Eloise.
Estoy recostada en el pecho de mi esposo, en medio de la oscuridad solo siento su tibio cuerpo y su respiración salir.
Evitó pensar en cierto hombre ajeno, ambos ya formamos un matrimonio y aunque lo niegue con dolor no somos nosotros. Aprieto al hombre que yace a mi lado, toda la vida hemos estado juntos y por ello creo que me es fácil aún tenerle cariño.
Él me presiona más a su cuerpo y así me duermo.
Bajo cuando la dama de compañía se adentra a vestirme, y me hace un gran favor al rajarse la mano y manchar las sábanas con su sangre. Para evidenciar que fui “pura” pero de eso hace demasiado que deje de serlo, ella no dice nada y las saca simplemente a que el arzobispo y mi suegro la vean.
—Esperamos al gran futuro rey. Mi señora. —Dice el hombre de túnica y mi suegro sonríe complaciente.
—Eso mismo espero también. Con su permiso tengo asuntos que resolver.
Avanzó decidida por los pasillos, me sorprendo al no sentirme mal por nada, será porque todo lo que hice lo disfruté en su momento, además de que estas costumbres me tienen incómoda, no me gusta el lugar en que nos ponen solo por ser mujeres, ellos exigen a la mujer virgen y casta, cuando ellos ya han probado tantas perversiones como les fueron posibles y lo seguirán haciendo.
—Buenos días, pequeña. ¿Puedo saber porque tú alta guardia entro esta mañana, como si hubieran salido?
—Buenos días, sirvieron a una encomienda que les pedí.
—¿puedo saber?
—Pronto lo sabrás, es una sorpresa. —miento con vil descaro. Pero es el precio de mantenerlo protegido.
Sé que si yo hubiera sido quien dejará su nación en ese estado, él habría hecho lo mismo.
La mañana se va rápido y a su vez la tarde, por la noche entro a la habitación y lo encuentro vestido con ropas de dormir, mi esposo. Este es el trabajo ahora de ambos intentar mantener un legado. Sonrió cuando me acerco con cuidado, mientras él se acomoda en la cama dispuesto a lo que sigue.
Vuelvo a estar en la misma posición que la noche anterior, pensando en todo y en nada. El sueño no me llega ya que me imagino a alguien en esta misma posición en el pecho de quien pienso, ¿cuánto dura esto? es incómodo, Según yo es hasta que me embarace, pero ¿Por qué tardo tanto? Las mujeres solemos tener nula información con respecto a tanto, pese a que soy la reina me han restringido este tema también. ¿Por que el afán de querernos sumisas? ¿a caso nos temen y por ello nos ciegan?
Las noches de seis semanas se ven en la misma posición, con la misma persona, y me pregunto porque no estoy disfrutando, el arzobispo dijo que esto no era para disfrutar, era para hacer una vida, pero no soy estupida ya que con esa persona sentía… aprieto los ojos no quiero recordar lo que sentía… pero con él sentía tan bien, tal vez porque lo hicimos con el pecado de nuestro lado.
Tanta es mi frustración que me despierto con dolor de cabeza, y más cuando veo que mis días rojos dan inicio, al menos esta semana podré dormir a solas y parar esta travesía, aunque ni a mi madre, ni al arzobispo les parece esto. Como si ellos fueran los que tuvieran tanto el deseo de ser madres como yo, es algo que anhelo tanto, que solo por eso tolero que me den tanto remedio como se les cruza, que saben detestables.
Ver a un hijo mío es uno de mis más grandes sueños, lo deseo con tanto afán que pienso que debe ser eso por lo que no logro quedar embarazada, pero lo añoro tanto que duele, porque no he quedado.
Mi mal humor aumenta cuando me dicen que el maldito de Mikael, corto el agua de la presa que me comparte y mi gente de esa zona está sufriendo escasez hace días, a su vez ha ido sacando a los Bassetistas que estaban trabajando en su nación, las ventas que me compartía han ido bajando. Respiro angustiada.
—¿Qué harás?—pregunta Arthur.
—Visita de estado, mañana por la mañana partiré.
—Estaré ocupado, porque no lo dejas para el próximo inicio de semana.
—Porque mi gente no puede esperar hasta el próximo inicio de semana, está encarcelando, hay escasez en Mi Pueblo y no puedo esperar hasta la otra semana.
—Bien, tendré que cancelar mi día de caza.
—Puedo ir sola.
—Bien, que amable. —me da un beso casto en los labios.
Nos sonreímos al mirarnos y me dice te quiero cuando vienen a buscarlo. Así funciona el matrimonio, tal como lo vi con mis padres, fingir un excelente cuadro que la gente ve, pero dentro de casa apenas nos dirigimos la palabra, Arthur tiene menos deberes que yo, y ha sabido usarlos a favor, solo nos vemos por las noches que nos toca compartir habitación y es ahí cuando charlamos brevemente, como si fueramos dos simples personas, pero en el dís rara vez nos vemos o bien, hablamos.
Al día siguiente me marcho apenas comienza el sol a salir, no esta muy lejos Regan, sin embargo, tenemos que ver que los caminos no estén obstruidos o algo así.
Cuando llegamos detalló que el sol ya está en su esplendor y el viento fresco me recuerda tanto a la primera vez que tuvimos contacto el Regente de este lugar y yo.
La vida continúa tan esplendorosa como recuerdo, los niños brincando mientras van a las clases, la gente vendiendo frutillas, arreglando zapatos, vendiendo perfumes, vendiendo prendas, todo se ve tan tranquilo, no como en mi nación que tengo días sin agua en ciertas zonas.
Detalló las estatuas de oro que me muestran al hombre que tanto detesto en estos momentos. Y en varios negocios veo la pintura en acuarela de la mujer que desposó. Noto eso en muchos sitios, lo cual hace que me pregunte tantas cosas.
Hago detener el vehículo y bajo, hay preguntas que solo con el pueblo se responden.
Mi alta guardia se encarga de retener a la gente que se aglomera a ver, cuando decido bajar en una tienda que vende especias y telas.
—Reina Eloise. —dice la mujer que atiende.—¿En que podemos servirle?
—Me llamo la atención ese cuadro, —le señalo con la vista y ella voltea a ver.
#7625 en Fantasía
#15866 en Novela romántica
amor odio romance pasion, historia de reinos, enemistad y romance
Editado: 23.10.2024