AMANDA ( 2012)
Estaba lista hacía una hora esperando que mi padre pase por mí. No tenías ni un poco de ganas de ir, y menos tener que faltar a la escuela porque el señor ocupado nunca podía.
— Cariño ya llegó tu padre — dijo mi madre.
—Nos vemos más tarde —La saludo con un beso y salgo para subir al auto de mi padre.
—Hola hija, ¿ cómo estás ?
—Hola padre — digo una vez sentada en el auto
—¿Todo bien? — Me pregunta preocupado. Tenía ganas de gritarle que nunca estaba bien, sin embargo, otra vez me quedé callada.
— Estoy bien.
—Almorzaremos con Clara. Tenemos algo importante que decirte.
—Bien
Llegamos al restaurante preferido de mi padre, el cual quedaba cerca de su casa y muy lejos de la mía. En realidad, casi dos horas en auto no es demasiado si quieres ver a tu hija. Al entrar fuimos a la misma mesa de siempre y Clara ya estaba allí.
—Hola Amanda —dijo levantándose de su lugar para darme un abrazo—. Estás hermosa
—Hola —contesté, mis palabras se reducían a nada cuando estaba con ellos.
Luego de que terminamos el almuerzo, y después de las mismas preguntas de siempre: Cómo te va en la escuela, te portas bien con tu madre y cómo está Martin. Mi padre decidió que ya era hora de lanzarme la bomba que traía por noticia.
—Clara está embarazada. Tendrás una hermanita Amanda.
¿Qué? Que acaba de decir este hombre. Que él ha seguido con su vida como si nada después de que nos abandonó a mi madre y a mí por Clara, cuando tenía siete años. Fue una noche de tormenta y jamás pude olvidarlo.
—Que bien. Los felicito.
— Amanda....parecería como que no te has alegrado con la noticia —dijo mi padre.
— Me alegro que tú hayas podido seguir con tu vida —dije fríamente —. En cambio, mi madre apenas si podía ir a charlar con Susy porque se la pasaba trabajando y si no, cuidando de mí. Los felicito a los dos, pero ahora quiero irme a casa — dije molesta y me levanté de mi lugar. Mi padre me observó con tristeza, pero hizo lo que le pedí.
Se que se sorprendió con mis palabras, yo jamás decía nada. Pero la noticia había sido demasiado impactante.
Al llegar a casa salió mi madre a recibirnos.
—Muchas gracias por el regalo. Llegó hace un rato — le dice mi madre a mi padre.
— ¿Qué regalo? — pregunto, todavía con mi peor cara.
—Tu padre te ha comprado otra bicicleta, porque la otra ya te quedó pequeña.
—Muchas gracias, otra bicicleta que se oxidará como la anterior. Nunca viniste a enseñarme como lo habías prometido — Le recriminé y después sin mirar atrás entré a mi casa. Se quedó hablando con mi madre.
Al día siguiente fue mamá quien me llevó al colegio, al llegar Alice estaba sentada en mi lugar.
— ¿Qué haces en mi lugar? —protesto.
—¿Desde cuándo tiene tu nombre? — contesta Alice.
—Desde que la uso todos los días, desde que tengo nueve años —le digo mientras me cruzo de brazos —. Sabes que Martin y yo nos sentamos todos los días juntos.
— Amanda...ayer Alice se sentó aquí y le dije que hoy también se podía sentar a mi lado —Nos interrumpe Martin.
—Qué —le contesto indignada —falto un día a clases y ya me cambias por esta Rapunzel.
— No me llamo Rapunzel, Mona — Estaba a punto de agarrarle su largo cabello para trepar de él.
—Amanda, no exageres que es sólo por hoy.
—¿Pero por qué quiere sentarse contigo?
—Amanda...
—Bien — contesté muy enojada y sin pensarlo tomé una silla y me senté a la fuerza en medio de ellos dos.
Martin trataba de empujarme con su silla y yo hacía lo mismo con la mía. Apretados los dos nos seguíamos empujando mientras tratábamos de no caernos, todos nuestros compañeros reían y nos alentaban en la lucha.
— Será mejor que me vaya —dijo Alice.
¡Por fin!
— No, tú te quedas —dijo Martin
Lo empujé con más fuerza y casi logro derribarlo.
— ¿Vamos a seguir así todo el día, solo por querer llevarme la contra?
—Prefiero eso antes que cederle mi lugar a Rapunzel de largo cabellos.
Seguimos forcejeando con nuestras sillas hasta que ambos nos caímos con silla y todo. Las risas hicieron eco en todo el salón de clases.
—¡Pero ¡qué es este alboroto! —gritó la profesora. Estaba en problemas —Siempre tú Walker, qué has hecho ahora.
—Alice me ha quietado el lugar
— Tanto lío por eso. Es qué estás en primer grado.
Las risas continuaban, y también tuve que reír. Tomé mis cosas y me cambié de sitio, me senté con John Stuart.
Pasaron tres días después de ese accidente y Martin y yo seguíamos enojados.
Editado: 14.10.2025