En Ti

Inseguridad

Lucía estaba acostada en su cama, con las luces apagadas y los audífonos puestos. Había pasado un buen rato hablando con Javier antes de que él le dijera que se iba a dormir. Miró la hora en la pantalla de su teléfono: 12:59 a. m.

—Descansa, mi niño —le había dicho él antes de despedirse.

Lucía suspiró, sintiendo ese pequeño calor en el pecho que siempre le dejaban sus conversaciones. Javier tenía una forma de hacerla sentir especial, incluso en los detalles más simples. Aun así, la ansiedad la atacaba en los momentos más inesperados. Tal vez por miedo a perder lo que apenas estaba empezando.

Deslizó la pantalla de su celular y entró a WhatsApp. Tenía un mensaje sin leer de un amigo suyo. Lo abrió y vio que hablaban de Javier, de cómo parecía reservado y misterioso a veces. Sonrió levemente, pero entonces algo la hizo detenerse. Javier estaba en línea.

El estómago se le apretó. ¿No se suponía que ya estaba dormido?

Intentó no pensar mal. Tal vez solo se conectó por un momento, quizá se despertó para revisar algo. Pero la duda se instaló en su pecho como un peso insoportable. ¿Con quién hablaba? ¿Por qué le había dicho que se iba a dormir si seguía en línea?

No quería parecer controladora ni paranoica, pero no pudo evitar escribirle.

1.- Sé que estás en línea, descansa mi niño.

Esperó. Vio que Javier seguía en línea, pero no respondía. La ansiedad le subió por la garganta.

2.- No se te olvide que puedo ver la hora que dejas de usar WhatsApp.

Apretó los labios. Sabía que quizá sonaba intensa, pero no podía controlar el torbellino de pensamientos que la invadía. ¿Y si estaba hablando con alguien más? ¿Y si había alguien más que lo mantenía despierto?

Se quedó mirando la pantalla. Los minutos pasaban. 1:30 a. m.. 2:00 a. m.. 2:45 a. m.. Su mente no paraba. ¿Por qué se avíaconectadoy despuésse desconectoal verme en linea ? ¿Por qué no responde?

A las 3:00 a. m., con los ojos ardiendo y el corazón pesado, Lucía finalmente se rindió al sueño. Pero no fue un descanso tranquilo. Sus pensamientos la perseguían incluso en sus sueños.

Cuando despertó por la mañana, sintió el cuerpo pesado, como si no hubiera dormido en absoluto. Se levantó con esfuerzo, sintiendo esa punzada de malestar en el pecho. ¿Por qué le afectaba tanto?

No quería admitirlo, pero la verdad era dolorosa: Javier significaba más para ella de lo que estaba dispuesta a aceptar. Y el miedo a perderlo, a no ser suficiente, la estaba consumiendo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.