En tu mirada |~{amores Verdaderos #2}

Capítulo 8

Con pesar acomodó su camisa, y se peinó lo más prolijamente que pudo, disimular el enfado que cargaba sería lo más dificultoso. Agradar a la joven, era lo que menos le importaba.
Soltó un gran suspiró y caminó hasta el salón.

—Hijo, bienvenido —sonrió George al verlo —.  Te presentó a los Condes de Hamilton —el matrimonio se levantó de su asiento, y el hombre mayor estrechó su mano —. He escuchado mucho de usted, es un agrado conocerlo al fin.

— Espero que no haya oído nada que afecte mi reputación —contestó Andrés con sorna.

El Conde se rió estrepitosamente y palmeo su hombro —. Descuide, de haber sido así, no estaríamos aquí —dijo endureciendo sus facciones —. Le presento a mi hija Lauren, mi más preciado tesoro.

De inmediato una dama de exquisitas facciones apareció ante él; cabello dorado, ojos almendrados color verde, labios bien definidos, nariz pequeña y respingada, sin lugar a dudas era una musa digna de ser retratada.
En otro tiempo la belleza que irradiaba la joven lo habría impresionado, probablemente cayendo a sus pies dispuesto a conquistarla, pero ahora, en su corazón y su mente solo había lugar para aquella vendedora de rosas llamada Elise.

—Milord es un verdadero placer conocerlo —declaró Lauren extendiendo su mano derecha con elegancia.

—Mi lady, lo mismo digo —inquirió con frialdad luego de besar su mano.

George de inmediato se percató de la actitud de su hijo, lo veía venir, por lo que decidió intervenir.

—Por favor, pasemos a la mesa.

Durante la cena, todos estaban felices, excepto él, todos sabían exactamente lo que ocurría, y a qué se debía aquella velada, es que ¿Acaso nadie preguntaría que es lo que él quería?, ¿A nadie le importaba lo que él pensará?, por primera vez, mientras masticaba un trozo de carne, deseo con todo su corazón ser un muchacho normal, haber nacido en la cuna de una familia que no fuese de la nobleza, dónde hubiera vivido una vida como la que él quisiese, sin importar el dinero o las apariencias, una vida donde contraer matrimonio con una chica como Elise, era posible, pero no, lo que para uno es una bendición, para otros es una maldición.

— Asqueroso dinero —murmuró con los dientes apretados.

—¿Disculpe?—preguntó Lauren.

— Oh, nada nada —respondió Andrés con premura, se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos que olvidó que la joven estaba a su lado.

—Y dígame Milord, ¿Es cierto que usted ahora es el encargado de los negocios de su padre?

Andrés sostuvo con fuerza el tenedor que tenía en su mano.

{Que rápido corren las noticias, son unas verdaderas chismosas} — pensó.

—Así es —sonrió con fingida simpatía.

—¡Que maravilloso!, ha de ser una carga pesada considerando su corta edad.

—Tiene usted razón, es más agobiante de lo que imaginé, pero es mi responsabilidad como único hijo.

—¡Que admirable!...¿No cree usted que con una carga tan pesada como esa, sería prudente tener el apoyo de una esposa?.

Andrés solo pudo esbozar una media sonrisa con incomodidad, conocía las intenciones que escondían aquellas palabras. No deseaba seguir platicando, y para su fortuna, los empleados interrumpieron con el postre.

— Hijo —habló George —. La señorita Lauren comentó lo mucho que le gustaban las flores, al terminar deberías enseñarle el jardín, la variedad que tu madre ha plantado es fascinante.

—Creo que eso es algo que debería mostrarle mi madre, no yo.

Alisa intervino —.  Estoy de acuerdo, con gusto puedo enseñarle mi pequeño pero maravilloso santuario

—Tonterías, Andrés puede hacerlo, es más, vayan ustedes dos, nosotros seguiremos platicando.
¿Les parece bien? —indago mirando a sus invitados.

Sí claro —el Conde se mostró a favor—.  Hija por favor acompañalo.

— Sí padre, será un gusto —Lauren mostró una sonrisa de satisfacción.

Andrés miró a su madre con evidente disgusto, esta, a su vez, miró a George en busca de respuestas, pero este, ignoró por completo las miradas asesinas de su esposa.

—Padre, con todo respeto, creo que no es prudente que una señorita como ella, pasee conmigo sin una carabina.

—Cariño, estoy de acuerdo con él, no es prudente.

—Alisa, irán solos, no hay nada más que decir.

La mujer entrecerró los ojos tratando de descifrar qué es lo que pasaba por la mente de su esposo, no entendía por qué motivo se estaba comportando como un desalmado cuando él sabía muy bien la importancia que tenía el amor en un matrimonio, ellos se habían casado enamorados, entonces ¿Por qué quería que Andrés desposara a la joven si ni siquiera la conocía?, tal vez no era de su agrado, quizás no se complementaran, pero eso a George parecía no importarle ¿Acaso el motivo era el dinero?, ¿El linaje noble de Lauren?, frunció el ceño con enfado, fuera cuál fuera el motivo, jamás dejaría que su hijo se casara sin amor, Andrés era el fruto del amor de ella y George, una vida que prometió cuidar y proteger desde que lo sostuvo por primera vez. Sin duda alguna su esposo la escucharía, le dejaría las cosas muy en claro, se trataba de la vida de su tesoro, su único hijo, y no dejaría que nadie lo pasará a llevar, nisiquiera George.

— Está bien —espeto enfadado —. Saeñorita Lauren, por favor, acompañeme.

La dama sonrió complacida, luego tomo su brazo y caminaron hacia el jardín.
Durante largos minutos, Andrés se mantuvo en silencio, enojado en gran manera por la desfachatez de su padre.
Estaba utilizando a la muchacha a su antojo.

—{ Creo que mi reputación me precede, ¿Que es lo que pretende al dejarnos absolutamente solos?} —cuestionó.

—Milord, disculpe la intromisión. ¿que clase de pensamientos son los que lo tienen atribulado?

—¿Ah? —alzó su rostro y miro a los ojos de ella —. Papeleo, tengo mucho papeleo que organizar.

—Entiendo. Ha caminado con la vista en el suelo desde que salimos de su hogar, ¿Está usted bien?.




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