En todas mis primeras veces

CAPÍTULO 8

MARTIN (2017)

Amanda me ha sacado del cuadro de honor por segunda vez consecutiva, ese estúpido cuadro en donde colocan a los cinco mejores, siempre he salido en primer lugar, no es la gran cosa, pero debía ser el mejor para la facultad.

Amanda se ha esforzado y ha ganado ese lugar para la facultad de Arte y diseño, y aunque es un genio en matemática no la veo haciendo otra cosa que no sea dibujar.

Aunque ella no lo supiera, la he dejado ganar muchas veces en esa tonta competencia de quién sabía más. Sospecho que ella ha hecho lo mismo.

Estuvimos competiendo durante meses, poco a poco lo fuimos olvidando y comenzamos hablar y reír como siempre. Traté de convencerla que durmiéramos juntos las noches de tormenta, pero no lo hicimos. En vez de eso, comenzamos a hablar por teléfono hasta que Amanda se quedaba dormida.

Nos fuimos distanciando un poco, ella comenzó a salir más con sus amigas Magui y Johana, yo con Manu y John, lo que me parecía genial, porque no debía ser solo yo en su círculo. Al recordar lo posesiva y celosa que era de niña me saca una sonrisa. Aún me sigue diciendo que no confía en Manu porque me robó mi Iron Man y tampoco en Alice, no sé muy bien la razón.

Terminé de alistarme para la escuela, ya faltaba muy poco para terminar las clases y tener nuestra última vacación antes de la Universidad. Salí a esperar Amanda en el auto, a los dos minutos sale de su casa con su habitual atuendo desarreglado, el cual consistía en unos pantalones anchos y una camiseta de Los vengadores, su pelo con puntas de color rosa despeinado, y su cara de “me acabo de despertar” como si todavía llevara la almohada pegada en el rostro, pero con una sonrisa que iluminaba sus ojos.

—Buenos días —saluda de buen humor. Se sube al auto y le doy marcha.

—Buenos días para ti también —le sonrío—. ¿A qué se debe tanta felicidad?

—¡Nuevo celular! Mi padre me compró un nuevo celular porque salí nuevamente en el cuadro de mejor notas.

—Ves que estudiar tiene sus ventajas.

—Así es, si sabía que tendría tantos veneficios lo hubiera hecho antes —ríe mientras observa su nueva adquisición —. Estoy segura que volveré a estar en primer lugar a fin de curso.

—Entonces tendrás que escribir el discurso de despedida para todos los estudiantes.

—¡Santo cielo! No había pensado en eso —dijo preocupada—. ¿Puedes ayudarme? Escribes muy bien

—Lo pensaré — Contesté mientras manejaba hacia la casa de mi novia. Me bajé del auto y me acerqué hasta el porche, donde ella me esperaba sonriendo con su perfecto vestido rosa ajustado, su peinado y maquillaje inmaculado y ese perfume que me volvía loco.

—Bueno días Martin —Se sonrojó y me besó en los labios.

—Buenos días Alice —Le devolví el beso y cogí su mochila. Nos tomamos nuestro tiempo para llegar hasta el coche.

—¡Se hace tarde! —Nos llama Amanda desde la ventanilla. ¿Desde cuándo se ha vuelto tan disciplinada? Nos marchamos y en cinco minutos llegamos a nuestra cafetería habitual y pare a comprar café.

—Voy por los cafés. Cuál era tu favorito —pregunté antes de bajar.

—El mío…. —me interrumpe Amanda

—Ya se el tuyo Amanda, avainillado. ¿El tuyo Alice?

—Sabes cómo le gusta el café a Amanda, pero no recuerdas cómo me gusta a mí —cuestiona.

—Puedes decirme, ¿Por favor?

—Olvídalo, no quiero café —Resopló molesta. La miré por el espejo retrovisor y estaba con los brazos cruzados y las mejillas rojas como un tomate. Era la cuarta vez que me hacia una escena de celos por mi amistad con Amanda, y ya no tenía manera de explicarle que solo éramos amigos, nada más que eso. La ignoré y bajé a buscar los cafés, luego por fin marchamos a la escuela, pero mi humor ya había cambiado.

—Amanda, por qué siempre vas al lado de Martin. Yo soy su novia —Cuestiona nuevamente.

—Sabes que vive al lado de mi casa, es mi amiga y siempre vamos juntos —Le contesto molesto, en verdad ya me estaba fastidiando.

—Lo siento —dijo Amanda —, a partir de mañana te prometo ir atrás.

—Muchas gracias, te lo agradezco —dijo Alice con una sonrisa.

Alice es mi primera novia, y nos llevamos bastante bien descartando los celos que siente por Amanda. No me gusta que me quiera controlar en todo. Al llegar Amanda baja primero y se adelanta.

—Lo siento cariño. No te molestes —dijo seguido de un beso. Le correspondí el beso porque, aunque a veces fuera insoportable, me gusta demasiado.

—Ya entremos.

Por la tarde cuando el día escolar terminó, decidimos ir a la heladería que estaba cerca, Amanda, John, Manu y Alice.

—Pueden creer que en dos meses ya terminaremos esta tortura —dijo Manu

—Pero empieza otra… tonto —Le responde Amanda mientras se sienta al lado de John —. Me acercaré a hacer el pedido personalmente porque están tardando —sugiere y se levanta.

—Voy yo —La interrumpo —. Amanda el tuyo de chocolate, ¿Y tú Alice, de qué sabor quieres?

—Es la tercera vez que venimos a por un helado y aun no sabes mis gustos.

No, otra vez no. He venido muchísimas veces con Amanda, es por eso que se sus gustos. No significa que no haya prestado atención.

¿De qué sabor había pedido las veces que vinimos?, rayos no podía recordarlo…

—chocolate y almendras —dijo Amanda

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Alice

—Martin me lo ha dicho, siempre me habla de ti. No para un segundo de decirme cosas sobre ti. Ya me aburre —Le cuenta Amanda con su mirada picara que tanto conocía.

Alice sonrió con una sonrisa de oreja a oreja:

—Lo sé, él es tan romántico —dijo

Amanda y yo fuimos a por los helados, al llegar al mostrador me siento en una de las banquetas, apoyo mis brazos y paso mi mano por mi cabello despeinándolo mientras espero que se acerquen a tomarme el pedido.

—¿Estresado? —pregunta Amanda.

—Gracias —Le sonrío sin preguntarle cómo rayos se acordaba los sabores que le gustaban a Alice. Es una niña malcriada y ya me quedó claro que debo terminar con ella por más que me guste mucho —. Se le pasarán los celos, no te preocupes.




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