AMANDA (2016)
No es que últimamente no estuviera pensando en mi futuro, si lo hacía, sabía que me faltaba poco para terminar la preparatoria, sabía que debía estudiar algo para sobrevivir y también sabía muy bien lo que quería, dibujar. No existía nada más para mí, cuando tomaba un lápiz y un papel, me sentía libre y era mi medicina desde que tengo memoria.
Estaba haciendo exactamente eso, dibujando. Tenía miles de dibujos hechos, muchísimos sin contar los que le había regalo a Martin.
Después de tener que escuchar el sermón de mi madre como decima vez en el mes, decidí que ya era hora de aumentar mis notas y ganarme ese lugar en la facultad de arte y diseño. Comenzó a llover con más intensidad y ya sabía que hoy pasaría la noche con Martin, él ya estaría esperándome y muy en fondo de mi corazón me alegraba, porque me gustaba compartir eso con él.
Martin es ese hermano mayor que nunca tuve, esa figura protectora que me ha cuidado desde los ocho años. Siempre ha estado para mí cuando he estado triste, salíamos a tomar helado en bicicleta cada vez que eso pasaba, o a cenar en nuestro lugar preferido, o en algún estreno de las películas que nos gustaban. Era ese compañero perfecto, mismos gustos de películas y música; Y también la exigencia que tanto me faltaba porque era el chico perfecto en todo, notas excelentes en todas las áreas, incluido el deporte.
Agg, como podía ser tan perfecto, hasta el rey del baile había salido el año pasado. Teníamos los mismos gustos, pero con personalidades muy opuestas, es por ello que muchas veces peleábamos y terminábamos en competencia absurdas y debo decir que también divertidas. Sí … porque ambos somos altamente competitivos, competencia es su segundo nombre yo en cambio lo hacía cuando me enojaba, mucho, muchísimo. Sonrío con solo recordarlas, una vez tuvimos una estúpida discusión y me reto a qué no me animaba a decirle a John que me gustaba y darle un beso. Estaba enojado por robarle su primer beso. Así que lo hice, besé a John, él se molestó mucho y no sabía por qué si había sido su idea. Por supuesto él debió hacer lo mismo y según él, ese fue su primer beso y no el robado por mí.
En otra ocasión fui yo la que se enojó y lo reté a qué el niño “Don perfecto” no se animaba a fumar sin que sus padres se enteraran. Me llamó pequeña delincuente, pero lo hizo. Eso fue el año pasado.
“eres una mala influencia Amanda”
Él no se ha quedado atrás porque me reto a qué no me animaba a tener mi primera borrachera. Ja, yo Amanda Walker teniendo miedo a eso, así que nos emborrachamos juntos por primera vez. Creo que esa vez nos volvimos a besar, pero tal vez sólo lo he soñado. Esa fue la última vez que hemos tenido un tonto reto, es que ya estábamos más maduros.
Guardé mis dibujos en una caja y me preparé para ir a la casa de Martin. Al llegar lo saludé con alegría, la cual enseguida se esfumó cuando comenzó a preguntarme sobre la facultad, por suerte no siguió torturándome y comenzamos a ver la película. No sé en qué momento nos quedamos dormidos, pero desperté por un hermoso calorcito en mi cabeza, era su brazo, el cual estaba utilizando como almohada. Pero su otra mano estaba en mi seno, mierda. No me animaba a moverme y mi respiración comenzó a ser más agitada, no quería despertarlo. Y su, su…” cosa” me estaba apretando, por Dios, por Dios.
¿Qué hago?
No, jamás podría ver a Martin como mi hermano, quién se excita con alguien que consideras tu hermano. Mierda, debería decirle que no durmamos más juntos, tal vez podré comprar un sillón, eso es. Sería la solución más convincente, hablaría con él, después de todo no es tan grave, somo adolescentes y esa es la razón.
Aunque Martin es el príncipe de cuentos jamás podría verlo de otra manera, nuestra amistad se iría al retrete. Además, yo sería la que más sufriría, porque siempre me ha dejado claro que para él soy un completo desastre.
—Carajo —escuché, seguido de un golpe en el piso.
—¿Qué sucede? —pregunto
—ehhh son, son ca-casi las siete —dijo con dificultad.
—¿Estás bien? —pregunté. ¿Se habrá dado cuenta?
—No, digo sí.
Me levanté y comencé a estirarme como siempre lo he hecho, pero esta vez era para calmarme. Al terminar y darme vuelta seguía en el mismo lugar.
—¿Por qué sigues en el piso?
—También estiraba —dijo, pero él nunca hacia eso.
—Te veo en un rato —dije y prácticamente corrí hacia mi casa.
En una hora ya estábamos en el auto, Martin comenzó a conducir y como todos los días paramos a comprar café y luego directo a la escuela. Durante el trayecto me comenzó a decir que era importante que comenzara a tratar mi trauma a las tormentas porque lo más probable es que yo no ingrese a la facultad. Su conversación de cobarde me irritó muchísimo.
Enserio comenzó con esas excusas baratas, en vez de decir cuál era la verdadera razón.
¡Tuviste una erección! Tampoco es para tanto, yo también estaba acalorada pensando en Chis Evans
Mi amenaza que le solté se reproducía en mi cabeza una y otra vez, ja el señor diez ya ha despertado a la leona otra vez.
“Sabes muy bien que puedo sacarte del cuadro de honor y dejarás de ser el chico diez”
Editado: 14.10.2025