En Otro Reino.

CAPÍTULO 43

MIKAEL. 
 

Escucho los carruajes llegando a la entrada principal, veo el uniforme sobre mi cama perfectamente liso y puedo sentir a los sirvientes fuera de la habitación esperando a entrar para ayudarme. 

Observo por la ventana como la tarde se esfuma y comienza dar paso a la oscuridad, dicen que la palabra de un hombre lo es todo, y esta vez yo no di mi palabra pero usaron mi nombre, pienso en tantos planes para disuadir la situación… sé cuál es la respuesta después de todo. 

Ronald me avisó hace un momento que Eloise ya estaba en la cabaña y todas mis energías están puestas en ir de una vez hasta allá, si ella está dispuesta a ser quien se una a mí soy capaz de levantar mis armas y luchar por salvar mi nombre en la historia, pero si no, no veo más opciones. Irónico, muy irónico que yo Mikael Regan crea que no tiene opciones. 
 

me coloco las botas y me roció un poco de loción y sin pensarlo salgo por la ventana, Escalo y me escabullo a los establos pasando desapercibido lo mejor que pueda, monto un caballo y salgo disparado a donde ella me espera, es fácil la huida ya que entran carruajes al palacio, el estandarte de un verde olivo con una cornamenta dorada y el nombre “Rufford” no me pasan desapercibido. 
 

el camino se me hace eterno, como si el destino no quisiera que llegara, estoy molesto y mucho, he permitido que todos a mi alrededor sean felices, vivan con estabilidad, seamos prósperos y los amos del mundo, pero nunca nadie estará satisfecho con lo que das porque seguirán exigiendo y sé que merecen tener un sucesor, algo que les asegure que seguirán con esta estabilidad, que vendrá alguien posiblemente mejor que yo, aunque no deberían de molestarse por eso porque aún sigo yo en el poder. ¡Dios! Merecía mas tiempo. 
 

detengo al animal cuando veo qué hay mujeres rodeando la cabaña, “la alta guardia” y juro que el orgullo que siento me hace sonreír por primera vez en el día. lo logró. al pasar junto de ellas me hacen reverencia hago amago de ignorarlas porque no me interesan ellas, su líder si. 

 

al entrar la veo sentada en el comedor, su cabello lo trae trenzado, trae el uniforme de sus muchachas y me encanta como se le ven los pantalones, la figura que le hacen es un pecado para el hombre que la vea, sin embargo soy el único que sabe como se siente. esta pensativa que no se da cuenta de mi presencia hasta que la puerta hace el “clic”. 

—No te esperaba, al menos no hasta más tarde. —dice mientras come un trozo de carne.

me quito el saco y me siento en mi lugar. 
 

—Ronald dijo que vendrías más tarde, por eso traje a mis señoritas.

—Así es, pero cambie los planes. 

me sirvo una copa de vino y la observo. No me mira y sigue en lo Suyo. 


—¿A que se debe mi presencia? Con exactitud. 


—Tú distanciamiento y tu falta de contacto me hacen pensar que sabes el motivo de la visita, pero aún así quieres que yo te lo diga, eso no es muy bueno Loise. 

—Entonces debo decir ¿Felicidades por sus futuras nupcias? —me mira por fin y suelta los cubiertos. 
 

—¿Qué? ¡Obvio no! —me pongo de pie y me desabrocho los malditos botones de la camisa, hace calor. 

—Pero eso es lo que sucederá, dime ¿ya cenaste con ella o la dejaste sola? — se ríe. 

 

no contesto y me quedo viendo a la cabeza del ciervo que esta sobre la chimenea. 

 

—Eres terrible Mikael Regan. 

—No tanto como quisiera, —la miro con coquetería y ella me rehuye la mirada, —No vuelvas a hacer eso. 
 

me ignora y sigue en lo suyo. 
 

—Supongo que aquí termina todo lo que teníamos… 

—No, por eso estamos aquí, di las palabras y todo esto se detiene Eloise, no importa nada, solo lo que tú digas. 

—La decisión ya fue tomada… además sabes que yo no me quiero casar aún. 

—Yo no he tomado ninguna decisión,  Cariño, 
No importa no casarnos solo nos comprometemos y te espero… 

—No Mikael, no puedes frenar tu mundo por mí, eres el Rey más temido y respetado no puedes quitarte méritos por mí. 

me bebo la copa y me sirvo otra mas. 
 

—No quiero hacerlo, no con ella. 
 

—Yo sé que no es fácil... 

 

me termino la copa y la vuelvo a rellenar.

—¡No, no es  Fácil, ni difícil! es solo que no quiero, no quiero casarme con alguien a la cual no es lo que esperaba… 

—Pues no Mikael, nosotros no podemos elegir... 

—Claro que podemos, ¿a caso no fuiste tú misma la que no eligió casarse hace unos meses? 

 

me mira y se pone de pie, me quita la botella y la deja en la mesa. 
 

—Y agradezco tenerte detrás para que esa decisión se validara, pero Mikael, entiende que yo no quiero unir mi vida aún... 

—y yo no quiero lastimar a nadie… 

—Date la oportunidad, puede que valga la pena. 
 

la miro, ella no quiere lo mismo que yo, pero y si no es así ¿por que se le empañan los ojos de lagrimas y tiembla? me acerco y la abrazo a mi pecho, y como si fuera eso lo que le faltara me abraza con más fuerza y los sollozos se hacen presentes. busco su boca y la uno a mi, la llevo contra la pared y la beso como si no existiera nada más solo ella y yo. 
 

—Tengo desconfianza. —le digo cuando bajo a su cuello a besarla. 

—a que ¿a sentir algo por ella? 
 

—No, a que jamás deje de sentir lo que siento por ti…, a no dejar de soñarte, a no llegar a conocer su cuerpo como conozco el tuyo, Dios, Te amaré toda la vida, Eloise. 
 

—No te condenes y permítete sentirlo. 
 

trato de arrancarle el uniforme, pero se suelta de pronto. nos miramos y juro por todo que con la mirada nos decimos todo. 
 

—si no puedo hacerte cambiar de opinión, dame la despedida, quédate esta noche aquí. 

—No puedo Mikael, estoy en mis días rojos… 

—No precisamente quiero que te quedes para intimar. 

—Tienes que ir a conocerla y yo tengo que ir a Mi Pueblo. 

—¿Esto es el fin? —un intento de carcajada sale de mi —me siento usado y estafado. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.