En serie

Lluvia ácida sobre mármol caliente

“Afirmación: Número palabras igual acto sexual actual no eficaz.

Consejo uno: suprimir palabras igual acto sexual no eficaz.

Subconsejo uno: suprimir frases igual acto sexual no eficaz.

Consejo dos: lista palabras suprimir: acostarse, aparearse, beneficiarse, bombear, cardar, chicar, chingar, chuscar, coger, cohabitar, coitar, conejear, copular, culear, empalar, empernar, empomar, empotrar, enflautar, enfrutiñar, entubar, fifar, follar, fornicar, frungir, garchar, intimar, jincar, joder, menear, meter, mojar, montar, ñiquiñiqui, petar, pinchar, polinizar, procrear, retozar, taladrar, trajinar, triscar, trincar, zumbar.

Subconsejo dos: lista frases suprimir: clavar hueso, consumar matrimonio, dar candela, dar carne barra, despertar vecino, echar canita aire, echar Kiki, echar pinchito, echar polvo, enterrar nabo, hacer amor, jugar teto, meter preso en cárcel, llevar destino huerto, mojar churro, pasar por piedra, pincelar almeja, poner mirar Cuenca, practicar coito, practicar acto sexual, rellenar pavo, tener relación.

Consejo tres: Palabra eficaz igual acto sexual: Violar.

Subconsejo tres: cambiar palabras lista consejo dos más frases lista subconsejo dos por palabra eficaz: Violar.

 

 

Gruesas gotas heladas caían del cielo y lamían el color de las agrietadas fachadas de los edificios como si fueran ásperas lenguas de gato. Ignacio apenas percibía el tamborileo de la lluvia como un ruido de fondo monótono que se colaba en su mente semiconsciente entre voces difusas, un pitido rítmico sincronizado con los latidos de su corazón y el parlotear incesante y omnipresente de Adam Smith que lo había arrancado de sus sueños tranquilos. No sentía los brazos mojados y bajo su espalda se hundía en algo blando, por lo que supuso que estaba echado en una cama a salvo de la intemperie. Molesto trató de frotarse los ojos y la parte izquierda de su frente, donde sentía como si alguien le estuviera estirando la piel, pero sus brazos parecían tener vida propia y en vez de eso se golpeó con las palmas entreabiertas tras las orejas. Un nuevo pitido, ahora constante, empezó a sonar. Intentó abrir los ojos, pero los párpados parecían pesarle toneladas y apenas los separó lo suficiente como para que la luz de un foco blanco y frío lo cegara. En la oscuridad en la que se había sumergido de nuevo escuchó pasos que resonaban por encima de los consejos de la radio y cada vez cobraban mayor intensidad.

—Pregunta: ¿Sujeto despierto?

Más pasos, estos cortos, nerviosos, con un ritmo más acelerado.

—Afirmación: Sujeto despierto setenta por ciento.

—Orden: Administrar diez miligramos de “Despierto” vía intravenosa. Orden dos: Llevar sujeto despierto destino doctor.

Se escucharon pasos de nuevo, esta vez perdían intensidad, se estaban alejando. ¡Sí! Al fin lo dejaban solo. Incluso medio dormido Ignacio no se encontraba cómodo rodeado de gente a la que no podía ver. Dejó escapar el aire aliviado, hasta que sintió unas manos que lo agarraron con fuerza bajo las axilas, vacío bajo la espalda y luego el abrazo de una silla en precario equilibrio. Antes de lograr recuperar el aliento ya volvían a moverse. La fría brisa del aire que desplazaban le azotaba la cara y sentía el traqueteo rítmico de las ruedas cada vez que cruzaban una raya del suelo del pasillo que vislumbraba a ratos, al entreabrir los párpados con el rebote. Apestaba a lejía. Poco a poco las drogas que corrían por sus venas comenzaron a hacer efecto. Cuando llegaron a su destino, ya se sentía despierto, alerta, en plena posesión del correcto funcionamiento de sus extremidades. ¿Por qué su brazo izquierdo estaba escayolado?

 

 

El doctor lo estaba esperando reclinado en su sillón y envuelto en una nube de humo.

—Afirmación: Saludo sujeto Ignacio 24432

—Saludo —masculló este.

Poco a poco, según la neblina se difumaba, la cabeza del médico se fue materializando. Era un hombre entrado en carnes, calvo, con una papada gigante que le caía sobre el cuello y le daban el aspecto de un mastín aburrido. Claro está que Ignacio no tenía ni idea de que hubiera distintas razas de perros por lo que su mente relacionó la imagen con un perro-rata callejero. El hombre lo observó con sus pequeños ojillos azules hundidos sobre sus mejillas y apoyó los restos del puro que seguía sosteniendo con la mano sobre un cenicero de vidrio para que las brasas murieran lentamente. El tabaco era un producto de lujo, por lo que tal ostentación de poder adquisitivo desconcertó a Ignacio. Se dio cuenta de que no estaban solos. En una esquina había un guardaespaldas armado con una metralleta que miraba al frente sin mover un músculo. O al menos la estatua de un guardaespaldas a escala real, Ignacio no estaba seguro.

—Noerror —murmuró el médico echando una mirada a la pantalla de su ordenador, en cuya parte trasera Ignacio podía distinguir el logo de Panacota S.A.

—Pregunta: ¿Razón Ignacio ser hospital? —estalló con una furia que lo sorprendió a él mismo. Tal vez algún efecto secundario del “Despierto” que corría por sus venas.

El médico levantó la vista y lo estudió con sus ojillos diminutos.



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En el texto hay: distopia, robots, ciencia

Editado: 06.05.2019

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