En Otro Reino.

Capítulo 45

Eloise.

Me veo en el reflejo de la Fuente, mientras veo a Arthur seguir a Lucas mi gato, quien debería estar dentro del palacio.

Pude tenerlo todo bajo mis pies y a él a mi lado. Los ojos se me empañan y me limpio rápidamente cuando me salen algunas lagrimas.

No sería quién soy si no hubiera sido por él, pero me dijeron que sí estábamos juntos lo haría débil y yo no quiero eso para él y ahora él piensa que solo jugué ¿cómo se puede jugar cuando le das a esa persona todo tu ser ? ¿Cuándo sabes que tiene la opción de destruirte y aún así cierras los ojos para dormir a su lado? Para ser un hombre tan listo es muy tonto a veces, no fue un juego y él lo cree y eso me duele profundamente.

—Listo, ya lo entregue a tu dama. —me da un beso en la frente. —¿Tenemos que ensayar para bailar?

—Sí, es un baile nuevo. Quiero que sea único.

—Bien, pequeña. Estoy a tu entera disposición futura esposa, ¿No te irás esta vez verdad?

Niego. Me toma de la mejilla y me estampa un beso en los labios.

—Más te vale, porque dos veces no te me escapas.

Sonrió. Mientras avanzamos hacia el jardín en crecimiento que Lilian me hizo favor de diseñar.

—Leobard, pasará unos días por aquí después de que pase el matrimonio. ¿Quien diría que por fin atarían a ese infeliz?

—Sí, muy rápido todo.

—Estela está diseñada para ser la Reina de ese lugar, le mostrará más humanismo…

—No la conozco.

—Ella es muy buena para él, cualquiera sería demasiado buena para él. Ahora tendrá que ser más cuidadoso a la hora de escabullirse para ir a sus clubs.

—¿Podrías dejar de hablar de él?

Me mira con asombro.

—¿qué no es tu amigo?

—Sí, pero para caerte mal siempre lo estás mencionando.

—Todo el mundo habla de ese hombre. Nadie creía que se casaría tan rápido, bueno en realidad tan tarde.

Me trago las palabras y todo el camino es escuchar el nombre del hombre que no quiero volver a ver.

En unas horas pondrá un anillo en su dedo. Ella se convertirá en su futura esposa, ella si tendrá un anillo y una fecha y hora establecida para unirse a él.

—Ya quiero ir a las nupcias, Leobard supo jugar sus cartas, encontró el momento más vulnerable de esa corona...

—Esa corona es todo menos vulnerable.
—pero…

Le volteó la cara y le estampó un beso para que guarde silencio.

Por la noche nos despedimos mientras él se va a su habitación a la otra ala del palacio.

Lucas está recostado en su cama y al verme entrar se pone de pie para enredarse en mis piernas. Ronronea y me acaricia con su cola.

Entra mi dama y se pone a ayudarme a limpiarme y a cambiarme de ropa.

—Dejare la ventana abierta, hace calor, señora. me dice antes de salir de mi habitación.

—Está bien.

—si llega a hacer frío vendré y la cerraré.

—Bien, no apagues las velas aún estaré despierta.

Asiente y sale.

Veo cómo el poco viento mueve las cortinas blancas y me quedo pensando en nada, mientras acaricio el pelaje de mi mascota.

La vista se me nubla un par de veces, evito llorar, estos son los sacrificios de los que tanto pretendía huir, de los que creí que jamás me tocarían en lo sentimental.
estoy apunto de pararme y apagar las velas cuando veo que una mano se posa en el marco de la ventana.

Me pongo de pie rápidamente y corro hacia la puerta pero esta no cedé.

Estoy encerrada. Golpeó la puerta, pero nadie responde.

Volteo para atrás y veo la figura de un hombre esta de espaldas a mi mientras cierra la ventana.

Sin preocuparse se quita con cuidado la capa y por fin me doy cuenta de quién es.

Lo veo moverse mientras cierra las cortinas.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?

Mira a Lucas sentado en el pequeño sillón y lo toma del pelaje arrojándolo al piso. El gato le maúlla y le pela los dientes pero Mikael no se inmuta.

—No lo maltrates de ese modo. Ese es su lugar. —lo cargo para acariciarlo.

—Es patético ese animal. —dice mientras se sienta y comienza a desatarse los cordones de las botas.

—¿Qué estás haciendo? ¿Cómo entraste?

—Me hubiera gustado entrar por la puerta, pero no quería llamar tanto la atención.

—¿Qué? Pero meterte a hurtadillas si esta bien. Vaya lógica.

—Tienes una muy mala seguridad.

—No, eres tú que te escabulles en cualquier hueco.

Nos reímos.

—Por eso soy el mejor.

Ruedo los ojos.

—¿Qué haces aquí? —me pongo seria. —¿por qué te quitas las botas?

—Voy a dormir contigo. Eso es lo que hago aquí.

—¿Qué? No puedes. Tienes que irte, quedamos en algo.

—Quedaste tú, yo no dije nada.

—Mikael, nos vas a meter en un problema.

—saca a ese animal de la habitación, no me gusta en nada.

—Él que tiene que irse de aquí eres tú.

—¿según quien? —me mira, y veo que esta molesto.

—Yo. Eso es suficiente.

—¿Tú? —se ríe, —que linda que pienses eso, ahora ven a la cama, fue un viaje largo.

—Mikael, basta por favor y vete. —miro la puerta en cualquier momento la pueden abrir.

—¿Por qué estás tan nerviosa?—mira a mi dirección.

—¿Por qué serás un hombre casado pronto?

—aún no lo soy. Ya ven a la cama, Loise. —se acuesta en ella y da golpecitos para que vaya a su lado.

Niego. Si alguien entra por esa puerta será mi fin.

—Deja de pensar en ese maldito imbecil si entra le corto el cuello.

Lo volteo a ver. Y su mirada es más molesta que antes.

—¿Qué? ¿Creías que no sabía que estaba aquí? ¿Quieres platicarme de tu nuevo vals y planes para tu boda?

—¡Basta!

—¿¡Basta!? ¿Donde quedó ese maldito argumento de no me quiero casar? —grita.

—baja la voz.

—No vaya a ser que ese idiota me escuché. Te di todo Eloise y aún así corriste de nuevo a sus brazos. A la primera oportunidad.

—Te vas a casar…

—Mi opción fuiste tú, y tú misma la destruiste con un argumento de querer estar sola y yo tontamente te creí. Nunca me quisiste, me usaste y te beneficiaste y al final volviste con él. ¿Creíste que jamás me daría cuenta?




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