En qué estrella estará

CAPÍTULO 17

AÑO 2020

Vos sabés que a veces hay desencuentros,
pero cuando hay un encuentro
de dos almas, trae luz.

Los fabulosos Cadillacs

 

Francesco me miró, serio.

-Creo que tenemos que hablar, así es. Pero va a dolernos, Trini.-

Yo me encogí de hombros. Nada podía dolerme más que lo que había vivido. Estaba preparada.

-Trini... Sé que no tengo derecho, pero...¿Podrías contarme qué pasó cuando me fui?-

Sonreí con tristeza, cerré los ojos, y empecé a hablar.

-El día que te fuiste sentí alivio. No porque te marcharas, si no porque yo había tenido razón. Estaba segura de que lo harías algún día. Estaba tan enfadada, no sabes cuánto. Te odié, creía que eras un cobarde, cuando la cobarde fui yo.-

-¿Por qué dices eso?-

-Porque no quise enfrentar lo que me estaba pasando. Estaba deprimida, dolida. No quería aceptar que Estrella se había ido. No quise enfrentar la realidad, y ataqué a todo el mundo. Estaba tan centrada en mi dolor que olvidé que los demás también estaban dolidos, especialmente tú-.

-Trini, pero tu dolor no tiene comparación. Tú llevaste a nuestra hija en tu vientre...-

-No es eso, Fran. Todos sufrimos esto de diferentes maneras, nuestros padres perdieron una nieta, Irina perdió a su sobrina... Todos tuvimos nuestro dolor, pero yo no supe qué hacer con él, y estropeé lo bueno que teníamos, nuestro matrimonio.-

-Los dos lo estropeamos. Yo no supe esperarte, todo lo que pasó me desbordó. No supe esperar a que volvieras a ser tú misma...-

-Es que esa ya no existe, Fran. Ya no soy la misma. Estrella me cambió. Tal vez me veas igual, me escuches reír, me oigas soñar...pero ya no soy la misma. Una parte de mí está rota, una parte de mí se fue con nuestra hija y está allá con ella. Ahora estoy aprendiendo a vivir de nuevo, pero mi corazón está roto.-

Miré a Francesco. Su rostro estaba surcado de lágrimas. Intenté descifrar lo que decía su mirada, pero no pude. Entonces seguí hablando.

-Unas semanas después de que te fuiste, Irina me salvó. La había expulsado también a ella. No atendía sus llamadas ni contestaba sus mensajes. Evidentemente tú tampoco, porque no sabía que te habías ido. Una mañana vino a casa y me dijo cosas que nunca me había dicho. Me llamó egoísta, me dijo que me estaba encerrando en mí misma y que no me importaba lo que sufrían los demás, y que ella no podría tolerar perder a su sobrina y a su hermana de una vez. Me arrastró a la ducha y abrió el grifo de agua fría, y me puso debajo. Una vez que terminé de gritar y patalear, accedí a buscar ayuda. Me puso en contacto con una organización sin fines de lucro que apoya a mujeres que han pasado por este trauma. ¿Sabes que una de cada cuatro mujeres sufre una pérdida gestacional? ¿Y que a esos bebés que mueren en una pérdida gestacional se les llama "bebés estrella? Qué casualidad, ¿no? Esa estadística es tremenda, y nadie habla de ello. Encontrar este grupo me ayudó a sentir que no estaba sola, y me ayudó a perdonarme por las cosas que hice y dije. Y me ayudó a perdonarme por perderte a tí. Después intenté contactarte, pero habías cambiado tu número, y entendí que no querías tener contacto conmigo, por eso no insistí en tu trabajo ni con tus padres. Te entendí, Fran. Tú luchaste por nosotros, y yo te abandoné. Perdóname, Fran-.

Fran negó con su cabeza y me acercó a él, abrazándome.

Seguía llorando, y no decía nada. Me alarmé y tomé su cara con mis manos.

-Ey, ¿qué pasa, Fran?-

-Perdóname tú, Trini. No te merezco. Soy un cobarde, dejé que lo nuestro se destruyera. No luché por nosotros, elegí el camino más cómodo, y ni siquiera me preocupé por saber cómo seguías. Antes de venir aquí fui a nuestro departamento y no te encontré. Se me cruzó por la cabeza llamarte pero temía saber qué me encontraría, entonces llamé a Irina. Ella me dijo que estabas aquí. Vine a pedirte el divorcio porque creía que no quedaba nada por lo que luchar, pero... estar aquí contigo estos días...Dios...es muy difícil, no me había dado cuenta de lo mucho que te echaba de menos, lo mucho que me gustas, lo mucho que te deseo, Trini. No sabes el esfuerzo que estoy haciendo para no tumbarte en el sillón y...- Respiró hondo y sonrió. -Dejémoslo en lo mucho que lamento haber estado borracho la otra noche. Hay tantos detalles que olvidé-.

Me acerqué más a él y puse mis manos en su pecho. Noté que latía desbocado. Acerqué una de mis manos a su nuca y empecé a jugar con su cabello.

-Trini...vamos, sabes que si sigues haciendo eso no respondo de mí.- Cerró los ojos y respiró profundo nuevamente. La situación se estaba volviendo muy íntima de pronto. -Todavía tengo cosas que decirte...- dijo suspirando, mientras mis manos seguían explorando su cuerpo. De pronto su respiración se volvió más superficial y sus ojos se volvieron más oscuros por el deseo. -Trini, por favor.-

-Te necesito, Fran. Necesito sentirte. Ahora-.

Eso fue todo el empuje que necesitó. Me besó, y en su beso volcamos todo lo que sentíamos. El dolor, el amor, el perdón, y el deseo. Me hizo enroscar las piernas alrededor de sus caderas y me llevó a trompicones a la habitación, haciendo algunas paradas técnicas en las paredes del pasillo. La urgencia nos devoraba, parecíamos dos adolescentes abrumados por la pasión.

Pasamos toda la noche juntos, y el amanecer nos encontró rodeados de los Backstreet Boys y Enrique Iglesias.

Esa mañana, mientras estaba acostada en su pecho, sentí que una pieza importante de mi corazón volvía a su lugar, y sentí algo parecido a la felicidad. No felicidad completa, pero sí felicidad al fin, paz.

Se lo comenté a Francesco y él me besó la coronilla con ternura. Lo noté raro, y se lo comenté, pero me dijo que estaba cansado.

No le creí, pero lo dejé pasar. Me levanté y fui a hacer el desayuno.

En esa especie de "luna de miel" pasamos casi una semana. Entre besos, caricias y risas, se me pasó el tiempo de cuarentena. Se suponía que ya estaba curada. De todos modos no queríamos salir de nuestro bunker. Preferíamos quedarnos allí, entre esas cuatro paredes que nos protegían del mundo exterior. Solo escribía a mis padres y a Irina lo justo y necesario para que supieran que seguía viva. E Irina era la única que sabía que Fran estaba conmigo.




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