En tu mirada |~{amores Verdaderos #2}

Capítulo 23


Elise estaba sentada en el borde de su cama, los rayos del sol se colaban por su ventana, iluminando la habitación con pequeños manchones de luz. 
Sus ojos recorrieron línea tras línea la carta que Boris le había entregado el día anterior.
 


 

Mi amada
 


 

Nada me ha hecho más feliz, que recibir una carta suya. Confesaré por medio de estás palabras, lo que aún no me he atrevido a decirle en persona, me resulta maravilloso lo que usted ha provocado en mí.
Usted le ha dado sentido a mis días, a mi vida, y es que me llena por completo. Cada espacio de mi corazón lo completa con su amor, con su esencia, con su brillo y su dulzor.
Es usted, a quien quiero ver cada mañana al despertar. Es su sonrisa, la qué forma la mía. 
Es más de lo que merezco, y juro que soy el más afortunado, debo ser el preferido de Dios, por haberla puesto en mi camino, por estar en mi vida. 
Prometo jamás jamás defraudarla, prometo estar siempre para usted, en las buenas y en las malas. 
 


 

Para siempre
 


Sonrió emocionada, era la tercera vez que leía la carta con la misma sonrisa adornando su rostro. 
Andrés la hacía sentir única y especial, como si ella realmente fuera algo valioso. Aquella sensación la hacía sentir viva, y eso no tenía precio. 
Con la yema de sus dedos acarició su labio inferior recordando su primer beso, en la orilla del río Támesis. Suspiró al rememorar la calidez de sus labios, la humedad de su lengua. Andrés producía en ella ternura y deseo en partes iguales. 
Unos golpes en la puerta hicieron que desviará su atención.

—Elise, hija, llegó Charles.

—Voy—gritó. Dobló la carta, y la dejo debajo de su almohada. La leería cada vez que tuviera la oportunidad, lo haría cuando pensará en él y no pudiera estar a su lado. Por qué para ella eran más que simples palabras, aquella nota era la evidencia y certeza de que sus sentimientos eran correspondidos con la misma intensidad. Ciertamente Elise inspiraba amor en Andrés, del tipo de amor que es capaz de derribar muros y mover montañas. Un amor verdadero.

Se levantó y caminó hacia la puerta. La abrió y acompañó a su madre hasta la sala donde Charles aguardaba en silencio.

—Tío, dígame qué le ha ido bien.

La mirada de Charles resplandecía, el aura de furia ya no lo rodeaba, ahora parecía estar en ¿Calma?.

El hombre asintió elevando las comisuras de sus labios —  Mejor de lo que esperaba —fijó sus ojos en Elise y luego en Clarise —. Henry Helding es el jefe de la policía, y lleva un tiempo detrás de Angus, sin embargo el maldito ha sabido librarselas, hasta ahora. El intento de asesinar al vizconde fue como entregar su cabeza en bandeja de plata.

—¿Pero cómo lo atraparán? —intervinó la castaña.

—Con tu ayuda Elise.

—¡¿Qué?!—exclamaron al unísono ambas.

—Tranquilas, tenemos un plan, para atraparlo sólo necesitamos que lo mantengas distraído por unos minutos. Sin levantar sospechas, por supuesto.

—No entiendo nada tío.

—Angus te quiere a ti, y la última vez que te molesto fue hace unos días, es un hecho que volverá a hacerlo. Y cuando eso suceda la policía estará infiltrada como ciudadanos comunes esperando el momento para arrestarlo.

Clarise abrió los ojos enormemente y Elise preguntó —. ¿Entonces me dices que cuando se acerque a mi, en el mercado, debo actuar como si nada, charlar con él, y esperar a que la policía que estará a nuestro alrededor, pero infiltrada, lo detendrá?.

—Exacto, sé que no es nada fácil lo que te estoy pidiendo, sin embargo es necesario.

—Lo haré —aseguró con determinación. Charles supuso que no aceptaría, o que se aterraría. No creyó ver la determinación y valentía que en ese mismo instante brillaban en los ojos de Eise.

—¿Qué?, hija, no, debe haber otra manera—Clarise miró a Charles —. Por favor, debe haber otra manera, Elise no debe estar cerca de ese hombre, nunca más.

La jóven volteó su rostro y fijó sus ojos en ella —. Madre, es la única manera, no puedo permitir que la vida de Andrés vuelva a estar en peligro. No voy a permitir que dañe a alguien más. Es a mi a quien quiere —miró al hombre —. Lo haré.

Él asintió y se acercó a ambas, tomó una mano de Elise, y una mano de Clarise —. Les prometo que todo saldrá bien, yo también estaré ahí, te protegeré Elise. Atraparemos al maldito, y podrás vivir en paz.

— ¿Cuándo será? —preguntó la pelirroja.

—Eso aún no lo sé, mañana debo volver al cuartel para conocer los detalles del plan, lo mejor es que no vayas a trabajar hasta que sepamos que día se llevará a cabo la detención —Charles soltó sus manos y caminó hasta la puerta —.
Debo irme, mis hombres traerán a Oliver y Jacob, de eso no se preocupen. También se quedarán a resguardar la casa, y a cada uno de ustedes. Volveré mañana con noticias.

La muchacha se aproximó hasta él y lo abrazó fuertemente —. Gracias.

—Cuidate Elise por favor, eres como mi hija, no quiero que nada te pase —susurró en su oído sin que Clarise pudiera oír.

Los ojos de la pelirroja se cristalizaron —. Te quiero Charles.

—Y yo a ti —miró a Clarise, tomó su mano y besó el dorso de esta —. Adiós.

La mujer sonrió y lo vió marchar.

—Hija, ¿Estás segura de todo esto? —preguntó una vez que se quedaron solas en medio de la sala, la sola idea de que se expusiera al peligro le quitaba el aliento.

—Lo estoy madre, Angus debe ser detenido, debe pagar por sus crímenes. Y si soy yo su perdición, que así sea.

Clarise soltó un largo suspiro —. Eres una mujer muy valiente Elise, estoy orgullosa de ti.

Se miraron y sonrieron a la misma vez —. ¿Cena especial?, ¿Qué te parece?.

—¡Siiii! —exclamó la pelirroja —. Voy a buscar a Sophie para que nos ayude.

—Esta bien, yo lavaré y picaré las verduras.




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