En todas mis primeras veces

CAPÍTULO 2

MARTIN (2011)

Estaba lloviendo muchísimo y ya eran más de las nueve de la noche, así que puse la película del Capitán América, la cual se había estrenado hacía poco tiempo. Fuimos al cine cuando se estrenó con Amanda y mi padre, desde ese día se ha convertido en nuestra película preferida, además de todas la de superhéroe como Spider Man y Iron Man; Y prometimos no perdernos ningún estreno de ningún superhéroe.

Estaba entretenido con los primeros quince minutos de película, cuando de repente escuché un golpe fuerte en mi ventana.

—¡Mierda! — salté de la cama y por supuesto tenía que ser Amanda

—Es qué quieres que muera joven — le digo mientras le abro la ventana

—Lo siento.

—¿Amanda qué haces aquí?

— Es que me dan mucho miedo las tormentas y mi madre llega a la madrugada y no podré dormir —dijo con cara de perro abandonado.

—Bien, pasa — Ella sonríe aliviada y comienza a sacarse sus botas y el piloto.

— ¿Esta seca? No quiero que me mojes la cama.

—Por supuesto que sí — dijo mientras de un salto se tira en mi cama

— Sí, ponte cómoda —bromeo.

— ¡El Capitán América! Lo amo tanto.

—Sí ya lo sé —contesté fastidiado por tantas veces que me lo recordaba.

—Amo esa parte — dijo y toma el pote de palomitas.

—No comas en la cama.

—Ay Martin, no empieces con tus reglas.

—Reglas que jamás cumples — Le recuerdo ya acostado a su lado.

—Pareces mi madre.

—Si fuera tu madre no tendría tanta paciencia ¿Y desde cuándo te dan miedo las tormentas?

— Desde los siete años

—¿Y cómo hacías antes para dormirte en una noche como esta?

—Dormía con mi madre, pero ahora que soy más grande comenzó a trabajar más horas por la noche por la paga.

—Aún sigues siendo una niña.

—Sabes que mi madre está sola y por eso trabaja mucho.

—Claro —dije apenado. Amanda jamás habla de su padre.

No terminó de ver el final de la película porque se quedó dormida y así callada era muy tierna, porque despierta era un terrible terremoto. No debería estar durmiendo conmigo, no sé qué dirían mis padres, pero no tuve el valor de decirle que no.

— ¡Martin cariño! Despierta que ya es hora —Llama mi madre en la puerta. Me desperté asustado, pero al darme vuelta ella ya no estaba. Me preparé para otro día de escuela.

—Buenos días —saludé

—Buenos días hijo — saluda mi padre dándome un beso en la frente, se sienta al lado mío y se sirve café —. Cómo te fue en la prueba de matemática.

—Bien, saqué un ocho.

— ¿Ocho? Tú nunca sacas ocho — dijo sorprendido.

Si supiera que es por la genio que tengo al lado.

—No es una mala nota.

— No es un diez — dijo observándome con su habitual seriedad.

— Claro, me esforzaré más. Pero en literatura y escritura me saqué un sobresaliente.

— Lo importante son los números, así podrás seguir mis pasos hijo.

—Claro...

—Vamos cariño, ya es hora —dijo mi madre que acababa de entrar al comedor y agradecí su interrupción. Nos subimos al auto y Amanda no estaba.

—¿Y Amanda? —le pregunté extrañado. Siempre vamos juntos.

— Susan me avisó que la lleva su padre.

— ¿Su padre? —dije asombrado, hacía meses que no la venía a buscar.

— Sí, también me sorprendió.

Cuando llegué tomé mi lugar, y fueron llegando todos mis compañeros ocupando cada uno sus lugares y Amanda nunca llegó. Se sentía raro porque nunca faltaba a la escuela.

Al terminar el día Manu vino con nosotros a casa, estaba ansioso por tener un amigo con quién jugar, todos vivían lejos.

Almorzamos juntos y luego salimos al patio y nos sentamos en el césped, después de la tormenta el sol salió con fuerza secándolo todo, todavía quedaban algunos charcos de lodo.

— ¡Hijo ha venido Amanda! — gritó mi madre.

— Hola Amanda —la saluda Manu.

—Hola chicos

—Hola Amanda. No has ido a la escuela —le digo.

—No pude —dice después de sentarse y tirar su mochila de juguetes.

—Estamos jugando con nuestros superhéroes.

— Genial, traje los míos.

—Creí que era mentira que no te gustaban las muñecas —dijo Manu

— Ya ves que no.

Esa tarde Amanda estaba insoportable, se enojaba por todo y no sabía por qué.

— Sí mira cómo mi Iron Man le gana al tuyo — me dice Manu mientras reímos.

—Tu Iron Man es un tonto —le dijo Amanda a Manu.




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