En Otro Reino.

CAPÍTULO 33

MIKAEL.

Han pasado catorce días desde que volví y deje en claro mis propuestas con la representante de Basset, debe ser objetiva con lo que decide puesto que de ello depende su estabilidad y credibilidad como reina. 

Y por ello es que en esos catorce días yo he empezado con mi fiel promesa, he mandado cortar dos veces el agua que le comparto por lapsos de tiempo pequeños, para cualquier Bassetista se verá como algo normal, sin embargo, para su Reina no. 

Con el pueblo que desea desposarse también he comenzado mis pequeñas travesuras, como reducirles varios alimentos que necesitan. O bien, vender un poco más caro lo que desean. De los tres reinos que tienen acuerdos conmigo ellos son los más miserables y aprovechare eso para la presión que sentirá su futura “hija”. Nadie sabe mis planes mas que ella, los demás jamás me preguntaran nada y dudo que piensen el porque. 

—su madre mando una carta diciendo que se quedará más días por fuera, ya termino su visita con los Connolly, ya tiene una semana en otro sitio dice que fue a descansar y luego irá a visitar a la Reina Eloise.  —me dice Ronald. 

—bien. —últimamente se pierde mucho, pero no estoy en condiciones de pensar el motivo. 

—Agatha ha pedido audiencia contigo, se la negué como me dijiste, pero si me permites decir ella se ve desesperada. Sé hombre y enfréntalo. 

Una sonrisa me inunda la cara, que sea hombre y lo enfrente, me dice. Los motivos de evitarla vienen y los borro cuando me concentro en beber mi vaso de jugo. 

—ya las cosas se acomodarán y me he de enfrentar, por el momento sigue cancelando. 

—entendido. 

—¿Algo más? 

—sigo inconforme en que hayas dejado soldados de la alta guardia en Basset, hacen más falta aquí que vigilando en otro reino. 

—lamento que tengas inconformidad, pero no me importa. 

—lo supuse, en otros asuntos debo ir a Duffy, el Rey Andrew quiere que me presente para hablar unos pendientes con base a la propuesta de los barcos y puertos. 

—tomate los días que necesites y encárgate de solucionar todo lo que esté pendiente ahí. ¿De acuerdo? —lo miro directamente, noto como suda y me trago la burla. — andando que esos pendientes que tienes pueden cambiar de opinión... Recuerda quién eres en todo momento ¿Estamos? —Me mira y asiente. 

 

Se marcha y me quedo solo en mi palacio, por lo que recurro a recorrerlo, hay sitios que a veces olvido que existen aquí. 

Cuando paso por la cocina los sirvientes están haciendo sus labores, cuando paso por las habitaciones noto que no albergan polvo solo el aroma que guardan las cosas que se mantienen cerradas, veo las pinturas y me concentro en ellas, después de tantos años por fin abro la habitación que en su momento fue mía y que en un futuro será de mi descendiente. 

Observo la pared que hay a mi derecha donde lo único que hay es un espejo que la cubre y nota la habitación su reflejo. Color beige y dorado. La cuna que yace en un rincón con los ángeles de oro que adornan la cabecera. 

Veo mis juguetes, los caballos de madera que mi padre me elaboraba con sus manos y los soldados que me compraban. 

Las sonajas y los cuentos de cuna que mi madre  y mi padre me leían por las noches, el sillón que usaba cada uno y las pinturas mías de cuando era un bebé.

Recuerdo ese amor incondicional que me dieron siempre, a veces me cuestiono si algún día yo amaré a un hijo como ellos lo hicieron conmigo o si ese hijo me amara y respetara como yo lo hice con mi padre, porque era el rey de los de afuera, de todos, pero era padre solamente para mí y nadie más vio eso como yo. Siempre lo admire y lo respete, soy lo único que queda de ese gran hombre y a veces en ciertas cuestiones eso me nubla el juicio que alguien pueda reemplazarlo que las personas lo olviden. 
Me siento en su sillón, pero no estoy en su lugar porque me sigo negando a que llegue una parte mía que también formara parte de mis antepasados y de los que han de venir. 

 

Con su recuerdo presente  entro en su habitación que él tenía antes de que se casara con mi madre, ellos fueron los únicos reyes que hasta el momento compartieron cama siempre y no solo cuando se requería. Solo se volvió a usar cuando falleció, pues según él no quería que mi madre tuviera malos recuerdos de la habitación en la que compartieron sus mejores años y sueños. 

 

Observo todo lo que guardaba y esta habitación pese a que esta deshabitada no huele a encerrado, huele a su loción y es porque mi madre la sigue preparando y rociándola cada que puede. 

 

Sin darme cuenta la noche esta cayendo y decido ir a mi habitación, ya recorrí todo el palacio. 


 

LILIAN 

Las visitas de estado me cansan, o al menos es lo que me digo a mi misma, tener que aguantar las zalamerías del Rey Connolly no son agradables, y no lo culpo teniendo a mi hijo pisándole los talones para evitar que se apropien de Basset, aumentándole el precio del comercio, es buena opción fijarse en la Reina madre que se ve como una simple viuda ante sus sucios pensamientos. Lo único que se es que mi hijo tiene un plan y no soy quien para intervenir, además de que yo tengo a mi querido Herbert.


 

Una vez terminado la visita voy de camino a Basset, la boda de Eloise ha tomado un retraso, las cosas en Connolly no son las mejores y Eloise ha decidido aplazar el tema de la boda, en su carta lo definió como “Respeto al Pueblo vecino”.

Además de eso su urgencia en que vea algo que ha realizado me tiene en ascuas.


 

Una vez pisando el palacio, doy órdenes de que Herbert me acompañe pues si Eloise pretende que hablemos sobre sus jardines el es el indicado para ello.

—Lilian, un placer verte. —me saluda con afabilidad.

—eso mismo digo, querida. — es verdad, la monarca heredera es demasiado carismática y fácil de querer que por mi parte tiene mi apoyo en las decisiones que tome, mientras no se vea mi nación involucrada.




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