En Otro Reino.

CAPÍTULO 34

AGATHA 

Miro por la ventana esperando a que el carruaje real venga por mí, por fin el Rey Mikael me dio cita para verlo. Por fin hablaré con él y le diré lo que quiero.

Mi padre me dijo que iba a perder todo por nada, pero no me veo siendo la reina de aquí, no me veo como la mujer de Mikael Regan, lo han elevado tanto que siento que es difícil alcanzarlo y estoy dispuesta a luchar por lo que por primera vez en mi vida quiero.

 

Cuando llega el carruaje subo a toda velocidad, como si eso fuera a evitar lo que se viene, porque si él se niega no quedará más remedio que unirme a él.

El viaje se me hace eterno, Redmond está a media hora del palacio, observó y juego con mis manos, Job es un buen hombre y me agrada como tal.

Pensar en él hace que sonría y sienta cosquillas en mis manos, que ni siquiera siento en que momento hemos llegado.
 

—Lady Agatha, su majestad ordenó que lo espere en la oficina.

—Gracias.

—con permiso.

 

Se retira y yo me encamino a su oficina, pero al llegar siento como la sangre me deja de circular.

No esperaba ver a esta persona, o al menos no hoy.

 

—Agatha, te di mi apoyo cuando lo requeriste, y estoy dispuesta a callar si tú haces lo mismo y sales por esa puerta, olvidando ambas lo que sucedió. — me mira con autoridad, —ambas perderemos sino tomas mi consejo y no lo queremos ¿Verdad?

—Hay cosas que valen la pena defender ¿No cree?

—Por supuesto, por ello estamos aquí.

—No caeré en su juego. Si lo que vi me defenderá estoy dispuesta a discutirlo con él.

 

Se pone de pie y se acerca a mí.

 

—Verás, tengo un anillo, una corona y un titulo que me da cierto poder y créeme que no dudaré en usarlo y créeme que no quieres ir a ver a tu amante a una tumba…

—ese poder se limita, solo Él tiene la palabra de demandar. Por lo tanto usted No tiene derecho a decidir sobre su vida.

—No me subestimes, tal vez no tengo el poder, pero sí si lo uso en su nombre… sé inteligente y calla, que no creo que quieras que tus padres se enteren de que te haz revolcado con un vendedor de vino…

—No me amenace, que soy capaz de no decirle al rey nada, pero si al pueblo de que su tan querida y honorable Reina Madre se revuelca con el jardinero real. ¿Quién va a perder más? —no se de donde saco las fuerzas para hablarle de ese modo, cuando en cualquier momento puede usar su poder y mandarme a un calabozo. —no la escucho…

 

Su mirada viendo a un punto determinado me hiela la sangre cuando su voz truena detrás de mí.

—¡¿Cómo te atreves a amenazar a tu reina?! —me mira con enfado.

—puedo explicarlo… —hablo con dificultad.

—Claro que lo vas a explicar. — se acerca a su silla.

—Majestad, no la escuches, habla conmigo primero.—su madre interviene.

—contigo no tengo nada que hablar, sal y espera tu turno.

 

No la mira, y eso hace que la reina pierda un poco su postura.

 

—Habla Agatha, hace un momento tenías las agallas para hablar y ahora no te escucho.

 

Su madre me mira antes de salir.

—Majestad, yo…

 

Me mira expectante.

 

—Yo… —las manos me sudan, la voz me tiembla y los ojos se me empañan. —Yo…

 

Su mirada y su gesto me dicen que se está exasperando.

 

—Quiero decir que, quiero renunciar a casarme con usted… me enamore de alguien más… — las lágrimas tocan mis mejillas. —Su madre me vio con él y ahora quiere que yo calle para que su amorío que ella tiene no salga a la luz…

 

Se pone de pie y se acerca a la ventana.
 

—Eso no te da derecho de amenazarla, ¡Es tu superior! ¡Fue tu Reina! Le debes un respeto pese a todo, en estos momentos debería estarte enviando a la maldita horca solo por atreverte a amenazarla.

 

Me mira esperando una respuesta.

 

—Lo siento, en verdad, pero era mi única solución, pensaba que si le mencionaba esto yo quedaría… — no me deja terminar y me silencia con una seña.

—Solo ustedes dos, creen que no sé lo que hacen. —se acerca a mí —veamos, se lo que sucede fuera del palacio ¿crees que no sé quién es Herbert en la vida de mi madre? ¿Crees que con eso voy a olvidar o a ignorar que te acostaste con un fabricante de vino? ¿Qué no sé quién es Job? sé todo, Collins. 
 

Me aterra, solo yo creo que este hombre ignora algo.
 

—pues sorpresa, sé que el jardinero es más que un jardinero… así como sé que Job tiene un padre, una madre y una hermana que dependen de un negocio familiar, que tienen viñedos y que no tienen tanta fama, que te enamoraste de él mientras estabas en aquella escuela en la que te envié… —se ríe — pero apuesto todo a que no sabes, que todo eso estaba planeado para que te fijaras en él o en algún otro empleado de la finca, claro, jamás creí que llegarías tan lejos, tan quieta, tan sumisa, en fin.

 

Se sienta sobre su escritorio.
 

—Lo siento…

—¿Solo sabes decir lo siento? ¿Qué es lo que sientes?

—Haberme enamorado de él, de no querer la vida que me ofreció usted.

—No lamentes nunca el poder amar a alguien, ámalo siempre que puedas, porque nunca sabes lo que la vida planea y tal vez mañana ya no puedas amarlo como desearías. Ve y ámalo si es lo que realmente quieres.

 

Ahora la que lo mira con duda soy yo, no esperaba esa respuesta.

—Pero, yo estoy comprometida contigo.

—Dejamos de estarlo desde que te envié a ese lugar, desde que te fijaste en ese hombre. — su mirada evoca algo y tampoco se descifrarlo, pero juro que los ojos le brillan —desde el punto en que te cuestionaste el no querer esta vida ya estaba roto el compromiso.

—Lo siento…

—Deja de disculparte y ve con ese hombre, ve por el amor que mereces y que no ibas a encontrar aquí.

—Gracias… —le sonrió.

—Haz que valga la pena, —me tiende la mano y se la tomo, —Discúlpate con tu reina y saliendo de aquí olvida lo que sucedió y lo que viste con ella, porque sino me veré en la obligación de actuar como el rey no benevolente que suelo ser cuando me molesto.




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