En tres palabras o menos

Capítulo IV Requisitos

Lilith fue a las entrevistas del personal junto a Stephen. Por su cabeza no pasaba nada más que incomodidad antes el coqueteo morboso de Stephen y esa tal Evelyn. Termino muy tarde y al día siguiente tenía el día libre. Lo esperaba con ansias porque tenía que trabajar en ese bar.

El día fue bastante provechoso, al parecer, Stephen dejaría su puesto en la empresa en menos de un año para irse a un país extranjero junto a Evelyn pero antes necesitaba buscar alguien adecuado para reemplazarlo pero no había nadie aún.

Lilith vagamente recordó que tenía que ir a la oficina de André. Sus pies la llevaron hasta allí, acercándose, el chico abrió la puerta y la hizo pasar.  Allí había varias prendas colgadas.

— ¿Para que vine?

— ¿Que? Bueno, me pareció que tienes poca ropa además de la que usas para el trabajo así que quiero darte un regalo, escoge la que quieras puedes probartela detrás del biombo.

Lilith la miro desganada. No quería la ropa. Miro algunas prendas y desvío su atención a la ventana. Desde allí se veía que Evelyn salía con otro empleado subiendo al auto juntos. Que curioso.

— ¿Elegiste alguna?

— Ninguna, aprecio el gesto pero no la necesito. — contesto

— Lilith... entonces escogeré una para ti y será mi regalo. Quiero que la uses mañana en nuestra cita.

— ¿Que? Pero yo no he aceptado ninguna cita — replicó.

— Mañana dame 3 horas de tu tiempo, me aseguraré que no te arrepientas. — le dijo confiado.

Vaciló. Eso ya estaba tomando un giro extraño donde todos se enamoraban de la sirvienta y eso era molesto. De seguir así entonces iba a renunciar y buscar la información que necesitaba de otra manera.

— No puedo. Lo siento. — volvió a decir.

— Es que tú no lo entiendes, saldrás conmigo. La ropa que elegí es producida en un taller que pertenece a la familia o ¿esperas que todos se enteren que eres solo una mujer bonita?

Lilith le dio una bofetada.

— ¿Me pegas? Te estoy haciendo un favor guardando ese secreto y me pegas — exclamó furioso.

—  No soy una prostituta como crees. Trabajaba en una lavandería. — explicó

— Esa noche no me diste es impresión. Podemos salir un poco más, hasta saldrás ganando.

Ella salió de la oficina. André la vio irse y bueno, eso no era lo que quería decir. Regreso a la casa antes que ellos y preparo la cena para cada uno. Fue a limpiar el gimnasio cuando lo vio por primera vez.

— Lo siento, no sabía que estaba ocupado.

— No te preocupes. No había nadie en casa así que lo usé. — le dijo. — soy Damián, me imagino que eres la asistente recién contratada.

— Si, soy Lilith Laforêt.

Cada uno hacia sus cosas hasta que pasaron minutos incómodos en silencio. Damian estaba muy tranquilo haciendo ejercicio y después fue a dar una ducha. Lilith doblaba la ropa en la lavandería.

— Lilith, sirve la cena — pidió tranquilo. Ella subió y le sirvió de cenar. Cuando le acercó su plato, vio que tenía un anillo hermoso con una piedra negra. — ¿Te gusta?

— ¿Eh? Nunca había visto una piedra negra. No tan cerca.

— ¿Te gusta? Te lo regalo — y se dispuso a quitárselo. — no creo que te quede pero servirá como un dije.

— No lo necesito — contesto sin dejar de mirarlo. — pero es tan hermoso.

Damian soltó una risa. En ese momento llevaba pantalón y playera así que imagino que se vería apuesto en traje. A diferencia de sus hermanos, tenía una expresión suspicaz que de un momento a otro cambiaba a tranquila.

— ¿Coleccionas joyas? — pregunto después de aceptar el anillo

— No, solo anillos... ¿quieres verlos? - pregunto.

Lilith asintió. Espero a que terminara de cenar y subieron los dos. Lilith estaba volviéndose descuidada de muchas maneras. Entrar a la habitación como si nada no terminaría en nada bueno.

Damian era muy tranquilo y serio pero podía darse cuenta que no era un mujeriego como André o controlador como Stephen. La habitación que ya había visto varias veces no dejaba de sorprenderle. Pasaron directamente al armario dónde le mostró los anillos que tenía. El diseño era distinto pero el corte de la piedra era igual.

— ¿Eres tu quien dirige la empresa? — pregunto directamente.

— No, aún la maneja mi padre. — contesto como si nada — casi no me gusta salir de casa.

— Lo entiendo pero ¿no es cansado? — ella a veces se sentía igual al no querer salir pero obligarse a hacerlo.

— Lo es — respondió.

Damian la rodeo con sus brazos. Ya no era una niña pequeña así que sabía lo que seguía. Lentamente llegaron a la cama, el comenzo a quitarle la ropa hasta que recordó que no se maquillo ese día y el vería sus cicatrices. Evito que la viera pero él no la dejo. Cuando vio su cuerpo no dejo de decir lo hermoso que era, quería tenerla, conocer todo de ella. Secretamente ella lo desea esperando que fuera recíproco.

Más tarde llegó André. Bajo a la habitación de Lilith y dejo una bolsa enfrente de su puerta. No solía hacer eso así que sentía una pena enorme. Mientras subía las escaleras vio pasar a Norman rápidamente y detrás de él iba Stephen. Parecían bastante serios.




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