En tu mirada |~{amores Verdaderos #2}

Capítulo 18


 


—Boris—susurró temerosa.

—Señorita Elise, buenos días. Necesito hablar con usted —dio un vistazo a Celia—. A solas, por favor.

—Si claro —giró su rostro —. Celia, nos vemos mañana —se acercó y la abrazo.

—Cuidate mi niña —la pelirroja asintió con su cabeza.

Luego caminaron hasta quedar al lado del carruaje, Elise miró hacia todos lados, suspiró aliviada al no ver a Angus.

—Dime Boris, ¿Qué sucede? —preguntó con los nervios a flor de piel —. Es Andrés, ¿Verdad?

—Si.... Necesito que mantenga la calma con lo que voy a decirle —calló por unos segundos —. Anoche, fui el encargado de llevar al joven de vuelta a su hogar. Elise asintió. —. Al irse el Duque de Lancaster, supe que él se iría pronto, por lo que lo espere pacientemente. Cuando ví que el señor salía con dirección a los carruajes, le hice señas para indicarle dónde me encontraba, no obstante no se percató de mi presencia —frunció el ceño—. De un segundo a otro lo ví adentrarse a un callejón, lo espere por unos minutos pero no volvió, en ese momento le pedí al cochero que se encontraba delante mío, que vigilará la carroza. Entonces caminé hacia él, y lo que encontré fue terrible.

El hombre se pasó la mano por el pelo mientras mordía su labio inferior con fuerza —. Yo... lo..lo lamento señorita Elise, desearía no haber esperado tanto.

Su corazón latía agitado —. ¡Dime, dime qué le pasó! —exclamó.

—Lo hirieron, en su estómago, cuando lo encontré estaba desvanecido en el suelo rodeado de un charco de sangre. Corrí hacia él, creyendo que estaba muerto. Pero afortunadamente al instante susurró: Elise.

La pelirroja jadeo conmocionada —. ¡Dios mío, Andrés! —. ¿Es...ta?, ¿Está muerto? —preguntó con un hilo de voz, sus piernas y manos le temblaban.

—¡Nooo!, aún no... sin embargo, al parecer le quedan pocas horas de vida, el doctor no ha sido muy alentador. Yo sé que usted es importante para él, y por eso estoy aquí, para que sepa lo que sucedió. Lo lamento señorita, es mi culpa, debí haberlo seguido apenas lo ví salir. Lo lamento tanto —el mentón de Boris comenzó a temblar, estimaba en demasía a Andrés, y el inevitable sentimiento de culpa lo estaba quebrando.

—No Boris, no te permito que pienses así, no es tu culpa. El culpable es otro, y me aseguraré de que pague con cárcel.

—¿Usted sabe quién es?, por favor dígamelo, esto no debe quedar impune. La policía ha ido a la casa, pero él joven.... no ha podido decir nada, ya que no ha abierto los ojos desde que lo encontré.

—Boris, llévame con él. Necesito verlo —dijo con la voz temblando.

—¿Qué? —preguntó el cochero con los ojos bien abiertos.

—Él me necesita Boris, me necesita.

—No señorita Elise , perdóneme, no puedo, me está pidiendo algo imposible.

El cochero vió como la determinación se filtró por sus pupilas, y en un rápido movimiento se aproximó hasta él, tomándolo por las solapas de su camisa —. Boris, tu no entiendes, yo soñé con él, supe anoche que estaba en peligro. Andrés me necesita, ¿entiendes?, me necesita. Te lo suplico, llévame con él. Cargaré con la responsabilidad, pero por favor, llévame.

Este tragó saliva con dificultad, y resignado cerró sus ojos por unos segundos en señal de aceptación.

—Venga —. Caminó hasta la puerta del carruaje y la abrió para que la muchacha entrara —. Debo decirle, más bien, advertirle que George no es como su hijo, Andrés es la excepción a toda regla, y me temo, que no sé cuál será su reacción al verla.

Elise suspiró y asintió —. Entiendo—aunque le aterraba ser rechazada, nada impediría llegar hasta él.

Al cabo de unos quince minutos, el carruaje se detuvo frente a una enorme mansión, era aún más grande y hermosa de lo que ella se imaginó. Una edificación de dos plantas, con múltiples ventanas decorando cada espacio del frontis, enormes columnas sostenían el segundo piso, y un amplio antejardín terminaba de embellecer aquella fachada. ¡Opulencia, es lo que la vivienda gritaba por cada rincón!. Elise parpadeó nerviosa, ¿Y si pensaban que era una cazafortunas?, ¡Qué locura!, ¿Y si no era bienvenida?, ¿Y si la echaban apenas cruzará el umbral de la puerta? se preguntó, sin embargo, antes de que pudiera imaginarse a sí misma en esa situación, Boris la interrumpió.

—Sígame por favor.

La muchacha así lo hizo, a paso lento, caminó detrás de él, cruzaron hasta llegar a la puerta principal, el cochero golpeó con sus nudillos, tanto él, como ella, estaban inquietos.
Al instante una sirvienta abrió, dejándolos pasar.

—Espéreme aquí —dijo Boris mirando hacia todos lados.

La muchacha asintió. Su corazón latía desenfrenado y a cada segundo que pasaba, sentía que le faltaba el aire. Con sus ojos observó a su alrededor, si el exterior de la casa le pareció sorprendente, el interior la dejó sin habla. Jarrones, cojines, cuadros, lámparas, absolutamente todo parecía demasiado costoso, ni diez vidas le alcanzarían para comprar cosas así.

El sonido de unos pasos hicieron que la pelirroja enfocará su vista al otro lado del salón donde una preciosa mujer caminaba junto a Boris.

—Elise —dijo esta.

—Si...si—confirmó y sonrió tímidamente.

—Soy Alisa, la madre de Andrés —dijo a la vez que la tomaba por sorpresa abrazándola —. Eres bellísima, más de lo que me había comentado —la sonrisa de la mujer estaba llena de ternura.

—Gra...gracias —sus mejillas se tiñeron de carmesí.

La sonrisa de la señora se desvaneció —. Hubiera deseado que nuestro primer encuentro no fuera en estás circunstancias —. Ven conmigo —tomó la mano de Elise y la guió a través de un pasillo, subieron una escalera y se pararon frente a una puerta.

Alisa se giró hacia Elise —. Me imagino que ya sabes lo que sucedió —la joven asintió—. Necesito que mantengas la calma, él nos necesita serenas y fuertes. Sé que será difícil, pero podremos hacerlo —le dió un apretón a su mano.

Abrió la puerta, y lo que vió sobre la cama estremeció hasta su alma. Un jadeo salió de su boca, mientras lágrimas se agolpaban en sus ojos.




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