« despierta, ¡despierta!.»
Estaba en la cocina de mi casa junto a Emmett, se había quedado conmigo desde nuestro encuentro, no queríamos despegarnos de las sábanas por casi dos días y vaya que si me demostró cuanto me extrañaba.
el preparaba la cena, era maravilloso y atractivo verlo cocinar, yo no era muy buena en ello, creo que no era mi fuerte, lo mío es la limpieza compulsiva.
Yo preparaba la mesa, mientras el delicioso olor a lasaña invadía mis sentidos y mi vacío estómago crujía del hambre, de repente quería comer de todo, quizá por la mala alimentación que llevo desde que llegué al pueblo, no me provocaba comer absolutamente nada.
Hablamos de todo un poco, reímos, nos quedábamos como dos bobos viendo uno al otro, lloramos recordando, volvíamos a reír y así estuvimos toda la noche sentados en la mesa.
Me sentía cómoda y felizmente completa al tener la mejor compañía a mi lado, mi Emmett. un alivio en mi interior refrescaba cada parte de mi, lo que sentía como un pecho vacío fue reemplazado por algo inexplicable, donde antes no había nada ahora está desbordado de amor y deseo.
Emmett sacándome de mis pensamientos, al ver mis notables ojeras me ofreció un baño caliente.
— vamos pequeña, no tienes buena cara, debes estar cansada.
Me llevo en sus brazos y me dejó sentada en mi cama, mientras me preparaba la tina, al cabo de unos minutos se detuvo frente a mi y levantó mi cara por el mentón.
— ¿Estás bien? — pregunto.
— si, por supuesto — mentí.
Estaba como preocupada, tenía un presentimiento extraño, no sabría describirlo, es como estar en un sueño, aunque esto era real, quizá por todos los años que desee tener estos momentos junto a él que ahora que los tengo no me los creo, Si, era exactamente eso.
— te conozco, ¿En qué piensas? a ver— se inclinó frente a mi y apoyo sus manos en mi regazo.
Puse mis manos en sus hombros.
— ¿Esto es un sueño? Porque si es así, por favor, no me despiertes nunca.
Arrugó sus cejas sin saber que decir, luego las suavizó y acaricio lentamente mis brazos.
— no lo es pequeña — afirmó con una sonrisa—. ¿Crees que si fuese un sueño no te hubieses despertado con todo lo que hacemos en esta habitación?
Mis mejillas ardieron recordando y solté un ruidoso JA! Que Emmett no podía dejar pasar.
— ¿No te parece?— dijo enarcando una ceja.
Sabía lo que iba a hacer, era como si nunca lo hubiese perdido, lo conocía a la perfección y el a mi, solo habíamos cambiado físicamente, pero todo lo demás estaba ahí.
paso su largo brazo por detrás de mís rodillas y con el otro sostuvo mis caderas levantándome con expresión divertida.
— entonces hay que hacerte cambiar de opinión.
Encerré mis brazos en su cuello mientras me llevaba a la tina, y luego me bajo dejándome de pie frente a él, yo seguía con mis brazos en su cuello, el se inclinó para besar mi frente, luego mi nariz y mis labios, encerró su mano en mi cabello por la nuca y tiro suavemente de el hacia atras para abrirse paso por mi cuello dejando besos húmedos sobre este.
— di que eres mía pequeña, dilo.
— jamás deje de serlo emmett.— musite entre jadeos y besos.
***
Ya en la empresa Moury y yo culminamos una reunión con mis socios exitosamente, cuando mi padre y mi madre llegaron de imprevisto para invitarme a almorzar.
Habían estado fuera del país por meses y llegaron hace unos días, no me había dado tiempo de ir a visitarlos, o mejor dicho, ALGUIEN no me dejaba tiempo de nada.
Fuimos a un restaurante cerca de la empresa al que íbamos cuando yo era una niña, pedimos los mismos platos de siempre, nuestros favoritos por cierto.
— cariño estás hermosa, ya eres todo una mujer, pronto cumplirás tus veinticinco años ¿Tienes algo planeado para ese día?— pregunto mi madre.
— realmente no, pero podrías encargarte tú de eso, se que tu pasión es armar eventos y eres excelente en ello.
La cara de mi madre se iluminó por completo, ella ama organizar y decorar las fiestas de fechas importantes en nuestra familia.
— ¡Fantástico! Ya quiero empezar con los preparativos.
Mi padre estaba callado como siempre aunque más tranquilo que antes, ya no discutiamos (no mucho) así que era normal su expresión de seriedad.
Solo se limitaba a hablar de la empresa y preguntar cómo me iba en los negocios.
— cielito, te ves... Diferente, más... Eh, Feliz— dudo antes de decirlo.
Quizá sí se me notaba el cambio de humor, Moury también lo noto, me sentía feliz y plena.
— si madre, lo estoy— afirme.
— ¿algún pretendiente del que quieras hablarnos querida?
Mi rostro se tornó carmesí. No me apena hablar de ese tema con mi madre pero si me daba curiosidad lo que pensaría si le digo que Emmett volvió y estamos juntos.
Tome una bocanada de aire y decidí contarles.
La expresión seria de mi padre cambio completamente a una de sorpresa, o enojo no lo sé, era difícil leer sus gestos, el era difícil.
— oh, vaya, eso es... Una buena noticia hija— mi madre solo se dedicó a ver a los ojos de mi padre esperando su opinión.
— marina, ese chico no es para ti, lo sabes.— gruño mi padre.
— oh vamos, no empecéis padre, ya no soy una niña a la que puedes manipular fácilmente, creo que ya eso te había quedado claro tiempo atrás.— le espeté.
— sigo siendo tu padre y tengo derecho a opinar de tu vida.
— ¡Ya no! Ya no tienes derecho— y se acabó la racha de llevarnos bien—. Emmett me hace más feliz que nunca y estamos bien, limítate a solo sentir un poco de empatía por mi felicidad.
No dijo más nada en el tiempo que resto del almuerzo.
Nos despedimos y mi madre quedó en visitarme pronto para iniciar con los preparativos de mi cumpleaños.
Al llegar a casa Emmett se encontraba en el patio trasero, brindándome la mejor vista.
Mi casa tenía un amplio terreno de fondo pero no tenía ni un árbol o flores, nada, solo un pasto verde que mantenía bien cortado con un vecino al que le pagaba para que lo hiciera.
Me senté en el porche en una sillón acolchado que colgaba del techo para admirar al hombre que estaba sin camisa y guantes puestos sembrando unas hermosas rosas y que no había notado mi presencia.
— hola guapo.
Giró su vista sobre su hombros para verme y esbozo una hermosa sonrisa.
— no te esperaba tan temprano, quería darte una sorpresa— se quitó los guantes y se acercó a mi para dejar un beso en la comisura de mis labios—. ¿Cómo te fue preciosa?
— muy bien, hoy tuvimos una junta y luego almorcé con mis padres.
— Que bueno que volvieron de viaje, ¿Cómo se encuentran?
— están bien, mi madre vendrá mañana, le dije que podía organizar mi cumpleaños, eso se le da muy bien.
— cierto, falta poco pequeña.
—si, y mi padre pues, discutimos.
— oh, ya puedo imaginarmelo, eres una fierita ¿Eh?
— no podía permitirle que sienta derecho sobre mi, ya no.
— con que estás estresada.
Me conocía muy bien.
— tengo el remedio para eso muñeca, pero antes, ven a ver algo.
Quito mis tacones y los puso a un lado, luego me guío de la mano al jardín, habían muchas rosas rojas en las cuales podías perder la vista admirandolas, expedian un olor relajante, ahora si parecía un jardín no un peladero, era hermoso lo que había hecho.
— Emmett, esto... Esto es hermoso, me encanta— me puse de puntillas y le di un tierno beso—. Ahora este será mi lugar favorito de toda la casa.
— ¿Si? Pensé que era la habitación.
— no lo sé, cambie de opinión.
— ¿ah, sí?
Me sostuvo de la cintura para atraerme a su cuerpo.
— eso tiene arreglo.
— ¿bajarás la cama al jardín?— le sonreí con picardia.
— no pequeña, es mejor que eso.
Uhm, bueno, ya lo entendí. Emmett y yo no podíamos estar bajo el mismo techo sin tocarnos o hacer desastre en mi habitación (o cualquier rincón de la casa) ya era parte de nosotros y obvio no me quejaba, ¡Para nada!.