En Otro Reino.

CAPÍTULO 42

MIKAEL. 

 

Observo al hombre musculoso que me ha acompañado en múltiples batallas, fiestas y desvelos. No luce como mi amigo y es raro porque cuando no luce como amigo sé que está en su mejor papel: ser la mano derecha y consejero del Rey y da la casualidad que el Rey soy yo. Y dentro de mí algo no quiere serlo, no esta vez. 
 

los guardias que estaban en las escaleras pasan de mí dando reverencia, quiero detenerlos, pero no me atrevo, jamás he pedido nada, todo se me ha dado con solo mirar, pero estoy fallando con brutalidad al demandar con la mirada. Quiero llevarlos a la guillotina ahora mismo. 
 

Ronald me mira con seriedad, el porte, el uniforme me dan jaqueca, yo apenas vengo con una camisa, pantalón y botas, sin uniforme ni nada que represente quien soy. 

—Bienvenido majestad, espero que sus vacaciones hayan sido favorables. —remarca la última palabra. 

—Lo suficiente. 

—Me da alegria escucharlo decir eso… 

no termina de hablar cuando unos pasos se detienen y el abanico se cierra. 


—Que satisfactorio es escuchar que te fue favorable el tiempo en que dejaste tu cargo, ahora debes comenzar con lo que dejaste pendiente. —Mi madre habla con severidad. 

—¿No es para eso Que están ustedes para sustituir mi cargo cuando me tomo mi tiempo?—camino hacia mi silla y ahora los veo a ambos de frente. 

—Hay situaciones que no podemos resolver Ronald y Yo. 


—Adoras  dar órdenes en mi nombre, si no mal recuerdo. ¿O miento? 
 

abre el abanico con gracia. 


—¿Qué cambio?—digo con aburrimiento. 


—Qué está ocasión se requiere de tu presencia para…—mira a Ronald. —El pueblo quiere a su rey en matrimonio y ha si sucederá. 

 

Los miro con detalle, Ronald luce sudoroso, mi madre no deja de abanicarse y rehuirme la mirada. 
 

—Eso lo han estado esperando desde que tome el poder. Nada nuevo. —digo con tranquilidad. 


—Pues eso se ha acabado, los hombres ya no quieren luchar por una corona que no les da una digna imagen para luchar por ella cada día. 

—¡No me interesa! ¡Les he dado lo mejor de mí, he luchado por ellos y he mantenido La Paz, no puedo darles más! —gritó. 

—Eres  el Rey, obviamente quieren y esperan más de ti para que ellos puedan dar más… y eso es lo que harás. 

—No, no ocurrirá… —me desabrocho los botones de la manga y me las doblo, —En Basset una mujer renunció a un matrimonio, desafío a su consejo, corte o como sea que se llame donde los ancianos tienen poder para elegir, yo soy un rey que tiene el poder absoluto, yo puedo tomar la decisión que quiera y es no casarme. 


—Eloise, querido, te recuerdo tiene de su lado al Rey más temido y respetado, por eso se le permitió que su matrimonio se pausara, nadie te quiere de enemigo... pero tú no tienes a un Mikael Regan que te proteja. 

—se te olvida que yo soy ese Mikael Regan… 

—No, no se me olvida, yo fui quien te trajo al mundo… —deja de abanicarse y camina hacia mi —Y yo misma fui quien te educó para lo que hoy eres en día, y por eso se que como el buen Rey que eres complacerás a tu nación y te casarás antes de que llegue la luna llena. 

—Yo tomo las decisiones y nadie más, madre. 

—Ya las has tomado, hijo. — por fin me mira. —Te recuerdo que debes estar presentable para cenar con la princesa de las colinas del sur Estela Christensen, un pueblo en crecimiento su hermano es el actual monarca de este, han venido a ofrecerse como aliados y que mejor si somos familia… 

—Ronald. —digo el nombre del tercero en la sala. 

—Es la mejor opción, es de sangre real, sus antepasados pertenecieron al gran monarca Rufford, ya sabe que fue un hombre que tiene parientes por todos los reinos y ella es una cuarta  nieta del monarca. 
 

maldigo a ese hombre, no importa que hasta yo sea su tercer nieto  gracias a mi madre. 

—No me refiero a eso, no quiero casarme con una desconocida que no tiene ninguna importancia en mi vida. ¿De donde salio ese decadente pueblo? no somos ya muchos para uno más. 

—siempre ha estado, Mikael, solo que lo ignorábamos porque no es una potencia como los cuatro reinos.… —dice Ronald. 
 

—en base a que no la conoces, bueno, tendrás la vida para conocerla, recuerda que de Niño odiabas el cordero por su aroma, lo probaste y ahora lo comes. —dice mi madre con una sonrisa. 
 

—sigo odiándolo, solo que ahora lo tolero un poco más… ¿me recuerdas tus historias de amor? ¿Donde quedó tu apoyo para que yo consiguiera lo mismo? —me peino el cabello, me sorprendo a mi mismo con la paciencia que estoy teniendo. 
 

—te recuerdo que antes de conocer a tu padre yo creía estar enamorada de otro… así que nunca digas que no a algo nuevo. —rechinó los dientes, —no puedes casarte con una de tus tantas mujeres que amas  de la vida de noche  que tienes… la princesa tiene la suficiente educación para deslumbrarte. 
 

miro a Ronald, él sabe a quién quiero.  Mi madre nos observa. 
 

—Ni tampoco ella Será tu esposa, solo pausó la boda con él hombre que ama… Solo estás siendo en su vida una pieza más para que cumpla sus deseos, la quiero mucho, pero ella ama a… 

—¡Basta! Te prohíbo que la menciones en esto. 
 

—No te enfades conmigo, ni con las decisiones de tu gente. Que si ella quisiera estar contigo ya estarías preparando la ceremonia, apuesto a que dijo que no, Mikael y no puedes renunciar a tu vida por ella. 

 

me pongo de pie. 
 

—Está noche Estela vendrá, conócela. que no serás igual de joven nunca más. 

 

—que fácil decirlo cuando ambos Ya tienen lo que querían ¿verdad? —los miro a ambos, —no estarían con un jardinero y una princesa si no fuera por mí, pero yo si me tengo que sacrificar. ¿Verdad? 
 

Ronald Baja la mirada. 
 

—No, no es sacrificio, la mujer que quieres tú no te quiere lo suficiente como para decir sí. Nosotros estamos con quienes nos aceptaron y aceptamos. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.