En su mente

XII

"Prefiero que mi mente se abra movida por la curiosidad a que se cierre movida por la convicción"
                                                                    Gerry Spencer


Stefano fue orillado a tomar una semana libre, un breve respiro mientras la columna de su garganta florecía en morados y azules, un collar de huellas dactilares marcaba su piel expuesta. Renegó de sus camisas negras durante varios días. 

***

Alessio no perdió el contacto con él desde el primer día, aunque Fiorella ni siquiera lo había llamado, el policía aseguró que estaba manteniendo un perfil bajo por las circunstancias, pero Stefano supuso asertivamente que no quería verlo con las marcas que ella le había dejado. 

Sí, todas las personas que le habían advertido acerca de ella tenían razón, era incluso más inestable de lo que había pronosticado en sus notas. Si sus palabras eran crueles, se había superado así misma en acciones. Le dio un punto a favor por sus habilidades, se restó un punto por confiar demasiado en las suyas. 

***

Alessio fue a su departamento el segundo día de descanso forzoso. Mostrando, sorprendentemente, un aire de preocupación al observar las marcas violáceas en su cuello, y las lastimaduras provocadas por las cadenas. No se molestó por la atención negativa que recibían sus marcas no ocultas, tampoco tenía intención de pensar demasiado en ello. 

— Si que te juegas el cuello por tu trabajo, eh. 

Alessio se ganó una mirada de desprecio mientras dejaba sobre la mesa una pequeña fuente de aluminio repleta de comida casera, ignorando complemente el sentido común acerca de traer algún tipo de sopa que no dañara, aún más, su garganta. Dejó, además, su carpeta negra de notas que lucía con algunas hojas ajenas que él no había agregado allí. 
 

— ¿Qué?— Stefano tosió, sus cuerdas vocales imploraron más tiempo para sanar.— ¿Qué le sucedió? 

Su voz ronca fue producto del maltrato y el desuso encomendado por el médico. El policía lo observó por algunos segundos fijamente, ambos sabían de quién estaba hablando. Dudó antes de hablar, tenía algo qué decirle pero no sabía si aquello impactaría en el detective de forma negativa. Como policía se había acostumbrado a vivir en medio de la violencia, la sangre y la muerte, fue diferente cuando tuvo que naturalizar el hecho de que habían intentado asesinar a su compañero, que éste no había muerto, y la vida debía continuar. 

— Algunas costillas rotas, clavícula fracturada y nariz rota y arreglada nuevamente.— él intentó bromear, pero dejó el resto de la oración en el aire, una información que no era conveniente compartir, pero lo hizo de todas formas.— Giovanni trató de reanudar los exámenes psiquiátricos regulares hoy... se negó a hablar con alguien que no fueras tú. 

Sus ojos diferentes se oscurecieron ante esa revelación. Pero no porque aquello le sorprendiera, supo que alguien como D'Angello no sentiría remordimiento por sus acciones y mantendría su palabra porque a pesar de todos sus imperdonables y enjuiciables defectos, no faltaría a lo prometido. Fue el disgusto que lo golpeó mortalmente con el conocimiento de que no sintió miedo o terror, sino un exaltado orgullo que no le permitiría hacerse a un lado de este caso. 
 

Quizá, después de todo, sí merecía el maldito collar de moretones.
La marca del pecador que desafía a los demonios y camina entre los santos. 

***

 

El tercer día examinó las imágenes de cadáveres, siempre clínico en sus observaciones a pesar de su creciente proximidad con su artista.Uno se destacó desde su perspectiva, el único hombre desconocido de los trece asesinados identificados. 
Cada una de sus extremidades estaba clavada con alambres y clavos al tronco de un árbol. Sus brazos estaban extendidos, abiertos para un abrazo que nunca llegaría, una burla de Jesús clavado en la cruz. Su cavidad estomacal había sido diseccionada, abierta espantosamente para revelar sus entrañas antes de que el asesino tomara sus intestinos y los ensartara a lo largo de las ramas como confeti. Le habían quitado los ojos junto con los dientes y las yemas de los dedos, nadie acudió a identificar el cadáver, así que su identidad era un misterio, ella se había encargado de ello. Sus labios se habían hundido en su boca vacía, el cartílago de su nariz comenzaba a desintegrarse, dándole al hombre una apariencia esquelética.La última foto que le habían tomado era sólo un acercamiento a su mejilla maltratada, ya que entre los cortes limpios y la piel ya en descomposición estaba marcada la forma de un beso. Pudo ser de un lápiz labial rojo, pero la autopsia demostró que no era nada más que sangre de la propia víctima. 


***

Al cuarto día, Stefano estaba inquieto, paseaba de un lado a otro de su casa como un león enjaulado, echando espuma por la boca en busca de un trozo de carne fresca en el que hundir los dientes. Empezó a pensar en D'Angello, su reacción al cuestionar a su madre. Ella había estado tan tranquila, en todas esas otras sesiones en las que él había podido pinchar y preguntar acerca de muchas cuestiones, con resultados variables. Pero D'Angello había sido neutral, feliz, incluso, de responder sus consultas aún incriminatorias. Siempre y cuando pudiera también saciarse de información sobre él. 

Tuvo, además, violentas respuestas a sus preguntas luego del nuevo enfoque había adoptado ese último día. Entrando en su mente de una manera tan intrusiva y poco cautelosa, rompiendo las piezas ordenadas en la psique de Arabela D'Angello. Estaba tan disgustada de no tener las riendas del pequeño y travieso juego que habían creado juntos, pero aún así respondió con honestidad, hubo manchas de fluidos corporales en al menos dos víctimas después de la muerte. Por lo cual, dudaba que su técnica reciente hubiera sido responsable de aquel arrebato violento. 




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