En tres palabras o menos

Capítulo II La casa y sus inquilinos

Stephen Crovetto la llevo en auto hasta una casa enorme. Casa se quedaba muy corto, pues, en realidad, solo era un edificio de unos cinco pisos.

— Aquí la seguridad es estricta, pero pasando el muro interno, no hay cámaras para preservar la intimidad de mis hermanos. Esta entrada también es la única salida. — Explicó — necesitas ingresar tu huella digital para poder entrar.

— Entiendo —

Estaba asombrada de esa casa. Si revisaba cada piso y sus habitaciones, entonces ¿podría tener la elegancia de un penthouse? ¿O similar al del hotel más lujoso del país?  Debía comportarse bien y ganar todo lo posible.

— Por aquí — le dijo cuándo se estacionaron. Bajaron del auto. Ese día llevaba un pantalón de vestir negro y un blazer a juego. Stephen no hizo comentarios por la ropa tan extraña para la entrevista, pero después de escuchar del médico que tenía la piel muy lastimada no dijo nada.

Lilith camino hasta donde él le decía. Sus obligaciones eran muchas para una sola persona, pero se regían por un exclusivo horario que no se debía romper nunca.

— Debes memorizarlo. — le pidió cuando lo entrego. — tenemos muchas maneras de ir por la despensa y otras necesidades. Recuerdo que pediste tener un día libre ese sería el miércoles. Ese día, mis hermanos están aquí, pero se pueden ocupar de algunas tareas simples.

— ¿Sí? ¿Cuántas personas trabajan aquí?

— Solo tú — contesto — tu tarea primordial es tener listos los alimentos y recordar las agendas de todos, la limpieza de las habitaciones es hecha por cada uno de nosotros, pero en espacios comunes tales como sala, cocina, jardín y gimnasio tú debes realizar la limpieza.

— Entendido. — podría morir de cansancio. La casa era enorme, pero la paga era buena, así que haría bien su trabajo.

— Cada piso cuenta con cámaras que detectan el calor y las revisa nuestro servicio secreto, eres libre de usar las áreas frecuentes según sea conveniente. — Le entrego varias carpetas — estos son nuestros horarios, que son distintos al horario de la casa. Si quieres algo específico para la despensa, puedes pedirlo.

Hablaba mientras le mostraba algunos lugares de la casa. Se dio cuenta de que el edificio parecía casi una U y tenía una piscina. Lilith no se emocionó en absoluto. El jardín también era grande. Su habitación abarcaba casi todo el piso donde solía vivir multiplicado por tres. Había una enorme cama con dosel, muebles de madera genuina y un armario dónde podría esconderse perfectamente.

— Sí lo deseas puedes cambiar algunas cosas. — Añadió — vamos por tu equipaje.

Regresaron al auto y Lilith saco con gracias una maleta pequeña junto con una bolsa de mano.

— ¿Eso es todo? — pregunto extrañado.

— Sí, ¿es mucho?

— Yo diría poco — contesto. — Permíteme — tomo la maleta y caminaron de vuelta a la habitación. Stephen lo encontró extraño, pero si se acaba de mudar era evidente que tenía pocas cosas.

Dejo a Lilith sola en la habitación hasta la hora de la cena. Ese día cada uno cenaría en su habitación, así que ella podía poner todo en orden. Lilith no olvidaba porque estaba allí, investigaría sobre ese orfanato y saldría de allí pronto. Las maneras de que fuera despedida eran robar o enamorarse. Su buena memoria ya había seleccionado los objetos más valiosos. No importaba si dejaba impresión o no mientras pudiera salir de allí sin que nadie la recordara.

Después de guardar su ropa en el armario, reviso su email. Había cientos de correos de Celia, quien le decía que fuera a confesar que ese piso no era de ella y menos los paquetes que había allí. Sus mensajes empezaban "Josephine, hemos sido buenas amigas..." Vaya que exageraban con eso de Josephine, ni siquiera recordaba de dónde salió ese nombre.

Decidió explorar por su cuenta. Paso por varios lugares y encontró sus respectivos armarios de limpieza, así como productos específicos que debía usarse, también estaba pegado un horario de cuáles días se debía limpiar y a qué hora. Haciendo cuentas todo estaba tan organizado para que una persona pudiera manejarlo.

— Stephen, ¿contrataste otra asistente? — dijo un hombre

— Sí, esta vez no morirás de hambre... solo espero que André no intente poner sus manos encima — señaló

— ¿Por qué? ¿No es culpa de ella? ¿Si vas a limpiar como se te ocurre traer lencería semitransparente y lanzarte al propósito a la piscina? — Repitió la misma voz — ¿contrataste un hombre?

— No, una señorita. Se cubre toda la piel, así que no hay problema si André le echa el ojo porque creo que ella no cederá. Además, Norman, deja de tratarlas solo como sirvientas. La mitad de la culpa es tuya porque no te agradaba, así que André se hizo cargo por ti. — señaló Stephen

— Sí, lo que sea — contesto — ¿crees que podamos cenar bullabesa?

— No, aún tenemos algo de arroz y huevos duros que preparo Damián — contesto

— ¡No quiero eso! ¡Llámala de inmediato! Que cocine algo para nosotros...— pidió.

Lilith se asomó y saludo. Su impresión de Norman fue niño malcriado y la impresión que dejo ella fue mojigata. Stephen los presento.




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