MARTIN (2009)
Hoy es el primer día de clases, después de unas largas vacaciones de verano. Conocía a mis compañeros desde Kínder y no era para nada lo mismo verlos de vez en cuando en vacaciones, que todos los días en la escuela. Al entrar al salón nos saludamos con mucha alegría, mientras cada uno mostraba sus útiles nuevos y contaban sobre todas las cosas brillantes que habían hecho en el verano. Mis útiles, por supuesto, todos y cada uno de ellos eran de Iron Man, mi superhéroe preferido. Luego cada uno se sentó en su sitio habitual, yo lo hacía solo, no compartía asiento con nadie desde el año pasado, era el único lugar vacío que quedaba en la clase. Me gustaba la idea de imaginar que se lo estaba guardando a alguien especial, a un nuevo mejor amigo, que por supuesto seria fanático de los superhéroes.
Tendríamos a la misma maestra del año pasado, porque si no sabías que maestra te tocaba ese año, era un ingrediente más a la lista interminable de nervios del primer día de clases.
—¡Hola mis amores! —saludó la maestra más linda, pero sumamente exigente que un niño podía tener—. Los he extrañado muchísimo, ahora hablaremos lo que han hecho en el verano, pero antes quiero presentarles a una nueva compañera de la clase. Ella es Amanda Walker
—Hola—dijo la niña con una voz muy dulce. Parecía un ángel con ese cabello sedoso negro y brillante. Traía un vestido el cual tenía salpicado mariposas de color rosas.
—Bienvenida Amanda. Puedes sentarte con Martin—dijo la maestra
¿Queeee? ¡No! este lugar estaba reservado para mi futuro amigo especial, pero sabía que no podía negarme.
Odiaba tener que compartirle mi lugar, pero tal vez no sería tan malo con esa niña linda.
—Hola—le dije con una sonrisa dulce de niño bueno, el cual si era—. Soy Martin
—Lo sé— contestó
— ¿Eres nueva en el vecindario? — pregunté
—Sí, todavía no conozco aquí —dijo con un puchero, ¿Iba a llorar?
—No te preocupes, podemos ser amigos— dije asustado. Lo único que faltaba era que se ponga a llorar a los gritos como nuestra compañera Magui.
—¿De verdad?
—Claro—Le dije para tranquilizarla y le sonreí, ella me devolvió la sonrisa y enseguida desaparecieron sus ganas de llorar.
A la hora del recreo creo que se olvidó que traía vestido porque se trepo a unos de los árboles. Teníamos prohibido hacerlo por si alguien se caía.
— ¡Se le ve los panties! ¡Se le ve los panties! —comenzó a cantarle Manu, mi mejor amigo. Todas las niñas comenzaron a reírse y se unieron al canto. Yo no quise hacerlo, solo me quedé observando.
Amanda se bajó del árbol con tanta agilidad que más de uno admiró, ni yo lograría hacerlo tan rápido.
—Para tu información niño, no traigo panties —le dijo y al segundo se escuchó un unísono Wowww
¿Es qué no traía nada debajo?
—Qué vergüenza —dijo Alice, la chica más linda del salón y mi amor imposible.
Amanda miró a Alice y le sonrió, luego se levantó el vestido adelante de todos, los niños se taparon los ojos, yo incluido.
—¡Que asco! —dijo Alice
No quería mirar, en verdad no quería hacerlo. Aun así, fui abriendo los ojos lentamente, al igual que el resto.
Pero solo fue un susto porque tenía un pantalón corto debajo. Ella comenzó a reír, todos lo hicimos.
Después muy enojado se acercó a Manu y lo empujó al lodo, este se embarró hasta el cuello.
— ¡Maestra! ¡Manu estaba corriendo! —gritó y esta enseguida se acercó.
—Manu cuántas veces te he dicho que no corras en el recreo? —lo reprende la maestra
—Pero maestra yo no...
— ¡Maestra nada! —le dice aún enojada —. Es el primer día y ya llevarás nota en tu cuaderno.
Todos nos quedamos enmudecidos observando como Manu era acusado injustamente, aunque él se lo había buscado.
Ella sonrió maliciosa y desde ese instante supe que no era ningún ángel.
Al terminar la jornada, mamá fue a buscarme a la escuela.
—Hola mi cielo —me saluda mientras nos dirigíamos al auto
—Hola mamá —la saludé mientras entraba al auto, a los lejos vi a Amanda que subía a un auto rojo. Sonreí pensando en el desastre que había causado en el primer día, fue divertido.
— ¿Cómo te fue hijo?
—Muy bien
— Me alegro — dijo mientras me sonríe y me da un beso en la cabeza
— Mamá estás manejando, es peligroso.
—Mi pequeño hombrecito —dijo mientras reia—. Y estoy mirando la carretera no te preocupes.
Al llegar a casa veo que la mesa está preparada para una linda merienda, con las tazas floreadas de porcelana que a mamá tanto le gustan.
— ¿A quién viene mamá? — pregunto
— Las nuevas vecinas.
—¿Tiene una hija? — Pregunté. Otra niña nueva
—Así es
— Creí que iba a tener un amigo cerca con quién jugar
— Que sea niña no significa que no puedan ser amigos Martin
—Las niñas juegan con Barbies
—Y tú puedes jugar con tus superhéroes y ya —dijo mientras se dirigía a la puerta porque sonó el timbre.
—¡Buenas tardes! —saludó con alegría, creo que estaba muy emocionada por las nuevas vecinas.
—Ven Martin, te presento a la señora Walker y su hija Amanda
¿Queee? Otra vez el ángel-demonio
— Nos conocemos — dijo ella con su voz mandona.
—Es mi compañera de curso.
— ¡Eso es genial! Tienen la misma edad — Le dijo mi madre a Amanda, mientras se acerca para abrazarla y darle un beso. Pude notar su desconcierto, sí mi madre era demasiado demostrativa —. Pasemos al comedor así meriendan y luego pueden ir a jugar.
—Mucho gusto Martin —Me saluda la mamá de Amanda —. Me alegra que mi niña ya tenga un amigo.
¿Amigo? Se me hacía que esa niña sólo causaría problemas.
Nos sentamos a tomar chocolatada mientras nuestras madres se conocían. Amanda no tomaba las galletas de a una, sino de a cuatro.
— Y cuéntame señora Walker, cómo es qué dieron con este lugar —pregunta mi madre
— Bueno soy enfermera y he conseguido trabajo en el hospital de esta hermosa ciudad.
Editado: 14.10.2025