En proceso

✓ noche eterna.

Dos noches de mi primer beso con Emmett y no lo había vuelto a ver, ni siquiera respondía mis mensajes ni llamadas, empecé a preguntarme si se había marchado sin despedirse.

 Estaba sentada en el borde de mi cama, ya pasaban más de las doce de la noche y no podía conciliarme con mis sueños, me puse de pie y me dirigí a la ventana para cerrarla y enrollarme en mis sábanas, cuando a lo lejos vi una silueta junto a un árbol en el fondo que tenía una casita de madera donde pasaba las horas de pequeña, mi teléfono empezó a sonar y corrí a cogerlo, en la pantalla se reflejaba el nombre de Emmett con una foto de el con un helado de fresa en su mano y con un poco en la punta de su nariz dibujando una sonrisa de oreja a oreja.


— ¿Emmett?
— hola pequeña, ¿que haces despierta a estas horas?
Volví a asomarme en la ventana y logré distinguir la figura junto al árbol, era el.
— estaba a punto de irme a la cama pero creo que hay un pervertido bajo la casita del árbol frente a mi ventana.
Lo vi levantar la mirada y cruzarla con la mía, era mi Emmett.
— ¿Si? ¿Y por qué no bajas a ver qué quiere ese pervertido?
— oh, ¿ Asumes que eres un pervertido?— me causo gracia y solté una risa silenciosa.
— ven pequeña, prometo portarme bien.
—¿ estás loco? ¿Y si nos descubren?
— vamos, tus padres deben estar en el quinto sueño, la vida es una sola pequeña, disfrutala al máximo y baja que me congelo.
— dios, lo haré por ti.
Los dioses del ruido o lo que sea estuvieron de mi favor, por qué no se escuchó ni el hueso de mi rodilla al caminar de puntillas por los pasillos de la casa.
— te extrañe tanto, ven vuelve a abrazarme.
Me acurruqué en su pecho y abrace su torso, quisiera quedarme así para siempre, aunque el recuerdo de que pronto nos separaremos me atormentaban a cada segundo.
Subimos a la casita del árbol para que nadie nos pudiera ver, no quería correr el riesgo de que algún vecino estuviese rondando por ahí y le diga a mi padre.
— ¿Dónde estuviste? Pensé que te habías ido— agache la mirada a mis manos unidas en mi regazo—. Estaba preocupada.
— no pequeña, jamás me iría sin despedirme de ti, ¿Sabes?— giró su cuerpo hacia mi y levantó mi cara por el mentón—. En las noches, cuando no puedo dormir y mi futuro sin ti me atormenta, respiro hondo y me imagino un universo alterno, no es muy maduro de mi parte pero eso me ayuda mucho.
—¿ y que imaginas exactamente?
— que no tenemos que separarnos, me imagino contigo a todas horas, hablando, riendo y besándonos a cada segundo, que no existe el tiempo y que no existen reglas, sólo tú y yo así justo como ahora, tú y yo con tiempo y sin reglas.
— podríamos irnos juntos — se que no es buena idea pero es una opción si quería estar con Emmett —. ¡Podríamos huir juntos, lejos de mi padre, lejos de todos!
— marina... Sabes que eso es imposible, tú padre movería cielo y tierra por ti y no quisiera arruinar tu maravilloso futuro, así tenga que sacrificar lo mucho que...
— te amo— le solté.
Nos miramos fijamente con los ojos brillosos, se que era muy rápido el sentimiento pero ahí estaba, a flor de piel, ardiendo entre nosotros y clamando ser liberado como un prisionero en cuatro paredes ansioso por conocer el exterior de esa oscura celda.
Realmente quería a Emmett, cada poro de mi piel lo gritaba y solo el podía escucharlo, solo el lo hizo crecer en mi, solo el pudo ganarlo después de tantos años sin sentir algo parecido y lo mejor de todo...era recíproco.
Nos besamos con desespero, como si no hubiese un mañana, por qué quizá no lo hubiese para nosotros, había que aprovechar cada suspiro juntos, cada segundo, cada caricia.
Esa noche fue eterna, esa noche dejé todo atrás incluyendo mi cuerpo de niña, me entregué a Emmett sin remordimiento y el se entregó a mi, fuimos uno solo en ese instante, fuimos noche, fuimos pasión, fuimos todo y nada, poco y mucho, guardamos cada suspiro y cada palabra en un frasco irrompible y eterno. Solo con una noche.
 




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