En Silencio.

El extraño del subterráneo

Del otro lado del desastre, Robert Nava ayudaba a los sobrevivientes a salir de aquel atroz lugar. Gil sentía unas ganas inmensas de llorar, sabia que su amigo jamás volvería. Edna por su parte estaba totalmente destrozada y Alejandro sentía ganas de salir corriendo para buscar a su amigo.

Había periodistas, ambulancias, bomberos y todos los de protección civil más algunos voluntarios. Habían avisado a los conductores de los trenes acerca del percance y se habían parado por completo las líneas de transito subterráneo. Robert había llamado a Rudolf a su celular para informarle de todo, Rudolf simplemente le dijo que buscara a Mártin y que no fuera solo que llamara a los de SWAT para que lo apoyasen.

En la calle los paramédicos hacían su trabajo, Alejandro se separo del grupo y huyo corriendo en dirección a la próxima parada del subterráneo. – Necesitaba saber que había pasado con su amigo-. Camino a la estación de Dalí St., Alejandro vio como la gente se amontonaba a ver en una vitrina de una tienda de televisores las imágenes en vivo de un encuentro entre un policía y un joven criminal. Alejandro se detuvo y miro también. A primera instancia se dio cuenta de que ese joven era su amigo. El miedo le recorrió el cuerpo entero cuando vio como el policía le mantenía con la pistola apuntándole a la cabeza. Se volvió a encaminar para llegar lo más rápido posible a la estación, con el fin de llegar a un acuerdo, evitando lo que para él seria una horrible tragedia.

Mike Robinsón presentaba y describía las imágenes desde atrás de su escritorio frente a la cámara que Julián sin saber estaba enviando. Mike dijo que estaban tratando de hacer contacto vía telefónica pero que el celular de su compañero, no tenía señal.

Mark aun sentía escalofrió cuando aquel hombre hablaba. Julián se mantenía completamente inmóvil. Miraba como el sujeto se hacia hacía tras y tomaba un arma que solo dios sabe de donde había salido. Pues cuando habían entrado no la habían visto y de pronto ya había un arma en la mesa, lo mas lógico era que el arma ya la traía el sujeto. En un abrir y cerrar de ojos el sujeto disparo a la pierna derecha del agente derribándolo.

Mártin, sentía como la bala había entrado en su cuerpo, el calor que emitía en la pierna y la acidez de la pólvora quemándole el músculo era un dolor muy intenso. Mártin había pensado en dispararle cuando el estrepitoso sonido de un celular sonaba con toda su fuerza. Mark sintió que la sangre le bajaba hasta los pies, Julián no había querido mover siquiera un solo dedo, el hombre giro en dirección a unas tablas y disparo dos veces, las balas habían pasado cerca de Mark, pero del miedo que sentía, no le habían quedado las ganas de saber que tan cerca.

- Sal de ahí ahora maldita escoria.

Mark se había sentido culpable, así que salio él y dejo que su compañero continuara en la protección de las tablas aquellas.

- perdón señor, yo solo soy el que limpia aquí. – Mark se sentía muy listo.-

- Si claro, Sobre todo con lo limpio que esta el lugar, además con una chaqueta que dice Mark Jacob, canal ocho.

El hombre aun no terminaba la frase cuando el disparo del arma de Mártin Walle le alcanazo el hombro. El hombre no reacciono al dolor como debería, si no más bien solo giro en dirección a Walle y empuño de nuevo el arma contra él, pero al notar que la puerta se había entreabierto cuando Walle cayó al piso, prefirió salir huyendo ahora que podía.

En el exterior, la policía mantenía rodeada la estación de Dalí y los de SWAT preparaban una redada para entrar a la estación. La gente se mantenía tras la línea y algunos protestantes entorpecían más la estrategia con sus gritos y sus palabrerías. El primer flotón había llegado hasta el anden. Rudolf veía todo desde su patrulla y Robert preocupado por la salud de su compañero, había decidido entrar por su cuenta, ya que los de SWAT no lo habían dejado entrar con ellos. Robert había visto una forma de llegar al túnel del subterráneo hacía algunos años cuando James Crofort había tenido un accidente automovilístico. Esa noche la lluvia cubría con su manto la ciudad, Crofort venia en estado de ebriedad y con la velocidad del coche a tope. Paso por esa misma avenida justo cuando remodelaban el ducto del drenaje, derrapo y después de algunas piruetas el coche subió por la pequeña rampa de tierra que habían dejado, enviándolo al aire y provocando la volcadura que término con expulsarlo a él. Lo mas extraño del caso era que el cuerpo de Crofort había quedado incrustado en uno de los ductos pequeños de drenaje abierto.

Robert fue hacia la alcantarilla y le quito la tapa. Encendió su lámpara de bolsillo y camino alrededor de cincuenta pasos, cuando encontró lo que buscaba. Era una pequeña compuerta que había sido diseñada con el fin de sacar a la gente del subterráneo en caso de emergencia- Pensó en que no habían escogido la mejor ruta.-, la abrió y miro que solo un semi-tubo de metal y una escalera oxidada que bajaba hacían que salvar la vida de su amigo se volviera aun mas interesante. Al bajar pudo escuchar disparos y gente corriendo. Por un momento pensó que había llegado muy tarde.




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