–¡Ay Dios mío! –dijo la joven que observo desde lo alto mirando a Reese caer inconsciente el suelo. Bajo de inmediato para ayudarlo encontrándose con su abuela la nana de Josué.
–Evelyn ¿A dónde vas? –dijo la señora.
–Rápido hay que ayudarlo –dijo saliendo de la mansión.
Reese sentía su mirada pesada sus ojos, no lograban enfocar nada bien sintiendo algo cálido deslizarse por su cabeza cayendo inconsciente.
–Esto me pertenece. Es mío. Ella es mía –dijo posesivo Josué tomando el collar de Reese.
–Josué –dijo su nana corriendo abrazar a su niño ignorando a Reese. –¿Estás bien? –lo reviso de arriba abajo.
–Abuela ayúdame aquí. Hay que llevarlo al hospital –dijo la chica la señora finalmente se dio cuenta de Reese cubierto de sangre en la cabeza.
–¿Qué paso? –dijo preocupada sin soltar a Josué.
–Reese me quito este collar que me regalo una amiga. Quise recuperarlo, se lo pedí amable, pero se negó a devolvérmelo y se puso agresivo. Me ataco y… –fingió llorar –empezamos a pelear lo empuje y se cayó sobre ella piedra –mintió descaradamente.
–Ya tranquilo mi niño. No hiciste nada. La culpa de fue de –dijo su nana.
La joven que miro a Josué, noto lo mentiroso y manipulador que era. Nada de lo que explico realmente sucedió. Era él quien corrió atacar a Reese, era él quien golpeo a Reese con una piedra y en cuanto al collar ella sabía muy bien que era de Reese.
–Abuela ayúdame. Con Reese –dijo la joven.
–Llévalo tu Evelyn. Yo debo ver que mi niño no tenga heridas. Ven vamos mi niño –se llevó a Josué que tenía el collar.
Ella no entendía ¿Qué sucedía? Reese estaba herido con la cabeza abierta y su tía se preocupaba más por el responsable de la herida. Tomo a Reese en brazos llevándolo hasta su auto llegando al hospital, donde lo llevaron a urgencias a examinarlo, espero un largo tiempo hasta que el doctor salió.
–Doctor ¿Cómo está el chico? –pregunto Evelyn.
–Afortunadamente estará bien. Por el momento hay que dejarlo descansar –dijo el doctor.
–Gracias doctor –dijo Evelyn.
Preocupada se sentó un momento intento comprender porque Josué hizo lo hizo. Mentir de esa forma y que su tía lo creyera. Ella también estaba impresionada con Josué por su capacidad intelectual y para los deportes, pero lo que había cometido hoy era imperdonable. Se miró la ropa que estaba manchada de sangre se levantó volviendo a la mansión, donde las cosas seguían normales como si el accidente nunca hubiera ocurrido. Se ducho y espero a los padres de Reese para informales de lo ocurrido y justo en la sala.
–Señores Reese está en el hospital. Debido que tiene rota la cabeza –dijo Evelyn.
–¿Qué le paso a ese? –dijo despectivo su padre.
–Se peleó con mi niño Josué –dijo la nana y ambos padres se levantaron preocupados por su hijo. Estaba más preocupados por el responsable que por el que estaba en el hospital.
–¿Estás bien hijo? –dijo su madre –no te hizo nada –Josué negó.
–Ese maldito –dijo su padre.
–Disculpen, Reese está en el hospital…
–No me importa donde este –dijo violento el padre de los gemelos –¿Qué paso hijo?
–Reese –empezó hablar la nana –le robo un collar que una amiga le regalo a Josué. cuando él lo quiso recuperar, se pelearon y mi niño solo lo empujo.
–Desgraciado. No sé si realmente es mi hijo –dijo el hombre.
Evelyn no podía entender lo que ocurría aquí. ¿Por qué todos se mostraban más cariñosos y atentos por Josué que por Reese? Pero de algo estaba segura si decía lo que vio era seguro que no le iban a creer. A la mañana siguiente se levantó temprano estaba alistando sus cosas para regresar a la universidad solo estaba de paso para visitar a su abuela.
–Espera Evelyn –dijo la madre de los gemelos.
–Señora buenos días –saludo –dígame ¿Qué se le ofrece?
–Puedes ir al hospital por ese –dijo despectiva.
–Eh… se refiere a su hijo Reese –dijo Evelyn nerviosa.
La señora hizo un mueca –toma esta tarjeta de crédito y ¡por favor! Paga la hospitalización –dicho eso se retiró.
Evelyn se dio cuenta de que nadie quería a Reese, ese respeto y admiración que sentía por Josué desapareció debido a su acto inhumano contra su hermano que pudo haber muerto por el golpe y por lo que observaba nadie aquí le daría importancia. Como si Reese nunca hubiera existido o vivido en esta casa. Se cambió, tomo su auto marchándose directo al hospital donde encontró con el mismo doctor que atendió a Reese.
–Doctor. Buenos días –saludo –estoy aquí para llevarme a Reese. Cree que ya puede darle el alta –dijo ella.
El doctor la quedo observando un momento –¿Dónde están sus padres? –pregunto.
Ella desvió la mirada y encogiéndose de hombros –ellos están ocupados, por eso he venido yo.
–Necesito que ellos vengan aquí, esto… es muy delicado –respondió el doctor.
Algo le decía a Evelyn que, aunque llamara a los padres de Reese ellos no iban a venir –lastimosamente ellos salieron a un viaje de negocios –respondió. –Pero dígame. ¿Qué puede ser tan delicado? Para que ellos vengan a ver a su hijo.