tomar el poder? —pregunta con asombro.

—solo hasta que ella vuelva.

El pensamiento me juega mal, cuando decide traer a mi recuerdo lo que esos delincuentes pueden ser capaces, ya uno grande cayo gracias a ellos, pero ese grande tenía quién luchara por ese trono, si ellos pisan aquí, estaremos perdidas.

 

ARTHUR

Ya ha anochecido, el viento golpea con fuerza mi cara, no se ve nada a lo lejos, más que lamparillas buscando a la que gobierna este sitio. Las manos se me hielan cuando veo que cuatro hombres, vienen a la entrada del castillo, son guardias de ella.

—esta herido, ayuda. — grita uno e inmediatamente lo socorren.

Bajo corriendo y evaluó que fue uno de los que salieron por ella en el medio día.

—¿dónde está? — lo tomo del uniforme y grita preso del dolor, cuando veo que trae una herida fatal al costado derecho.

—La reina, la reina… —no puede hablar.

—¿dónde está?— le grito con desespero.

—fuimos emboscados, nos atacaron más de cincuenta hombres, me dieron por muerto, me desmaye…

—¿emboscados por quién? —grito exasperado.

— el estandarte de la cabra… Chapman.

El mundo se me cae, mi mente queda en blanco.

¿Qué voy hacer? Esos malditos conocen mil atajos, me llevara días la búsqueda.

Se me acerca su dama de compañía con los ojos rojos de tanto que ha llorado, le ha tomado demasiado cariño, diría yo.

—puedo sugerir algo. — me pregunta con voz temblorosa.

—si va ayudar con la búsqueda, adelante.

Pero no la dejo que hable, la respuesta la tengo y la digo.

—Mikael Regan…

Tan solo pensar en ese maldito prepotente me da nauseas, pero necesito su ayuda a como de lugar.

—ni lo mencione. —me dice ella.

—Es el reino más cercano, sin mencionar que trae perros entrenados y su ejército es superior a cualquiera.

Mando traer mi caballo y como puedo emprendo el galope con mis guardias por detrás, ese reino esta a un par de horas.

 

Cuando entramos al reino, los guardias se ponen alertas, pero como puedo llego al castillo, solo. Mis guardias se quedaron atrás.

—tengo que ver al rey. —le grito al guardia del castillo.

—el rey esta indispuesto.

—es urgente…

Me niegan la entrada, pero agradezco a la vida ser tan delgado y como puedo me meto por el hueco que hay entre el hombre y la reja.  Me siguen y corro con gran velocidad.

Golpeo la puerta y me abren con lentitud, empujo a quién sea que esta detrás de ella.

Ya estoy dentro, no importa si me han de volar la cabeza, yo hago lo que sea por Eloise y su reino.




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