El día que estaba esperando desde hacía semanas finalmente había llegado.
Era una mañana normal, con el cielo cubierto y el aire cargado de humedad. Entré al edificio principal como siempre, y mientras caminaba por el pasillo, la vi a lo lejos: Adriana estaba allí, hablando con otros estudiantes. Mi corazón dio un vuelco. Quería sonreír, correr hacia ella, decirle cuánto la había echado de menos… pero sabía que no podía. No quería dejar al descubierto mis sentimientos ante los demás. Tenía que esperar para saludarla y poder expresarle sin rodeos lo que significaba su regreso para mí.
A la hora del recreo, vi a Adriana sola en un rincón solitario del patio, revisando tranquilamente algunos papeles. Su cabello caía suavemente sobre sus hombros, y aunque su semblante reflejaba cierto cansancio, sus ojos conservaban ese brillo cálido y profundo que tanto extrañaba. Era la oportunidad perfecta para saludarla y decirle lo que no había podido esta mañana.
Me acerqué con pasos inseguros, sintiendo cómo la emoción se me subía al pecho.
—¡Profe…! —dije apenas, con una sonrisa que no pude contener—. Me alegra muchísimo verte de nuevo.
Ella se giró hacia mí y, al verme, su expresión se suavizó en una sonrisa sincera.
—¡Sebastián! Yo también me siento muy feliz de verte.
Quería decirle tantas cosas: que la había extrañado, que me había preocupado, que no era lo mismo sin ella. Pero ahora que estaba frente a ella, dudé. Tenía miedo de que notara lo mucho que me dolió su ausencia, porque ni yo sabía cómo explicarlo.
Tal vez ella lo notó igual, porque luego me miró con una mezcla de gratitud y afecto.
—Me contaron que preguntaste por mí —dijo con una sonrisa suave.
Sentí que me ruborizaba. No esperaba que Elizabeth le hubiera contado esto.
—Sí… bueno, estaba preocupado —admití—. No saber qué te pasaba, cuánto tiempo estarías fuera… fue más duro de lo que pensé.
Adriana suspiró y me miró con ternura.
—Lo siento, Sebastián. No quería preocuparlos a ustedes… ni a ti.
El hecho de que hubiera hecho esa distinción, de que reconociera que yo me preocupé de una manera especial, me provocó un vuelco en el estómago.
—Lo importante es que estás aquí —le dije con una sonrisa—. El colegio no es lo mismo sin ti.
Adriana bajó la mirada un instante, conmovida, y luego me dedicó la sonrisa más hermosa que le había visto.
—Te lo agradezco mucho. De verdad.
Hizo una breve pausa, como si dudara de contarme algo más. Finalmente, continuó:
—¿Sabes una cosa, Sebastián? Desde que regresé, has sido muy atento conmigo y te has preocupado de una manera en que nadie más lo ha hecho, así que creo que mereces saber qué pasó.
Esa frase me tomó por sorpresa. No esperaba que me hablara con tanta cercanía. Asentí, sonriendo tímidamente.
Ella tomó aire antes de continuar.
—Lo que pasó… fue una complicación derivada de mi lesión medular. Una infección respiratoria que se complicó más de lo que esperaba.
—¿En serio? ¿Pero qué tiene que ver tu lesión con una infección en los pulmones? —Pregunté, sorprendido.
—Esa es una muy buena pregunta. Verás, como mi lesión es a nivel torácico, no tengo fuerza en los músculos del abdomen, de manera que no puedo generar una tos fuerte y efectiva. Y eso hace difícil expulsar las flemas o gérmenes que se acumulan en los pulmones cuando uno se resfría.
—¿Fue grave? —Pregunté en voz baja.
—Sí. Tuve fiebre muy alta, me costaba respirar… y me sentía agotada. Me hospitalizaron casi de inmediato. Estaba asustada, Sebastián. Más de lo que me gustaría admitir.
Mi estómago se encogió al escuchar esas palabras. Nunca pensé que una lesión medular podría conllevar tantas complicaciones que no se notaban a simple vista.
—No sabía que eso podía pasar —respondí—. Uno nunca se imagina…
—A veces yo también lo olvido. Me esfuerzo por hacer una vida lo más normal posible… pero hay momentos en que mi cuerpo me recuerda que no todo está bajo control, y que cualquier pequeño problema puede complicarse más de la cuenta.
Sentí un nudo en el estómago mientras la escuchaba. Nunca la había visto tan humana, tan expuesta. Y eso me golpeó más de lo que esperaba.
—¿Y cómo te ayudaron?