Se me hizo fácil seguir el ritmo y cumplir órdenes, yo siempre fui Atlético y fornido, me gustaba estar activo y realizar pequeñas misiones, a pesar de todo si fue buena decisión venir para distraer mi mente, no me daban tiempo ni de echar una lloradita por mi pequeña.
Lo que se me hizo difícil fue no tener ningún tipo de contacto con nadie, ni teléfono podíamos tener y no nos daban días libres, no aún.
Conocí a mi grupo, todos eran excelentes chicos, muy sociales y unidos, eran inteligentes y muy bien preparados. Teníamos que crear un lema y una bandera así como también un código secreto. Nadie se llamaba por su nombre, siempre por el apellido, no sabía el nombre de ningunos en mi grupo ni ellos el mío, el general decía que el apellido detonaba respeto y el nombre era algo privado que debía solo ser nombrado a la hora de recibir un honor o de registrar tu muerte, si, era absurdo pero era su ley.
Nos levantaban a las cuatro de la madrugada a recorrer la zona y nos ponían obstáculos que para mis piernas largas solo se sentían como piedras en el camino, fui ganando masa muscular por el entrenamiento diario, ya no era débil y mi cuerpo paso por cambios con solo unos meses.
Mi barrio quedaba a solo unas pocas horas de distancia, eso marina no lo sabia, nunca supo a que cuartel me fui, todas las noches me provocaba huir a buscarla, pero era inútil, quiza ya ella estaba en Canadá, a pesar del dolor lo hice bien y no será en vano.
Pasaron los meses con la mayor lentitud posible, hay que ver qué cuando quieres que pasen tus días rápidos el tiempo te detiene en seco y se burla poniéndole diez horas más al reloj, quizá me lo merecía por torpe, cada día me arrepentía más y más de alejarme de ella, es un martirio eterno el que estoy viviendo.
Nueve meses al fin y mi enérgico cuerpo derrochaba energía en el área de entrenamiento, el Mayor me felicitaba cada vez por mi desempeño y me ofreció cambiarme de grupo por uno más avanzado, el cual me negué por la fidelidad que le tenía a mi equipo, ellos hacían de mis días más pasables.
Nos dieron por fin dos días libres, no podíamos salir pero podíamos deambular por el cuartel en civil, aunque habían pocas cosas de distracción, decidimos ir caminando a una montaña en el fondo del cuartel, quedaba lejos pero éramos curiosos y nos gustaba hacer retos entre nosotros mismos porque éramos competitivos y a mí me gustaba.
Habíamos subido a la montaña, nos llevo toda la mañana y tarde llegar a la cima, ya estaba oscureciendo y habíamos encendido una fogata, yo estaba preparandome para descansar luego de terminar de comer la cosa que preparó mi compañero León y le digo cosa porque no se le podía llamar comida, era un insulto para mí buen paladar obligarlo a saborear tal cosa.
— creo que iré a ensuciar un par de hojas por aquellos lados antes de dormir, ¡León nos acaba de envenenar señores!— soltó lew el compañero más bajito del grupo.
— ¡Más lejos perro asqueroso! ¡De aquí puedo ver tus nalgas rosadas!— solto una carcajada— ¡Parecen las mejillas de una princesa!— se burló Rodríguez.
Todos empezamos a reír.
— ¡Ven y besalas anciano baboso— le devolvió lew desde los matorrales.
Pasamos la noche riendo y conociéndonos más a fondo, escuché las historias de cada uno y ellos la mía, me sentí liberado al decirlo en voz alta y que varios oídos estuviesen ahí conmigo escuchando y dándome apoyo así como yo estuve escuchándolos a ellos y dándoles mi apoyo, esa noche nos unimos más como hermanos que como compañeros, cualquiera que nos viera se burlaria de nosotros, parecíamos unas comadres hablando de las tragedias amorosas de nuestras vidas, solo nos faltaba la taza de café y no el té de hierbas extrañas que hizo William.
— esto sabe a mierda— escupió Roncio— ¿seguro que no agarraste las hojas que uso lew?
Roncio era alto como yo pero más delgado y tenía una historia como que la mía, solo que la de el era más desgarradora.
—¡Culebra! Pinche puta de la madre que la parió— grito el cobarde Martín.
Todos volvimos a reír cuando vimos que era solo una rama que le había tirado Guevara.
Y así pasamos la noche hasta quedarnos dormidos.
Este es mi grupo de siete dementes en una montaña— ocho conmigo— rodeados de árboles y animales salvajes, pero confiados de Martínez que era el que le tocaba guardia. confiábamos solo en nosotros mismos en más nadie, eso era algo que teníamos que tener siempre presente, no confiar en nadie más que en su grupo.
En un mes ya se cumplirá un año y estaba cada vez más entusiasmado y con propósitos claros, llegaré a casa y empezaré de nuevo, ese era mi motor diario, saber que llegaré y estaré junto a la mujer que tanto amo y que a pesar de la distancia nunca cambie de sentimiento, más bien se hizo más fuerte.
Me propusieron ir a una misión en Afganistán el cual rechacé, mi grupo acepto porque no tenían a nadie esperándolos en casa, yo si.
Un año entero y pude sentirme libre y renovado, ya estaba de camino a casa, sentía la emoción aumentando a cada minuto, el corazón me bombeaba a todo dar cuando vi a lo lejos a mi padre sentado en el porche con la vista en sus manos que reposaban en sus piernas, ¿Sabía que hoy volvería? Lo dudo.
— viejo...— levantó rápido su mirada cruzando la con la mía y marco la sonrisa mas grande que vi en toda mi vida— ¡mi viejo, volví!
Se levantó y me espero con los brazos abiertos, había esperado este abrazo por un año entero, jamás me había separado de mi padre ni de royi, realmente los extrañe muchísimo.
Royi salió disparado por la puerta principal y se detuvo en seco cuando me vio, sentí que no lo veía en una eternidad, abrió los brazos y nos abrazo a los dos, mi padre no quería soltarme.
Luego de descansar un poco nos sentamos los tres en el patio en una mesa que yo mismo construí, fue uno de mis primeros trabajos de práctica y me había quedado excelente.
— ya no te puedo llamar hermanito, estás más desarrollado que yo— dijo royi sonriendo— ya no podré meterme contigo.
— ni se te ocurra, aprendí a destrozar costillas con un solo puño— le bromee.
— eso quiero verlo— respondió formando puños y agitandolos.
— oh, vamos, sabes que soy más fuerte.
Reímos y nos pusimos al día de todo lo que paso en este largo año, yo les conté mi experiencia y ellos solo quedaron asombrados por todo lo que hacíamos en aquel lugar.
Estábamos a finales de noviembre ya faltaba poco para Navidad y solo podía pensar en mi primera navidad junto a marina.
—emmett, hijo, tenemos algo que decirte.
— claro viejo, suelta.
— hijo, escúchame, se que esto será difícil de digerir así que te pido que lo tomes con calma para que puedas procesarlo y poder actuar con más cautela— me advirtió mi padre, ya estaba empezando a desesperarme y ni sabía de qué se trataba.
— hijo, marina no volverá como te lo hizo creer su padre...
—¡¿Que?! ¿Por qué dices eso papá? El y yo teníamos un acuerdo y marina solo se fue por un año, ¡ella volverá lo sé!
— no hijo, Lucía le dijo a marcos que marina volverá cuando termine sus estudios...en cinco años.
¿Cinco malditos y eternos años? Era imposible, me deje engañar por una asquerosa rata, mi cabeza empezó a doler sin saber que hacer, no podía creer lo imbécil que fui al dejarme manipular y perder a marina. Recordé que nunca le dije a marina cuándo volveré, ese fue mi error, mi gran error.
Tenía que hacer algo, tenía que dar con ella, le pedí el teléfono prestado a royi e intenté llamarla, la angustia de perderla no me dejaba pensar con claridad y para colmo su teléfono estaba fuera de línea.
Salí a toda velocidad en dirección a su casa, no quedaba tan lejos, al llegar el portón principal estába cerrado y no había ningún carro aparcado, no había nadie, así que fui a casa de Lucía que quedaba al final de la calle, una señora mayor salió y dijo que ella se había ido a vivir a Francia hace un mes atrás.
Desesperado y sin muchas opciones fui a buscar a marcos que para mí mala suerte estaba de vacaciones con su padre, no podía hacer nada más, pero no me iba a dar por vencido.
Fui cada día a la casa de marina, royi dijo que escucho que sus padres estaban viajando por la temporada de Navidad así que tardarían mucho en venir. No me iba a dar por vencido jamás, no hasta encontrarla.
Había pasado tres semanas desde que llegué al pueblo, ya el frío de diciembre se sentía consumidor calandome hasta los huesos, iba caminando por el centro, imaginando mi encuentro con marina, porque algún día más temprano que tarde íbamos a estar juntos.
Me detuve en la acera para subir la cremallera de mi chaqueta cuando fije la vista en una tienda de joyería, inconscientemente me adentre y sin razón alguna me encontraba viendo anillo de boda, eso me hizo pensar en marina, en lo feliz que seríamos casandonos, entonces la idea cruzo por mi cabeza, decidí en ese momento que la iba a buscar donde estuviese, me iba a quedar con ella así sea por los cuatro años que faltaban mientras ella seguía estudiando y la iba a convertir en mi esposa, no voy a correr el riesgo de volver a perder a marina, no otra vez.
Así que hable con una chica en el mostrador y ella me enseñó todos los anillos de compromiso, pero ninguno era de mi agrado, así que la chica me dio la opción de que podía mandar a hacer el anillo a mi gusto, entonces eso hice, en menos de un mes traerían el anillo que mande a fabricar para marina, se que ella lo amará.
En noche buena, mi padre, royi y yo estábamos compartiendo la cena familiar y hablando de las nuevas oportunidades que vendrán en este año nuevo, royi consiguió un trabajo en una pequeña empresa en el centro y mi padre le estaba yendo bien en la carpintería.
En medio de la cena alguien tocó a la puerta y mi padre fue a ver de quién se trataba, mientras royi discutía conmigo quién limpiarla los platos sin siquiera terminar de comer.
— Emmett, tienes una visita importante— musitó mi padre con la voz más triste que había escuchado en el.
Al levantar la vista vi al Mayor de pie frente a mi con la cara preocupada y las cejas fruncidas.
— Mayor, ¿que lo trae por aquí en noche vieja? ¿Esta todo bien?— pregunté preocupado.
— Sánchez, se que ya su año como recluta culminó, pero necesitamos de tu ayuda, se trata de tu equipo— arrugó aún más el ceño— los han reportado desaparecidos durante una misión...
Empezó a explicarme lo que pasó y las horas que lleva desaparecidos, yo había dejado de escuchar al instante que me pidió ir a buscarlos, había desarrollado una habilidad para encontrar personas secuestradas, pero solo era en entrenamiento, nunca había hecho eso fuera de la base, solo eran simulaciones pero era muy bueno.
— es tu grupo Sánchez, tienes que encontrarlos, nosotros perdimos a muchos y todavía no damos con ningúno, estan acabando con nuestra base en Pakistán, debemos actuar rápido y con precaución.
Piénsalo, se que harás lo correcto, tus compañeros te necesitan.
Luego de marcharse, sin mi respuesta, me quedé sentado analizando la situación y la cosa iba así... Mi grupo eran mis hermanos ellos fueron parte importante de mi vida, me dolía el pecho de solo pensar que estaban en problemas y yo aquí muy tranquilo disfrutando las navidades. Marina estaba en Canadá y tardará en venir cinco años, sus padres estaban viajando y no vendrían todavía así que no podía sacarle información a la rata sucia de su padre. Entonces decidí... Buscaré a mis chicos, mientras le pediré a mi padre y a royi que averigüen donde está marina para luego de volver, seguir mi plan de ir tras ella.
Al otro día me comunique con el mayor para darle mi decisión y luego de Doce hora ya estábamos en vía a la base para preparar las cosas y partir en un helicóptero gubernamental para Afganistán, teníamos que actuar rápido, antes de que sea tarde.
Mi corazón se partió en mil cuando recordé que algo había olvidado...el anillo en la joyería que había mandado a fabricar para marina.