Yo ahora no sé qué decir…
Javier lo escribió en su celular, leyó esas palabras una y otra vez antes de decidir enviarlas. Pero antes de pulsar el botón, se detuvo. Había algo más que necesitaba salir, no solo un mensaje, sino una parte de sí mismo que llevaba tiempo guardando.
Y por primera vez en mucho, no se trataba de esconderse, sino de dejarse ver.
Lucía merecía sinceridad.
Así que, sin filtro, sin ensayos, le escribió:
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“Yo ahora no sé qué decir, solo sé que reconozco mis errores y acepto cualquier tipo de molestia hacia mí. Sé que lo que he estado haciendo está mal, y tal vez no lo sepas, pero yo vengo de una relación que tuve en secundaria que terminó siendo enredosa y hasta cierto punto dolorosa. No solo terminó en odio… también terminé lastimando a la persona que siempre me cuidó y me quiso.”
Se detuvo. El corazón le latía fuerte. Aquel pasado aún dolía. Lo sentía como una cicatriz mal cerrada.
“Tal vez sea por eso que ahora no sé qué es lo que quiero, ni lo que siento. No había sentido nada por alguien en tanto tiempo y ahora… no sé qué pasa.”
Javier respiró hondo.
No sabía si Lucía iba a entenderlo, si iba a perdonarlo por sus vacilaciones, por sus ausencias, por esas veces en que parecía que no le importaba lo suficiente.
“Pero entenderé si no te hago bien y prefieres retirarte antes de que termines mal…”
Lo pensó muchas veces. ¿Y si estaba arrastrándola hacia algo que ni él tenía claro? ¿Y si la estaba arruinando? ¿Si la estaba haciendo sentir como un espacio de espera, una estación de paso, y no como un destino?
Le dolía imaginar que Lucía, con toda su dulzura, sus miedos y sus ganas de amar, se sintiera insuficiente.
Pero era verdad. Javier no tenía claridad.
No aún.
“Lamento que te hayas sentido mal por mi culpa. Pero necesito que sepas que jamás fue mi intención. Y que, a pesar de que no tenga las cosas claras… algo que sí estoy muy seguro, es que te quiero.”
Eso sí lo tenía claro.
Javier se quedó mirando la pantalla del celular, con ese nudo en la garganta que se forma cuando uno se dice a sí mismo verdades difíciles. No sabía si Lucía iba a quedarse. Si iba a contestarle. Si ese mensaje iba a significar algo más que un punto final.
Pero era lo que sentía. Y ya no quería seguir escondiendo lo que dolía.
Era su forma de pedir perdón. De hablar desde la grieta. De querer, aun con miedo.
Y sobre todo, era su forma de decirle:
Te quiero. Aunque a veces no sepa cómo.