En Ti

Conexión y armonía

El tiempo pasó, y, a pesar de las dudas, algo comenzó a cambiar entre Lucía y Javier. Al principio, las conversaciones eran superficiales, apenas tocaban temas profundos, pero poco a poco, la conexión entre ellos se fue haciendo más natural, más genuina. Era como si, sin darse cuenta, ambos se estuvieran abriendo de maneras que nunca habían experimentado con otras personas. Había algo especial, algo único en su relación.

Lucía, que siempre había sido tan cautelosa con sus emociones, comenzó a sentir que Javier se estaba convirtiendo en una parte importante de su vida. Sus mensajes eran cada vez más frecuentes, las risas compartidas en las videollamadas más profundas, las miradas a través de la pantalla más intensas. Javier le hacía sentir que podía ser ella misma, sin esconderse, sin miedo a ser juzgada.

Una tarde, mientras hablaban sobre sus días, Javier compartió un video de una de sus canciones favoritas. Era Mon Laferte, la cantante chilena que tenía el poder de tocar el alma con su voz desgarradora. Javier había descubierto su música hace poco, y la había estado escuchando en repetidas ocasiones. Lucía, al escuchar la canción, sintió una emoción inmediata. No solo porque la conocía y amaba las letras, sino porque ese pequeño detalle les daba un punto en común, algo que los unía más allá de las palabras.

“¡Yo también adoro a Mon Laferte!” Lucía respondió, sin poder evitar sonreír. Era una de esas coincidencias que la vida te ofrece, que te hacen sentir que el universo está conspirando a tu favor. “Siempre la he seguido. Sus canciones me han acompañado en momentos muy difíciles.”

Javier se sorprendió. No esperaba que Lucía compartiera su amor por la cantante, pero en el fondo, lo hizo sentir que, aunque nunca la hubiera conocido en persona, había algo que los unía más allá de las pantallas y las palabras. Era como si, en medio de sus propias luchas internas, había encontrado un refugio en ella, y ella en él.

A partir de ese momento, las conversaciones sobre Mon Laferte se convirtieron en una constante. Intercambiaban canciones, compartían sus letras favoritas, hablaban de las emociones que cada melodía les despertaba. Para Lucía, escuchar sus canciones con Javier se volvió una forma de conectar más profundamente, de entenderse sin necesidad de explicaciones complicadas. Mon Laferte, con su música cargada de desamor, pero también de esperanza, se convirtió en un puente entre ellos.

Un día, mientras compartían una videollamada, Javier, con una sonrisa, le envió un mensaje: “Tengo que mostrarte una canción que descubrí de Mon Laferte. Creo que te va a encantar.”

Lucía se sintió emocionada, no solo por la canción, sino por el hecho de que Javier pensara en ella, de que compartiera algo tan personal. Escucharon la canción juntos, con los ojos cerrados, permitiendo que las palabras de Mon Laferte los envolviera. “Es increíble cómo una canción puede capturar todo lo que sientes,” comentó Lucía, con una suavidad en la voz que revelaba la profundidad del momento.

“Sí, es como si hablara directamente a mi alma,” respondió Javier, sus palabras con un toque de vulnerabilidad que Lucía jamás habría imaginado en él. “A veces me siento como si estuviera perdido, pero cuando escucho estas canciones, siento que todo tiene sentido, aunque solo sea por unos minutos.”

Lucía no podía evitar sentirse identificada. A lo largo de su vida, la música había sido su refugio, su manera de entender el mundo y de procesar las emociones que no podía expresar con palabras. Mon Laferte siempre había sido una constante, una forma de conectar con sus sentimientos más profundos. Ahora, compartir esa misma pasión con Javier la hacía sentir más cerca de él, como si la distancia que los separaba fuera solo física, no emocional.

A medida que los días pasaban, el lazo entre ellos creció más fuerte. Las conversaciones ya no solo trataban de música. Hablaban de sueños, de miedos, de esperanzas. Javier le compartió sus propias luchas, sus momentos de duda y desesperación, y Lucía no pudo evitar sentir que, a pesar de todo lo que había atravesado en su vida, finalmente había encontrado a alguien que entendía lo que era sentir esa mezcla de dolor y esperanza. Era un tipo de conexión que jamás había experimentado, una mezcla de amistad y algo más, algo que Lucía no se atrevía a definir aún, pero que sabía que estaba naciendo lentamente entre ambos.

Lucía también empezó a compartir más de sí misma. Le habló de su vida, de las dificultades que había enfrentado como mujer transgénero, de los días en que se sentía perdida y fuera de lugar. Javier la escuchaba con una paciencia que la sorprendía, y poco a poco, la incomodidad que sentía al principio se fue desvaneciendo. No importaba cuántas veces dudara de sí misma, Javier parecía siempre dispuesto a escuchar, a ofrecer su apoyo incondicional.

Un día, mientras hablaban sobre lo que les gustaba hacer en su tiempo libre, Lucía sorprendió a Javier con una confesión. “Siempre he querido ir a un concierto de Mon Laferte. Creo que sería increíble vivir esa experiencia con alguien que también la quiera tanto.”

Javier sonrió al escucharla, pero algo en su tono denotaba un anhelo. “Me encantaría ir contigo, Lucía. Tal vez podamos hacer eso algún día… ir juntos, disfrutar de la música, de la compañía del otro.”

Esas palabras hicieron que el corazón de Lucía latiera más rápido. Había algo en su voz, algo que transmitía sinceridad y un deseo de estar con ella, de vivir esa experiencia que ambos compartían. Y, por primera vez en mucho tiempo, Lucía sintió que la vida podía ofrecerle algo más que sombras. La conexión con Javier se estaba convirtiendo en un refugio, en un espacio donde podía ser ella misma sin temores, sin máscaras.

La música, esa misma que había sido su salvavidas en tantos momentos difíciles, ahora se entrelazaba con su historia con Javier. Cada nota, cada letra, los unía más, y Lucía comenzó a darse cuenta de que, tal vez, no estaba tan sola como pensaba. Quizás había encontrado a alguien que no solo comprendía sus heridas, sino que también las aceptaba como parte de su ser. Y eso, en ese momento, le parecía lo más hermoso del mundo.




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