AMANDA (2011)
Desperté sobresaltada porque ya era de día, veo mi celular y me tranquilicé al saber que eran las seis de la mañana. No sabía cómo había logrado despertarme porque estaba muy cómoda al lado de Martin. Salí muy despacio de la cama sin hacer ruido para no despertarlo, me quedé observando cómo dormía y se veía adorable así de relajado sin esa expresión seria que lo acompañaba todos los días. Es el chico diez en todo, y se concentra tanto en las tareas de la escuela que a veces ni siquiera sonríe. Su cabello rubio y brillante como el sol, sus pecas y sus pobladas pestañas rubias. Es el típico príncipe de Disney, es por ello que todas las niñas mueren por él, incluida Alice, la más linda del curso, según mis compañeros.
Es la primera vez después de meses que duermo tranquila en una tormenta, desde que mi madre comenzó ausentarse más por las noches, rogaba que nunca lloviera.
Me acerqué en puntas de pie hasta la ventana y la abrí con mucho cuidado, la crucé y luego bajé por el árbol pegado al balcón de la habitación de Martin, bendito árbol. No fue para nada complicado para mí, soy una experta en trepar árboles. En cinco minutos ya estaba en mi cama fría y me hubiera gustado seguir en el lado calentito de su cama, pero mi madre llegaría en una hora a levantarme para ir la escuela.
—Hola cielo —me saluda mi madre dándome un beso el cual logra despertarme.
— Hola mamá.
—¿Cómo has dormido después de la tormenta? Supongo que bien porque llamé por teléfono y no contestaste.
—No escuché el teléfono porque dormía como una bebé — dije mientras me levantaba y me estiraba para despertarme del todo.
—Tú padre vendrá a buscarte y te llevará a la escuela — me informa.
—Ok —contesté sin entusiasmo, hacía dos meses que no lo veía.
En media hora ya estaba lista desayunando. Mientras lavaba lo que ensucié veo a mi madre que se estaba quedando dormida en la mesa.
—Mamá ve a descansar. Seguro mi padre no tarda en llegar.
—Bien hija, lo siento estoy cansada.
—Lo sé ve a descansar.
— Está bien cielo, te veo a la tarde —me saludó con un beso y subió a su cuarto.
Observé por la ventana que Martin y su madre ya salían para el instituto, seguramente se sorprendió al no verme allí.
Los minutos siguieron pasando y mi padre nunca llegó. No quise llamar a mi madre porque estaría muy cansada, después de una larga noche en el hospital. A las dos de la tarde se despertó y me vio sentada en el sillón mirando televisión.
—¡No puedo creer que no haya venido! ¿Por qué no me has llamado? Ya mismo preparo algo para comer.
—No tengo hambre.
— Cielo...seguramente le surgió algo importante.
Tenías ganas de decirle que ya dejara de cubrir sus mentiras, que ya no tenía ocho años y me daba cuenta que mi padre ya no tenía excusas creíbles. Pero no dije nada al respecto, en vez de eso comí un poco del almuerzo que preparó y luego marché a la casa de mi mejor amigo.
Estaba enojada, muy enojada. Al llegar a su casa estaba el traidor de Manu, es qué no se daba cuenta que no era para nada confiable. Si le había robado una vez en el futuro también lo haría.
Nos enojamos hasta que llegamos a una guerra de muñecos, empujones y patadas. Y en un ataque de enojo volé a su Iron Man hacía el patio de mi casa. Terminamos llenos de lodo por todo el cuerpo, pero también riéndome a carcajadas. Siempre terminamos igual, peleando y luego riendo. Martin no se quejaba por mis rabietas.
¿Él también me abandonaría algún día?
Mi madre salió a trabajar y me dijo que volvería antes de las seis. Sabía que estaba mal que una menor se quedara sola, pero no había nada que podamos hacer al respecto. La señora London ya hacia demasiado por mí.
Cuando mi madre se fue salí a buscar el Iron Man de mi amigo y allí estaba el pobre sin un brazo, lo arreglé y lo coloqué en una caja con un moño y un dibujo gigante de Iron Man y el Capitán América hecho por mí misma. Cuando salía dispuesta a llevarle el regalo comenzó una nueva tormenta y fui por mi equipo para la lluvia. En unos minutos ya estaba golpeado su ventana, él no se sorprendió al verme y enseguida me abrió la ventana.
—Lo siento — Me disculpé y saqué la caja de mi mochila.
— Está bien, ya sé que eres una loca —sonreí mientras él abría la caja.
— Wowww Amanda —dijo sorprendido —. Está genial, enseguida lo cuelgo.
—Te ayudo
— ¿Te parece bien arriba de la cama? — me pregunta y comienza a observar el poster midiendo sus medidas en la pared.
— Sí, queda muy bien allí .
Martin fue por cinta y juntos colgamos el dibujo.
— Muchas gracias Amanda.
— De nada Martin —dije y luego comencé a dar vueltas por la habitación sin saber cómo decirle lo que quería pedirle.
—Ya sé: Quieres quedarte otra vez porque hay una tormenta
—¿Por favor? —le digo con mi mejor cara de niña buena.
— Bien —dijo y después se dirigió hasta la caja de películas y tomó una película para colocar en el DV. Yo salté a la cama feliz y él me extendió el pote de palomitas a pesar de que odiaba que dejara migas en su cama. Comenzamos a ver Iron Man uno, a pesar de que ya la habíamos visto muchas veces.
—¿Viste a tu padre hoy? —me pregunta rompiendo el silencio.
—Nunca llegó — confesé
— ¿Por eso estabas enojada?
—No lo sé —mentí, porque sabía que esa era la razón. No me preguntó más nada y nos concentramos en la película y lentamente mis ojos comenzaron a cerrarse.
Editado: 14.10.2025