En tu ausencia | Relato corto

Carta 8

La esperanza nunca se pierde, ¿no?

Yo la guardo, aunque sé que no se podrá hacer mucho. Casi nada. Solo me queda sentarme aquí. Esperar el momento, viéndote dormir, muy profundamente en esa cama. Recordar y recordar. Parece que en eso basaré mi vida de ahora en adelante.

Recordar los primeros besos, las primeras risas cómplices...Las caricias furtivas. Absolutamente todo.

La gente entra en esta habitación, intentan hablar conmigo, pero no los escucho. No puedo hacerlo. E dejado a mis pacientes a un lado solo para estar atenta a ti. 

Soy tan idiota al seguir escribiéndote, sabiendo que no podrás leerlas.

Aún así lo hago, porque como te escribí al principio, aún guardo esperanza.  Quisiera que te levantaras y me dijeras: Cariño, deja de llorar que te ves horrible. De verdad que lo quiero. De seguro me reiría, te abrazaría y no dejaría de llorar.

Me destroza saber la realidad, trabajar en un hospital me deja con muchas incertidumbres y realidades que quisiera borrar de mi mente.

Al menos tengo un consuelo. No ha venido ninguna de tus amigas con las que te he visto últimamente.

He ido a tu departamento y encontré las cartas que te envié. Todas guardadas en una pequeña caja encima de tu escritorio. Dentro habían algunas fotos. Más recuerdos. Fotos que no tengo, ni sabía de su existencia.

Fotos en las que estamos en la playa besándonos. Otra en la que te tomaste una mientras yo dormía a tu lado...

Pudiste haber ahorrado todos esos momentos dolorosos con solo decirme que te estabas muriendo. Pero el miedo hace que las personas actúen de maneras poco razonables.

 No sé qué pasará mañana. Tengo miedo. Lo admito.

Pero te necesito.




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