En silencio

Capitulo 1

Clara se sentó en el borde de su cama, observando cómo la lluvia caía pesadamente sobre el cristal de la ventana. Las gotas deslizándose por el vidrio parecían reflejar el torrente de emociones que le inundaba el corazón. Era un día nublado, tanto en el exterior como en su interior. Afuera, la vida continuaba, ajena a su dolor; adentro, un silencio abrumador la envolvía como un manto pesado.

La primavera, que debería simbolizar renacimiento y renovación, solo acentuaba su sensación de estancamiento. Clara había perdido la conexión con la alegría que alguna vez llenó su vida. Se levantó lentamente, cada movimiento era una lucha, y se dirigió a la cocina. El desorden reinaba en su hogar, un reflejo de su estado mental; platos sucios apilados en el fregadero, ropa esparcida por el suelo, y una capa de polvo que cubría la mesa como un recordatorio de los días pasados.

Mientras el agua del grifo corría, Clara se quedó mirando su reflejo en la superficie del fregadero. Su rostro estaba demacrado, con ojeras que le daban un aspecto cansado. La imagen que le devolvía la mirada era la de una extraña, alguien que había olvidado cómo sonreír. “¿Qué te pasó, Clara?” se preguntó a sí misma, y aunque sabía la respuesta, la idea de enfrentarla era aterradora.

En su mente, un eco resonaba: “No eres suficiente.” Esa voz crítica se había vuelto familiar, cada vez más insistente, y ahora se había convertido en su compañera constante. Clara no sabía cómo había llegado a este punto, pero la depresión había infiltrado su vida de tal manera que cada aspecto de su existencia se había vuelto pesado y sombrío.

Decidió prepararse una taza de té, un ritual que solía brindarle consuelo, pero que en esos momentos solo parecía una tarea más en una lista interminable de cosas por hacer. Se sentó en la mesa, mirando la taza humeante que había preparado, pero no pudo evitar sentir que el calor se evaporaba tan rápido como su motivación. El silencio en el apartamento era ensordecedor, y a medida que sus pensamientos oscurecían su mente, la sensación de aislamiento se intensificaba.

El teléfono vibró sobre la mesa, sacándola de su trance. Era un mensaje de su amiga Laura, preguntándole si quería salir a caminar. Clara dudó, el simple acto de socializar parecía una montaña imposible de escalar. “Quizás mañana,” respondió, una mentira que ya se había convertido en un patrón. Sabía que Laura estaba preocupada por ella, pero la idea de salir al mundo exterior la llenaba de ansiedad.

En la tarde, el cielo se oscureció, y Clara se sintió atrapada en su propio laberinto de pensamientos. “¿Por qué no puedo ser feliz?” se preguntó, con lágrimas acumulándose en sus ojos. Había días en los que sentía que la lucha era interminable, como si estuviera atrapada en un túnel sin salida. Esa noche, se sentó en el sofá, rodeada de sombras, y se dio cuenta de que necesitaba ayuda.

Esa decisión, aunque aterradora, fue el primer paso hacia la luz. Sabía que la depresión no desaparecería por sí sola; necesitaba buscar apoyo, enfrentar sus demonios. Abrió su computadora portátil y comenzó a investigar terapeutas en su área. A medida que recorría las páginas, se sentía más ansiosa, pero también un pequeño destello de esperanza comenzaba a surgir. “Tal vez haya una salida,” pensó, mientras anotaba nombres y números.

Cuando finalmente se decidió, sintió una mezcla de miedo y alivio. Era hora de dejar atrás el silencio y buscar la ayuda que tanto necesitaba. Esa noche, Clara se acostó con un ligero peso en su pecho, pero también con la promesa de un nuevo comienzo. “Mañana será diferente,” se susurró, aferrándose a esa pequeña chispa de esperanza.



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En el texto hay: depresin, depresion y soledad

Editado: 19.10.2024

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