La vida es un enigma que rara vez comprendemos en el momento en que se desarrolla. Acontecimientos, incluso los más triviales, nos envuelven; decisiones de aparentemente poca importancia nos llevan por caminos inesperados, y personas que entran y salen de nuestra historia dejan huellas de las que ellas mismas no son conscientes. Estos sucesos, que son como hilos invisibles que van tejiendo nuestra vida, forjan nuestro destino sin que nos demos cuenta hasta mucho tiempo después.
A veces me pregunto en qué momento empezó todo. Si hubo un instante preciso en el que mi destino se torció sutilmente y me llevó hasta donde estoy ahora.
En una fría mañana de Bogotá, mientras viajaba en el autobús para afrontar lo que sería mi primer día del año académico, hice memoria y recordé uno de esos acontecimientos que quedaron grabados en mi memoria.
Ocurrió el año pasado, en un bus como este, realizando el habitual trayecto de mi casa al colegio. Esperaba el bus, como de costumbre, entre la multitud impaciente que se amontonaba en el andén. Cuando el bus abrió sus puertas y di el paso para entrar, la vi: una chica en silla de ruedas. Tenía unos veinticinco años, su rostro no era especialmente bello, pero algo en ella me cautivó. No sabría explicar con exactitud qué fue lo que sentí en ese momento. No era atracción en el sentido convencional al ver a una mujer atractiva como tantas otras, pero algo en su presencia hizo un clic en mi interior. Sentí una mezcla de ansiedad y fascinación, una especie de deslumbramiento que no comprendía. Fue una sensación extraña, como si en ese preciso momento estuviera viendo a la mujer más hermosa del mundo, aunque no lo fuera.
Dos estaciones después, se dirigió a la puerta y la vi bajar con dificultad del bus, lidiando con la rutina de la ciudad, hasta que finalmente la perdí de vista. Nunca más la volví a ver, pero su imagen se quedó grabada en mi mente hasta el día de hoy. Me preguntaba por qué me había afectado tanto, qué era lo que había detonado en mí.
Naturalmente, este solo fue uno de varios acontecimientos que fueron marcándome y despertando en mí un sentimiento que aún estoy tratando de entender.
En los últimos años, había recopilado algunas piezas de lo que parecía ser un rompecabezas personal, formado por eventos y sentimientos que aún no comprendía del todo. No sabía si el encuentro con aquella chica en silla de ruedas encajaba con lo que había descubierto de mí mismo hasta ahora, pero presentía que estaba relacionado de alguna manera.
Llegó el momento de bajar del bus y con él, de poner fin a mi remembranza. Mientras caminaba las tres cuadras de la estación al colegio, me preguntaba qué me depararía este nuevo año académico. ¿Seguiría recopilando piezas de este rompecabezas?