En su mente

I


"El infierno está vacío; todos los demonios están aquí" 
                                                                                    — William Shakespeare. 



— Leonzio está buscándote.— una de sus compañeras de trabajo abrió la puerta sin molestarse en tocar previamente.

Stefano observó a Fiorella envolver su cabello en uno de sus dedos con molestia, supo por su tono de voz que su jefe no albergaba paciencia en su demanda. Él asintió con la cabeza, dejando la taza de cerámica con su café amargo y humeante sobre la mesa de su escritorio repleto de carpetas con aburridos casos pendientes de su atención.
Luego de graduarse con honores de la Universidad, había tenido la suerte de poder elegir entre las mejores empresas para desempeñar el rol para el que se había preparado, aunque finalmente el Departamento de Criminología le había hecho una oferta difícil de rechazar, y puesto que ese era el espacio con el que soñaban los novatos no dudó en aceptarlo. Su inicio había sido emocionante, era pragmático por naturaleza y ninguna circunstancia podía movilizar sus nervios de acero, pero fue justamente su eficiencia la que había vuelto su labor aburrido.
Apenas revisó con cansancio las carpetas de trabajo acumulado, que podría resolver en media mañana, antes de partir rumbo hacia el despacho de su jefe: Leonzio, un hombre ambicioso conocido por sus victoriosos cincuenta años de carrera como psicólogo criminal, toda una leyenda del Departamento de Criminología.
El muchacho salió de su oficina, aventurándose entre los cubículos de sus compañeros de trabajo, algunos estaban escribiendo informes invadiendo el ambiente con una cacofonía de clics rítmicos que rebotaban por la habitación mientras los demás hablaban o discutían sobre algún caso, los agentes de policía iban y venían.
Levantó la cabeza cuando divisó la cabellera pelirroja de Alessio entre la multitud, un oficial de policía demasiado abnegado para su propio bien. Habían trabajado algunas veces juntos, con resultados caóticamente positivos, el agua y el aceite sin duda. Leyó en su rostro la maldición que sus labios no pronunciaron cuando lo vió dirigirse en la misma dirección que él.

Leonzio era un maldito viejo... Al menos comenzarían estando de acuerdo en algo.

Alessio golpeó la puerta, hubo una voz anciana débil detrás de la madera otorgándoles el paso al interior de la oficina. Cuando el hombre los vio entrar Stefano tuvo que reprimir la mueca de fastidio ante la suficiencia que bailó en sus ojos longevos: la prueba final de que el problema era denso o fascinante.

— Di Fiore.— saludó el hombre al policía y luego miró a su empleado con cierta burla en su expresión.- Cacciatore.

Ambos hombres asistieron con la cabeza al anciano, esperando en silencio que vaya al grano. Las cooperaciones entre ambos departamentos estaban lejos de ser ocasionales, colaboraban con una frecuencia cotidiana, y no era ningún secreto que tanto Alessio como Stefano eran los mejores de sus respectivas divisiones pero se repelían al punto de joderla.

-— Supongo que se están preguntando por qué los hemos invitado aquí.— el viejo rebuscó en su propia pila de trabajo acumulado una carpeta en específico que arrastró con su dedo índice hacia el extremo de su escritorio frente a ellos.- No habíamos pensado en ustedes dos específicamente, pero las circunstancias recientes y las exigencias del Departamento Judicial nos hicieron reconsiderarlo. Nuestros amigos nos han exigido ayuda para entrevistar a un sujeto que presumen es un asesino que no ha confesado aún sus presuntos delitos. Está actualmente detenido en una cárcel de alta seguridad esperando a su juicio, pero la querella está tardando en conseguir todas las pruebas necesarias y temen que finalmente el detenido se vaya.

Leonzio parecía enérgico al hablar del caso, como si hubiera algo que le despertara un poco de curiosidad aún cuando había tenido incomparables y excitantes experiencias laborales a lo largo de su espléndida carrera. El lenguaje corporal de su jefe movilizó un leve interés en Stefano, Alessio también pareció curioso al respecto.

— La acusada, y debemos considerarla como tal, ya que ante los ojos de la ley aún no se ha comprobado la culpabilidad de ninguno de la extensa lista de cargos, tiene amigos poderosos también dentro de nuestros respectivos Departamentos, e incluso en este momento hay muchas piezas del tablero moviéndose en su favor.

— Señor.—  Alessio pidió la palabra levantando una de sus manos como si aún estuviera dentro de los salones de la Universidad y Stefano no pudo evitar mirarlo con sorna, Leonzio le concedió la palabra con un asentimiento de cabeza.— No entiendo cómo podríamos acelerar el rumbo del juicio involucrándonos, intercediendo podríamos crear un falso rumor de que la policía ha fallado en... —

— Lo que mi colega está intentando decir.- interrumpió Stefano, apoyando su cuerpo contra la pared detrás de su espalda.— Es que no hay precedentes de que los psicólogos intenten extraer por la fuerza un testimonio o una confesión apresurada para cerrar un caso, podría considerarse poco profesional y acelerar la excarcelación del acusado. En caso de que pudiera tener éxito, no entiendo qué podría aportar un agente de policía.

Su último comentario había sido innecesario y con toda la intención de hacer crispar los nervios de su inocente compañero. Una sonrisa torcida se formó en sus labios cuando pudo escuchar claramente el susurro nunca pronunciado de un insulto flotando entre ellos.

— Si bien es una buena apreciación del panorama, el Departamento de Justicia ya tiene pensada su propia coartada, algo que no nos interesa en absoluto.- la mirada del anciano se dirigió a Stefano.— Tu tarea será llevar a cabo entrevistas con la acusada, intentando obtener una confesión mientras documentas todo en una investigación que nos servirá como precedente para futuras colaboraciones interdepartamentales.— sus siguientes palabras fueron para el agente de policía.— Alessio, tu jefe podrá darte detalles más específicos de tu labor, pero puedo adelantarte que te encargarás de cerciorarte de que tus compañeros, en la división a la que serán enviados, estén haciendo todo lo posible por aportar todas las pruebas necesarias y mantener la seguridad de la acusada. Tendrás un señuelo como tarea para que no sospechen de ti, el hecho de que trabajen juntos lo es por sí mismo.




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