En proceso

✓las voces.

Me encontraba en el balcón de mi habitación, me preguntaba extrañada por el ambiente caluroso, estabamos en el mes donde llovía a cada segundo, recuerdo que todos mis cumpleaños se posponian debido al tiempo, pero extrañamente el ambiente humedo estaba ausente, el cielo estaba completamente despejado y brillante por el fuerte sol, no recordé la última vez que me detuve a admirarlo así. Un ligero mareo me hizo pensar en lo extraño que me sentía todos estos meses quizá la felicidad que sentía no me dejaba pensar más allá de mis preocupaciones, porque las tenía, solo que las ignoraba.
—¿Que haces aquí sola muñeca? Abajo te están esperando todos los invitados.
Emmett estaba vestido semi formal con un chaleco negro y pantalones a juego y una camisa salmón con cuello de pajarina con los dos primeros botones desabrochados, el cabello ligeramente alborotado le daba un toque salvaje y muy varonil. ¡Se veía perfecto, como el Ken de mis muñecas cuando era una niña!
—¿Te sientes bien?— pregunto mientras subía los puños de la camisa hasta su antebrazo.
— si cariño, estoy bien, solo que... Sigo sintiendo esa extraña sensación de estar fuera de la realidad, no lo sé, es...complicado— agache la mirada a mis dedos inquietos en el barandal del balcón, realmente me sentía como flotando en una ilusión o algo parecido.
— venga muñeca, recuerda lo que dijo tu psicólogo, es solo el estrés— habló mientras frotaba mis brazos a mis espaldas.
— si Emmett lo sé, pero, no termina de convencerme, hay algo más que me inquieta pero no se qué es— dije en un tono de preocupación, había estado asistiendo al psicólogo por dos veces a la semana, pero no sentía un cambio, es más, las pesadillas se hicieron más frecuentes y las voces conocidas no me abandonaban, solo las escuchaba segundos antes de despertar, pero siguen siendo perturbadoras.
— no le des muchas vueltas marina, vas a enfermar tus pensamientos y más estrés vas a generar— tiro de mi brazo para girarme hacia el—. Escúchame, hoy es tu día, no quiero ver esa triste expresión en tu lindo rostro señora Sánchez, vamos a divertirnos un rato y luego te daré una última sorpresa de cumpleaños, ¿que dices?
Una forzada sonrisa dibujo mis labios y Emmett frunció un poco sus cejas, el sabía que no dejaría el tema estar, me conocía muy bien.
— venga, termina de arreglarte, esperaré abajo— dejo un tierno beso en la comisura de mis labios y se fue.
Ya tenía listo mi vestido puesto, ni muy elegante ni muy sencillo, era ajustado de arriba hasta la cintura y suelto hasta mis tobillos con una larga abertura dejando a la vista mi pierna izquierda al caminar, los amigos de mi madre habían logrado un lindo trabajo en mis rulos rebeldes y un maquillaje no muy cargado, justo como me gustaba, me sentía cómoda con el resultado.
Al bajar las escaleras, todos los invitados posaron la vista en mi dirección, vi rostros familiares y de amistades, incluso marcos con su esposa sonriendo alegremente al verme, también vi al padre de Emmett junto a su madre, era extraño verlos juntos y no se veían nada incómodos hablando, mi madre estaba haciendo señas a un chico vestido de negro con una bandeja llena de copas de champagne para que las llevara a una mesa donde habían más invitados.
Todo estaba muy organizado con mesas por todos lados adornadas con un mantel lila y hortensias en el centro de cada una, hasta había música instrumental en vivo.
Me acerqué a marcos y a su esposa para saludarlos luego de haber recibido elogios y apretones de los invitados.
— ¿trajiste la botella de ron extra fuerte que te pedí? La voy a necesitar— bromeó recordando la última vez que celebró mi cumpleaños número dieciocho en casa de Lucía con solo seis personas como invitados, todos estaban borrachos menos yo que no tomaba, así que me tocó cuidarlos a todos.
— ni de coña te dejo tocar bebidas fuertes— le dije sonriendo ampliamente luego de saludar a su esposa y preguntar por su hija que se encontraba correteando por ahí.
—no puedes negar que soy más gracioso borracho— me guiño un ojo—. Hey, ¡Enhorabuena! El compadre me dijo que te propuso matrimonio, ¿a ver la roca?
Estire mi mano orgullosa agitando mis dedos.
— ¡LA PINCHE DE...! ¿CUANDO PENSABAS DECIRME QUE TE IBAS A CASAR?— la voz chillona de Lucía me hizo dar un respingo.
— ¡LUCIA!— corrí con los brazos tan abiertos para recibirla, estaba tan ansiosa de verla que no me cabía en el pecho la emoción.
Ambas nos abrazamos y dimos brinquitos como do niñas, le di una ojeada al separarnos y evidentemente ya no era la pequeña Lucía, se había convertido en toda una mujer— con excelente gusto al vestir por cierto— y había teñido su cabello a un hermoso castaño claro que le quedaba perfecto.
— venga chica, estás preciosa, Emmett si que se llevó el trofeo— me dio una ojeada de pies a cabeza—. ¿Y dónde está por cierto? 
— ni hablar, tú estás bellísima, Francia te cayó muy bien, Emmett seguro está por ahi— dije mientras ella se disponía a tirarsele a marcos encima— frente a la esposa que la miraba con los ojos entrecerrados— lucia si que no disimulaba su cariño por marcos, pensé en lo diferente y divertido que hubiese sido que terminaran ellos juntos, años atrás habían tenido algo a escondidas, Lucía nunca me lo confirmó pero sabía que estaba enamorada de marcos y estaba segura de que por la forma en que la miraba, el también lo estaba.
Empecé a recorrer el patio en busca de Emmett cuando mi padre se acercó sin darme cuenta.
— marina— soltó con su acostumbrado tono gélido.
—padre— le respondí 
— esperaba que tuvieras el valor de decirme que te habéis comprometido, pero por lo visto sigues tomando decisiones sin tomar en cuenta a tu familia— su tono de voz no suavizó en ninguna palabra, eso indicaba lo cabreado que estaba.
— ¿Cuántas veces tengo que decirte que no soy una niña?— le espeté.
— ¿Y cuántas veces tengo que advertirte que estás cometiendo un error?— me devolvió.
—¡No es un maldito error!— las miradas empezaron a captar nuestra discusión—. Amo a Emmett y ya no sé cómo hacertelo entender, ¡es mi vida dios santo!— dije ya irritada.
—¿Pero él te ama? ¿Estás segura de que es amor y no interés?
Mis ojos se abrieron por completo ante su pregunta, aunque no me sorprendía, esperaba cualquier cosa de cleighton.
—¿Que acabas de decir? 
— oh vamos te creí más inteligente Marina, piénsalo, ¿Por qué te dejo ir tan fácil en primer lugar? El quería que tú te fueras a Canadá a estudiar porque sabía que debías prepararte para tomar el control de la empresa, no intento contactarte en cinco largos años y ahora que volviste y tienes el éxito a tus pies ¿El vuelve y ahora quiere casarse contigo?— negó con la cabeza— que ingenua eres Marinita, siempre fuiste ingenua.
No sabía como reaccionar ante su acusación a Emmett, sabía que no era cierto lo que decía, el me amaba de verdad, pero lo que me descolocó fue su osadía al decirme todas esas cosas solo para volver a hacerme sufrir, a mi padre siempre le gustó hacerme sentir inferior y no querida, era algo que nunca lograría entender siendo yo su única hija, lo más natural es que quisiera mi felicidad, pero nunca fue así y nunca lo será.
— el hecho de que tú seas un arrogante infeliz no quiere decir que tengas el derecho de hacer sentir como tal a los demás y menos a mí que soy tu hija, no entiendo como mi madre te soporta tu maldito carácter de mierda, pero yo no lo voy a tolerar, esta es mi decisión... Voy a casarme con Emmett y voy a vender todas las acciones de la empresa para largarme de este jodido país porque no quiero estar ni un estado de separación de ti, me iré lo más lejos posible para no volver a ver ni escuchar tus malditas ofensas ni tu maldito mal genio— me desahogue en voz baja para que nadie supiera todo lo que sentía por este hombre.
Me aleje bruscamente, ciega de irá, sabía que algún momento tenía que decirle todo lo que sentía pero no pensé que hoy sería el día, justamente hoy que debería ser el día más feliz de mi vida, aparte de ser mi cumpleaños también me había comprometido con el hombre que amo y mi padre lo arruinó en menos de cinco minutos, era increíble lo mal que podía hacerme sentir con ese tipo de acusaciones y para colmo estaban arruinando mi estúpido maquillaje las lágrimas.
Subí a toda velocidad las escaleras sin inmutarme por los tacones, quería encerrarme en mi habitación y maldecir a todo pulmón, quería golpear algo o a alguien con bigotes y cara larga llamado cleighton.
Todo me daba vueltas en mi habitación, todo estaba distorsionado no podía enfocar la vista estaba muy enojada con los puños cerrados clavando mis uñas y caminando desesperada de un lado para otro, sentí abrirse la puerta pero no voltee a ver quién era, solo sentí unos fuertes brazos apretarme contra su pecho, yo estaba completamente acelerada, pero ese peculiar aroma y lo acogedor de ese abrazo supe quién era, acaricio mi espalda tiernamente y beso la coronilla de mi cabeza sin decir nada.
— Emmett— musite entre un sollozo.
— shh shh no digas nada.
Cerré fuerte mis ojos dando bocanadas de aire prolongadas y rodeando su torso con mis brazos para pegarme más a él, sus brazos eran mi refugio favorito y sus besos la calma de mis angustias.
No sé cuánto tiempo duramos abrazados en medio de la habitación pero no quería despegarme, su respiración era relajada y la mía le seguia el paso, en ese momento no escuchaba nada más que los latidos de su corazón contra mi oreja pegada a su pecho y era como si nada a mi alrededor existiese, solo el, no había nada mejor que su calma y paciencia.
— ¿Estás mejor? — pregunto separándose solo centímetros de mi.
Asentí con la cabeza mientras me limpiaba el rostro.
— arruine mi maquillaje— hice un puchero.
— para mí luces perfecta, no importa las lágrimas negras marcadas en tus mejilllas— dijo sonriendo.
—¿Eh? Debo parecer un espanto— fui a verme en el espejo y para mi sorpresa no tenía nada corrido, voltee a verlo con los ojos entrecerrados y estaba riendo maliciosamente, no pude evitar sonreír también.
— venga pequeña, tu maquillaje está perfecto, toda tu lo estás— estiró una mano para que la recibiera —. Bajemos, no me voy a despegar de ti así que vas a tener que soportarme por un buen rato.
— ¿Dónde estabas? Estuve buscandote por toda la casa.
— estaba atendiendo unos asuntos,pero nada de qué preocuparse pequeña, vamos.
Y así fue, Emmett no se separó de mi en toda la noche, bailamos, reímos con los chistes malos de marcos y pasamos un buen rato que me sirvió para olvidar la discusión con cleighton, Lucía ya estaba entonada igual que marcos y Angie—su esposa— mi padre se había marchado antes de yo bajar de mi habitación con Emmett y mi madre estaba charlando alegremente con los invitados. Observe a Emmett que tenía un hermoso brillo en los ojos mientras veía a sus padres bailar, extrañamente parecían que nunca se hubiesen separado, hasta parecían muy enamorados y no entendía eso para nada, el señor Gerard no le quitaba los ojos de encima, estaba encantado por Clareth y ella estaba igual, irradiaban amor, de verdad que no entendía nada la familia de Emmett.
— se ven lindos juntos— le dije sacándolo de sus pensamientos.
— si supieras lo mucho que mi padre necesitaba este momento con mi madre, ella no...— respiro profundamente y eso me hizo despertar más curiosidad por saber de ella—. Ella... Ellos merecen estar juntos, es injusto lo que le pasó a mi madre.
Una tristeza notable se posó en sus ojos y no me gustó para nada su gesto.
— ¿Puedo... Saber?— dude en preguntar.
— a su debido tiempo lo sabrás muñeca— cambio su expresión por una sonrisa— ahora, ¿me permite está pieza señora Sánchez?
Se levantó e inclinó su cuerpo hacia mí con una mano en la espalda y la otra esperando por mi.
— por supuesto querido.
No sabía exactamente qué pensar de clareth, la rodeaba un misterio que mi cuerpo percibía cada vez que se me acercaba, no sabía si era bueno o malo, pero ella tenía una historia que mi curiosidad mataría por escuchar, y no iba a presionar a nadie para que me lo dijera, quería escucharlo de sus labios de ser posible, pero como dijo Emmett, todo a su tiempo aunque me cueste mantenerme al márgen.
La fiesta fue todo un éxito gracias a mi madre, poco a poco la casa fue quedando vacía, solo quedaba Lucía, marcos y mis suegros sentados en una mesa. Mi madre estaba agotada y Emmett se ofreció a llevarla y también a la esposa de marcos con la niña.
— ahora sí voy a darme unos tragos si no les molesta— dije mientras agarraba una copa y se la ofrecía a marcos que tenía una botella de vino entera.
— por fin, la hora picante a comenzado— dijo Lucía en un tono muy alegre, ya ella tenía muchas copas encima.
Le ofrecí una a clareth y a Gerard y la aceptaron con gusto.
Justo había llegado Emmett y se sentó a mi lado dejando su mano sobre mi pierna descubierta bajo la mesa, me intercambio una pícara mirada que pude leer gustosamente y marcos le ofreció una copa también llena.
— propongo un brindis— dijo alzando su copa al frente—. Por todos ustedes. en esta mesa están las personas más importantes de mi vida y sobretodo por El amor de mi vida, mi futura esposa aquí a mi lado, porque duremos toda la vida incluso después de la muerte, juntos.
« lamentamos mucho esta noticias pero marina no está respondiendo al tratamiento» una voz se escuchó claramente en mis pensamientos, una que no conocía y unos cuantos sollozos de fondo que si podía reconocer. Eran de mi madre.
Arrugue tanto la cara confusa, ¿que eran esas voces?  Me levanté con brusquedad con los ojos como platos captando la atención de todos en la mesa que me veían extrañados.
—¿ Que sucede amor, estás bien?— pregunto Emmett sorprendido por mi acción.
Sabía que fue mi pensamiento y que ellos no habían escuchado eso solo yo, así que no quería parecer más loca y preguntar si lo habían escuchado.
—disculpadme— aclare mi garganta que se había secado por completo—. Creo que hay hormigas en el jardín, sentí...que me picó una.
Bien pensado. Costó un poco evadir la pregunta pero lo hice.
—Oh, vaya, podemos ir adentro— propuso Emmett todavía con el ceño fruncido, seguro se dio cuenta que estaba mintiendo.
—no, estoy bien descuida— me dio una mirada preocupada y suavizó su gesto—. Solo estoy un poco cansada, ya sabes.
— tienes razón, debes descansar, nosotros ya debemos irnos— dijo clareth levantando la comisura de sus labios gesticulando una sonrisa.
— si, nosotros también nos vamos, ¿Cierto marcos?— dijo Lucía dando un golpe en el hombro de marcos.
— si, si, cierto.
Mmm, estos dos están sospechosos.
Los mire con los ojos entrecerrados y Lucía se ruborizó notablemente.
— directo a casa ¿eh?— les dije al despedirnos mientras los señalaba con una pícara mirada, Lucía se ofreció a llevar a marcos a su casa y Emmett a llevar a sus padres.
— no prometo nada— respondió guiñándome un ojo la muy atrevida—. Es broma, lo llevaré directo a casa, A SU CASA— remarcó
Cerré la puerta a mis espaldas y me fui a mi habitación cuando otra vez me mareé.
« por favor doctor, se lo suplico, es mi única hija»
— ¿Mamá?— me detuve en seco—. ¿Que diablos es esto?
Apreté mucho mis oídos dejándome caer al suelo de rodillas, un fuerte dolor de cabeza se hizo presente con más intensidad que antes.
— ¿que me está pasando? 
Pensé en la última vez que tome los somníferos y se me ocurrió volver a buscarlos en la mesita de noche y tomarme dos como lo hacía antes, y si mis suposiciones eran correctas me iba a calmar el dolor de cabeza y eliminar las voces en mi cabeza, esto me empezó cuando las deje de tomar, quizá si volvía a tomarlas todo volvería a la normalidad.
Fui a la mesita de noche y abrí la gaveta, encontré el frasco y me alivie por un segundo, solo un segundo.
Un recuerdo...no, una alucinación, se hizo presente frente a mis ojos, era yo misma, se sentía como un dejá vù, tan real, sostenía el frasco de píldoras y tenía un dolor asfixiante en el pecho, tanto que pude sentirlo en el presente, tenía la misma ropa de la noche que vi la sombra en la puerta de mi casa pero decidí ignorar, de hecho, pude hasta escuchar el timbre sonar, las luces estaban apagadas, abrí el frasco y lo vacíe en mi mano, luego agarre el vaso de agua junto a mi y las tome todas de golpes.
Caí de bruces cuando volví a la realidad, las luces estaban encendidas y nadie tocaba al timbre, no tenía puesta la pijama, seguía con el vestido de mi cumpleaños.
—¿Que?
Estaba muy sorprendida y asustada por la escena que se proyectó frente a mis ojos, me levanté rápido y volví a buscar entre la gaveta el frasco de pastillas, al encontrarlo y agitarlo pude comprobar que estaba vacío, completamente vacío.
 




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