En silencio

Capitulo 2

Clara despertó ese día con una mezcla de emociones. La decisión de buscar ayuda había llenado su pecho de un nuevo tipo de ansiedad; la ansiedad de lo desconocido. Miró por la ventana, observando cómo la lluvia seguía cayendo, dibujando caminos en el cristal. “Es como si el mundo estuviera llorando conmigo,” pensó, sintiendo que cada gota era un reflejo de su tristeza.

El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. Era Laura, insistiéndole para que se reunieran. Clara sintió el impulso de rechazar la invitación, pero recordó la promesa que se había hecho a sí misma: “Hoy no me cerraré en mi burbuja.” Con un esfuerzo consciente, aceptó el encuentro, sintiéndose un poco más ligera al hacerlo.

Cuando llegó al café, Clara se sintió abrumada por el bullicio de las conversaciones y el aroma del café recién hecho. La ansiedad apretó su pecho, pero se recordó a sí misma que estaba allí para abrirse. Laura llegó poco después, con una sonrisa brillante que contrastaba con la penumbra que envolvía a Clara.

“¡Clara! ¡Qué bueno verte!” exclamó Laura, abrazándola con calidez. Clara sonrió débilmente, sintiendo la presión de mantener una fachada. Se sentaron en una mesa en la esquina, y Clara luchó por concentrarse mientras Laura hablaba sobre su vida.

“¿Cómo has estado? No he sabido de ti últimamente,” preguntó Laura, su tono lleno de preocupación.

Clara tomó un sorbo de su té, buscando las palabras adecuadas. “He estado… lidiando con algunas cosas. No es fácil,” respondió, sintiendo la necesidad de ser honesta, pero temiendo que Laura no pudiera entender la profundidad de su dolor.

Laura la miró con empatía. “Sabes que siempre estoy aquí para ti. No tienes que pasar por esto sola.”

Clara asintió, pero por dentro se sentía escéptica. Había años de distancia emocional entre ellas, y cada vez que intentaba compartir su tristeza, la conversación se deslizaba hacia lo superficial. Aun así, decidió intentarlo. “Estoy pensando en ver a un terapeuta,” dijo, sintiendo un nudo en su estómago.

“Eso es un gran paso, Clara,” dijo Laura con una sonrisa alentadora. “Hablar con alguien puede ser muy liberador.”

Las palabras de Laura la hicieron sentir un poco más segura, pero también recordó la mirada de juicio que había visto en otros. “¿Y si me juzgan?” murmuró, con la voz quebrada.

“Nadie puede juzgarte por buscar ayuda. Todos enfrentamos nuestros propios demonios,” respondió Laura, con sinceridad. Clara sintió una chispa de esperanza en la calidez de su amiga, pero la sombra de la duda seguía acechando.

La conversación fluyó entre risas y recuerdos compartidos, pero Clara sentía que algo seguía faltando. Mientras miraba por la ventana, se dio cuenta de que no podía ignorar el abismo que había dentro de ella. Decidió ser más abierta. “A veces me siento completamente atrapada. No veo salida,” confesó, sintiendo que se liberaba un poco al compartir su carga.

Laura la miró con seriedad. “Esa es la razón por la que es importante hablarlo. No tienes que enfrentar esto sola. Estoy aquí para ti.”

Después de un rato, Clara se despidió de Laura, sintiéndose un poco más ligera. Mientras caminaba de regreso a casa, se sintió abrumada por la realidad de lo que estaba a punto de hacer. Se detuvo frente a la puerta de su apartamento, respirando hondo antes de entrar. “Un paso a la vez,” se recordó.

Esa noche, Clara se sentó frente a su computadora, revisando la lista de terapeutas que había encontrado. Su corazón latía con fuerza mientras seleccionaba un nombre. “Espero que esto funcione,” susurró. Presionó el botón para llamar, sintiendo que el mundo a su alrededor se desvanecía.

La voz amable al otro lado de la línea la hizo sentir un poco más segura. “Hola, soy Clara. Quisiera pedir una cita.” Las palabras salieron con dificultad, como si llevaran consigo el peso de su historia. La recepcionista le respondió con dulzura, programando su cita para la próxima semana.

Al colgar, Clara sintió una mezcla de alivio y miedo. “Esto es real,” pensó, mientras una lágrima solitaria se deslizaba por su mejilla. Era un pequeño paso, pero en su corazón sabía que era el comienzo de algo significativo.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Clara se sintió diferente. La oscuridad que la había rodeado durante tanto tiempo no había desaparecido, pero había una luz tenue que comenzaba a asomarse. “Tal vez, solo tal vez, haya una salida,” se susurró a sí misma, aferrándose a esa nueva esperanza.



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En el texto hay: depresin, depresion y soledad

Editado: 03.10.2024

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