En sintonia

Capitulo 1

Me gustaría decir que soy de esas personas amantes de los lunes. Aquellos escasos seres que disfrutan el sonido de una alarma un lunes por la mañana, para luego ir a hacer cosas de psicópatas o algo así, pero lamentablemente no pertenezco a esa pequeña cifra… soy aquel 99% que considera su sueño algo sagrado —considerando lo complicado que es alcanzarlo— algo que al parecer mama aun no entiende.

 

—Aysel, no me hagas repetirlo. Baja o juro que te buscare por tu precioso cabello, así que levántate — amenazo mama desde la sala.

 

La verdad que apreciaba mi cabello, así que supuse que lo más razonable sería bajar.

 

No iba a poner demasiado esfuerzo en ponerme presentable, solo baje con mi pijama y un par de pantuflas en forma de cerditos. Si lo sé, infantil, pero eran demasiado cómodas como para no usarlas ¿okey? Baje entre bostezos camino a la cocina para encontrarme allí a mama y a la abuela parloteando sobre las vecinas como ya era costumbre. ¿Cuándo se cansarán de opinar sobre el divorcio de la vecina de la otra cuadra?, dios mío.

 

—Pareces muerta. Cuantas veces te he dicho que no te desveles componiendo y aun sigues sin escucharme, dios mío —Mama fingió horrorizarse, aunque sinceramente una parte de su expresión indicaba que no era del todo una actuación 

 

Gracias mami, me subes la autoestima.

 

—Deja a mi nieta, algo tenía que salir de su padre, ¿no? — musito comprensiva la abuela dándome una pequeña sonrisa —además su banda es importante —hizo una pausa, dubitativa — el nombre era, blue día… blue diamen.

 

—Blue Diamond, abuela — la corregí.

 

—Pues eso —musito.

 

Mi padre es un famoso artista conocido por sus obras, suele trabajar de noche en su estudio, mama lo detesta, no quiere que trabaje tan tarde, pero para ser sincera estoy de acuerdo con él, papa siempre aseguro que la mejor hora para la creatividad es en aquel donde nada puede interrumpirte, donde todos duermen y puedes sumergirte por completo en tu arte sin estar al pendiente de nada mas que lo que creas. Pero eso implica sacrificar horas de sueño y someterse a unas terribles ojeras bajo tus ojos, pero es un precio con el que puedo vivir.

 

Mama tostaba dos sándwiches mientras conversaba con mi abuela sobre mi mal genio al despertar como si yo no estuviera presente, fue piadosa y decidió dejar de viborearme por un rato para girarse hacia mi.

 

—¿Hoy no tenías ensayo con la banda? —interrogo dándole una mordida a uno de los sándwiches y extendiéndome el otro.

 

Mierda, lo había olvidado, Lucas iba a matarme.

 

No respondí la pregunta de mama, corrí a mi habitación mientras ella y la abuela me observaban negando con la cabeza. Subí las escaleras tan rápido como me fue posible, jamás en mi vida me había vestido tan rápido como lo había hecho recién. Sali de la casa corriendo, en ese momento agradecí haber dejado mi guitarra eléctrica con Dylan —Mi novio —.

 

No tarde mucho en llegar a la casa de Lucas —el baterista de mi banda— quien no pareció nada contento al verme entrar con una mano en el pecho intentando recuperar el aire que mis pulmones pedían a gritos recibir.

 

—¿Otra vez te quedaste dormida? —pregunto observándome de pies a cabeza.

 

—No, solo quería ver que tan rápido podía correr 9 cuadras en 5 minutos — ironice, poniendo los ojos en blanco.

 

Mama lo había dicho, yo lo confirmó. Tengo mal genio al levantarme.

 

—Veo que alguien no se despertó de muy buen humor — Bromeo Lucas.

 

Bueno Luquitas, corre tú 9 cuadras recién despierto, sin desayunar y luego conversamos sobre estar de mal humor.

 

—Toma, solo agarra tu guitarra y haznos el favor de no retrasarnos más —intervino Dylan entregándome la guitarra.

 

Solo la tome para poder conectarla al amplificador y asegurarme de que el tono este bien, para así empezar a tocar.

 

Nuestra banda disponía de 4 integrantes. Lucas el habilidoso baterista y quien intentaba darle algo de vida a la aburrida banda con su carisma. Dylan era un increíble vocalista, aunque siempre tenía mal genio, pero es algo muy común en él, que aprendes a sobrellevar a medida que lo conoces. Michael —aunque me gustaba llamarlo Michelin, como el de los neumáticos, solo para fastidiarlo, aunque también solíamos decirle Mich — toca el Bajo, él es el chico bromista y carismático que sabe ganarse a la audiencia. Y luego estoy yo, la impuntual guitarrista como diría el anteriormente mencionado Michael, pero yo diría que lo mejor se reserva para lo último ¿no?

 

Comenzamos el ensayo con una base simple de batería para ir poco a poco agregando la guitarra, Dylan comenzó a cantar la misma canción que venimos practicando hace semanas para una presentación. Un coordinador de un evento importante aquí en la ciudad nos había propuesto presentarnos en la apertura de un festival de primavera, todos aceptamos de inmediato, habíamos presentado nuestra banda y canciones frente a pequeñas cifras de personas, pero presentarlo en el festival de la primavera donde asiste toda la ciudad era una locura, era dentro de un mes, pero aun así queríamos estar listos, nada podía salir mal en esa presentación.

 

Luego de un par de horas en el taller de Lucas, el ensayo se dio por finalizado. Todos nos encontrábamos recostados sobre un par de sillones que Lucas había acomodado en aquel pequeño taller, para poder descansar en ellos al final de los ensayos.

 

—¿Alguno quiere una cerveza? —interrogo Lucas abriendo una pequeña nevera.

 

Todos asintieron menos yo, odiaba la cerveza, me parecía completamente desagradable y una ofensa a mis papilas gustativas, lo cual todos en esa habitación ya sabían, así que me ofreció un refresco.




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