En silencio

Capitulo 13

El sol asomaba por el horizonte, tiñendo el cielo de suaves tonos dorados y naranjas. Clara se despertó esa mañana sintiéndose diferente. Era como si el peso de la oscuridad que había cargado durante tanto tiempo hubiera comenzado a desvanecerse, aunque solo fuera un poco. Había decidido que quería ser parte de la luz, de la vida que la rodeaba, y no solo un espectador.

Después de un desayuno ligero, se preparó para asistir a la clase de yoga en el parque. Aunque al principio había dudado en ir, recordando lo que había sentido la última vez, ahora había algo en su interior que la empujaba a seguir adelante. En el camino, sintió una mezcla de nervios y emoción. “¿Qué pasará hoy?” se preguntó mientras caminaba, sintiendo el aire fresco en su rostro.

Al llegar al parque, vio a varias personas sentadas sobre sus esteras, disfrutando de la calidez del sol de la mañana. El ambiente era relajado y acogedor. Clara se unió al grupo, sintiéndose un poco más confiada. Mientras se preparaba para la clase, recordó las palabras de Laura: “La conexión humana es un faro de luz.” Esa idea resonó en su mente, como un mantra que la acompañaba.

La instructora, una mujer de cabello rizado y una sonrisa radiante, les dio la bienvenida con un tono suave. “Hoy, vamos a enfocarnos en la respiración y en el agradecimiento,” dijo mientras se acomodaba en su estera. Clara se acomodó en su lugar, cerrando los ojos y escuchando su voz. La guía de la instructora la llevó a un espacio de paz interior, donde podía reflexionar sobre su viaje.

Durante la práctica, Clara se sintió más conectada con su cuerpo que nunca. Las posturas la hacían sentir fuerte y flexible, como si cada movimiento liberara algo dentro de ella. Al llegar a la posición de la flor de loto, donde se sentó con las piernas cruzadas y las manos en el corazón, sintió que estaba creando un espacio sagrado dentro de sí misma.

“Agradece a tu cuerpo por todo lo que hace por ti,” les recordó la instructora. Clara respiró profundamente, sintiendo cómo su pecho se expandía y su corazón latía con fuerza. “Estoy agradecida por este momento, por el aire que respiro y por la oportunidad de ser parte de esta comunidad,” pensó mientras cerraba los ojos.

La clase terminó con un ejercicio de meditación. Clara se sentó en silencio, permitiendo que sus pensamientos fluyeran sin juzgarlos. En lugar de luchar contra ellos, decidió observarlos como nubes que pasaban en el cielo. Algunas nubes eran oscuras, pero otras eran blancas y esponjosas, reflejando la luz del sol. Con cada respiración, sentía que la oscuridad se volvía más pequeña, más manejable.

Al final de la clase, Clara se sintió renovada. Había aprendido a encontrar la paz en el caos, a aceptar que la lucha con la depresión era parte de su vida, pero que no definía quién era. La conexión con los demás y el amor por sí misma eran igualmente poderosos.

Después de la clase, se unió a un grupo de personas que conversaban animadamente. Comenzaron a compartir sus experiencias con la práctica del yoga, y Clara se sintió cómoda al abrirse sobre su propia lucha con la depresión. Había un sentido de camaradería en el aire, una comprensión mutua que la hizo sentir parte de algo más grande.

“A veces, siento que estoy caminando por un túnel oscuro,” compartió Clara. “Pero en momentos como este, siento que hay una salida, que la luz está ahí esperando por mí.”

Una mujer mayor, con una profunda voz reconfortante, le respondió: “La luz siempre está ahí, incluso en los momentos más oscuros. A veces, solo necesitamos un poco de ayuda para encontrarla.”

Las palabras de la mujer resonaron en Clara. La luz no era solo un destino; era una serie de momentos, de conexiones y de pequeñas victorias. Así, mientras conversaban, Clara decidió intercambiar números con algunas de las personas del grupo, extendiendo su red de apoyo.

Al regresar a casa, se sintió llena de energía positiva. La luz del sol aún iluminaba su habitación, y Clara se dio cuenta de que cada nuevo día era una oportunidad para crecer, para sanar y para seguir adelante. En lugar de permitir que la depresión definiera su vida, decidió que sería su historia de resiliencia.

Sentada en su ventana, miró hacia afuera y observó a la gente pasar, cada uno con sus propias luchas y triunfos. En ese momento, Clara entendió que no estaba sola. El camino hacia la recuperación sería largo y a veces difícil, pero había un amanecer esperándola al final de la oscuridad.

Con una sonrisa en el rostro, Clara tomó su cuaderno y comenzó a escribir sobre su día, sobre la clase de yoga y las nuevas amistades que había forjado. Esa noche, antes de dormir, escribió una frase que resonaba en su corazón: “Cada día es una nueva oportunidad para renacer.”

Y mientras cerraba los ojos, Clara se sintió lista para enfrentar lo que viniera, confiando en que el viaje hacia la luz continuaría.



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En el texto hay: depresin, depresion y soledad

Editado: 19.10.2024

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