En tu mirada |~{amores Verdaderos #2}

Capítulo 14

Después de aquella tarde las cosas habían cambiado completamente para ambos. 
Se encontraban inmersos en una burbuja en la cual el mundo giraba a su alrededor, dónde nada importaba más que ellos y los sentimientos que comenzaban a florecer.

Los días siguientes fueron increíblemente maravillosos para Elise, Andrés fue capaz de demostrarle a cada segundo de cada día que ella no era un juego para él, era la mujer con la que deseaba compartir el resto de su vida.
Los días grises de la muchacha se convirtieron en días coloridos y soleados, y cuando le tocaba ir al mercado para vender sus rosas, lo hacía con más ilusión que nunca, sentía que era invencible. Creyó firmemente que el sueño de tener su propia florería se haría realidad, y es que el amor te hace soñar en grande.

Andrés la visitaba cada día luego de finalizar las reuniones con el Duque de Lancaster. Hizo caso a los consejos de su madre, y visitó frecuentemente a Gregory, para retomar y fortalecer la amistad que los unía.
Lady Alisa tenía razón, su amigo era un joven ejemplar, consciente y sensato.
Gracias a su ayuda, logró tomar el control de los negocios de su padre, además, ambos jóvenes invirtieron en el comercio exterior, si aquello resultaba como lo tenían planeado, le demostraría a su padre, que se había transformado de un libertino despreocupado a un vizconde responsable. 
Seguidamente, tomó la importante y determinante decisión de alejarse de sus amistades, que no eran más que despilfarradores, mujeriegos y borrachos.
Todo esto era parte de una estrategia: limpiar su reputación, sería difícil, más no imposible. Si George podía ver en él un hombre competente y responsable, creía, que tal vez  ya no seguiría con la idea de un matrimonio forzado, conjuntamente, contaba con el apoyo de su madre, quien por su parte se esforzaba por influir en la decisión de su esposo, y abogar a favor de Andrés, pero nada de lo que aquella mujercita de aspecto angelical dijera iba a cambiar lo que George pensaba de su único hijo. Excepto que presenciará el supuesto cambio con sus propios ojos, y como si Dios lo hubiera escuchado, llegó a las manos de Andrés la invitación a un baile en nombre de los Condes de Warrington.

Aquella velada sería la oportunidad perfecta para demostrarle a su padre y a todo el mundo allí presente, que había cambiado del cielo a la tierra.

—Hoy no podré acompañarla a su hogar, pero Boris la llevará —aseguró él—. Debo asistir a un baile.

—No te preocupes —sonrió Elise—. Espero que tú padre pueda ver en lo que te estás convirtiendo.

—Lo hará — tomó su mano y la besó —. Nos vemos mañana amor mío— le guiñó un ojo antes de girarse y caminar a su hogar.

Ella suspiró y murmuró —. Suerte cariño.

Se había enterado por la boca de él mismo de sus planes, el deseo de ser reconocido por su padre, y el cambio de su imágen frente al mundo.

De pronto un escalofrío le recorrió la espalda al escuchar la fría y odiosa voz.

—Elise Elise, ¿Ya no me extrañas?.

No necesitaba voltear para saber quién era el dueño de esas osadas y repugnantes palabras. Haciendo uso de una valentía que hasta ahora desconocía se volteo y lo encaró.

—Déjeme en paz, si no quiere problemas.

Los labios de Angus esbozaron una sonrisa socarrona, si antes creía que atemorizada era deseable, ahora aguerrida lucía aún más apetecible. La necesitaba, la anhelaba con locura.

—Sólo me detendré cuando te tenga en mi lecho, ya deberías saberlo.

—Es usted quien debería saber que jamás, jamás —inquirió—. Seré suya. Antes muerta.

Angus gruñó, y cuando avanzó, decidido a darle una lección, un hombre se interpuso frente a él.

—Señorita Elise, ¿Está usted bien?, ¿Este hombre la está molestando?.

—Estoy bien Boris… vamos, ya he terminado por hoy.

El cochero asintió con la cabeza, aún sin apartar su mirada de la de Angus —. Ya escuchó, apártese. No sé quién sea, y no me importa. Pero le aconsejó que no vuelva a importunar a la señorita, aléjese de ella.

El mafioso se tensó y apretó la mandíbula —. ¿Tienes idea de con quién estás hablando?.

—Quien sea usted me tiene sin cuidado, se lo repito…váyase.

Elise se acercó a Boris y susurró —. Vámonos.

Pero él estaba lejos de dejar que se marcharan así como así. Avanzó con paso decidido, y cuando metió su mano derecha dentro del bolsillo de su chaqueta para sacar la navaja, una mano lo detuvo apretando su antebrazo con fuerza.

—Jefe, vámonos, tengo la información que me pidió.

Angus apartó su brazo con brusquedad, y lo fulminó con la mirada —. Nunca más te vuelvas a interponer en mi camino, ¿Entendido?.

—Sí jefe —contestó avergonzado.

Antes de irse, el mafioso los observó enfurecido, ya les haría pagar su ofensa, muy pronto.

Al ver a los hombres marcharse, la jóven suspiró aliviada, no tenía idea de dónde había sacado aquel coraje para enfrentarse por primera vez a Angus, pero sí de algo estaba segura, era de que ya no se dejaría atemorizar por él, ya no estaba sola, tenía a su príncipe de brillante armadura para protegerla.

Con ayuda de Boris, ordenó su puesto y llevó sus cosas al almacén de la señora Celia, para luego ser llevada a su hogar por el cochero de confianza de Andrés, este fue destinado para el transporte y seguridad de Elise.

Mientras tanto, cerca de allí, Roy era severamente reprendido por Angus.

—Señor, cálmese, no lo hubiera molestado si no fuera importante lo que debo decirle.

—Habla —escupió —. Más te vale que sea importante.

—Tengo información del hombre que frecuenta a la muchacha.

Al instante toda la furia se esfumó de su rostro.

—Señor, su nombre es Andrés Chesterfield, y es vizconde, vive en la parte Este de la ciudad —hizo una mueca de disgusto—. Tienen dinero, mucho dinero.

—Diablos—apretó sus puños —. ¿Y sus negocios?, ¿Algo con lo que podamos extorsionarlo?

Roy negó con la cabeza —. Nada, está totalmente limpio, todos sus negocios son transparentes.




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