En tu mirada |~{amores Verdaderos #2}

Capítulo 26


La oscuridad que la rodeaba fue interrumpida por murmullos, escasos susurros que se escuchaban lejanos. 

Un quejido salió de su boca y sus ojos se abrieron lentamente. Con dificultad logró distinguir el anochecer a través de la ventana de su habitación. 

—¡Elise, al fin despiertas! —Clarise corrió a su lado.

—¿Cómo?, ¿Qué ha pasado? —relamió sus labios secos. 

—Te desmayaste hija. 

Miró a su lado, Charles se levantaba de una silla con Sophie dormida entre sus brazos. Con señas indicó que la llevaría a su cuarto. 

—Agua —murmuró la joven —su madre tomó el jarrón que estaba sobre el mueble al lado de su cama, y vertió agua dentro de un vaso.  

—Ten —le extendió la copa.

Elise bebió con ansia, como si su garganta fuera un desierto, y el agua su salvación en medio de un clima árido y seco, luego de limpiar las comisuras de sus labios con el dorso de su mano preguntó —. ¿Qué pasó con Angus?.

La castaña observó a su alrededor en busca de Charles —. Espera un poco.

Al cabo de unos minutos, el hombre entró a la habitación. 

—Tio—se apresuró Elise —. ¿Qué sucedió con Angus?. 

El aludido se sentó nuevamente en la silla y suspiró profundamente —. El muy infeliz logró escapar gracias a la intervención de sus hombres. 

La muchacha abrió enormemente los ojos, miró a su madre, quien se mantenía con la mirada apesumbrada —. ¡No puede ser! 

—Asi es, pero tranquila. No sabemos si está vivo o muerto, aunque la segunda opción es más probable. Por la cantidad de sangre que caía a su paso, estoy casi seguro que está agonizando. Henry me informó que iniciarán una búsqueda de inmediato, en su estado, no es capaz de llegar demasiado lejos. 

—Eso espero…¿Hubieron heridos?

Asintió —. Resultaron cuatro oficiales heridos, pero no de gravedad, y dos hombres del mafioso muertos. Gracias a Dios ningún locatario o transeúnte fue alcanzado por los disparos. 

—Eso es un alivio.

Charles se aclaró la garganta —. Elise, hasta que no sepamos qué pasó con Angus, debemos reforzar tu seguridad. Bajo ningún motivo podrás salir sin resguardo. Sé que será difícil, pero es necesario.

—¿Y si está vivo?

—No lo creo. En caso de que así fuera, sería un estúpido si vuelve a aparecer.  De todas maneras mañana iré a la estación para tener noticias. 

—Gracias tío—hizo una pausa—. Por haberme salvado, creí que me mataría. 

—Prometí que te cuidaría con mi vida. A ti, y a todos ustedes —miro a Clarise—. Son mi familia. 

Lágrimas caían bañando las mejillas de la castaña, y una calidez crecio dentro de su corazón.

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Henry Helding le había dado caza a la cabeza de Angus, junto a un equipo de al menos treinta hombres buscando y rastreando en cada posible escondite. Si bien, luego de seis horas lograron dar con su guarida, no encontraron más que restos de armas, y papeles que lo involucraban en extorsiones y secuestros —información que la policía conocía de antemano—. Por más que barrieron la ciudad de Londres, no hallaron a Angus, y con cada hora que pasaba las probabilidades de encontrar su paradero, se hacían más escasas. 

En aquel momento habían dos explicaciones, la primera es que efectivamente murió, y la segunda es que logró escapar a otra localidad. Las ciudades más cercanas eran Birmingham, Sheffield, Manchester y Liverpool. Sin embargo la jurisdicción de Henry solo se limitaba a Londres, y por consecuencia se hallaba atado de manos. Aunque luego de analizarlo con detenimiento, llegó a la conclusión de que lo mejor era realizar un retrato hablado de Angus, y con ilustración en mano viajaría primero a Birmingham para advertir y alertar de la presencia del mafioso. Posteriormente haría lo mismo con el resto de ciudades aledañas. 

Cuando el oficial ya nada podía hacer—más que esperar al otro día para encontrar a un individuo diestro en el arte del dibujo —despidió a sus hombres y emprendió el rumbo a la mansión del vizconde. Resultaba escandaloso presentarse a altas horas de la noche, si, pero la situación lo requería urgentemente. 

Al llegar a la residencia fue recibido por George, quien lo llevó hasta su oficina. 

Alisa, al percatarse del oficial, y al tratarse de un tema tan importante, con Andrés y Elise involucrados, automáticamente reprochó con la mirada a su marido, y de inmediato fue a buscar a su hijo para que estuviera presente en dicha reunión. 

—¿Qué fué lo que pasó?—preguntó Andrés apenas entró a la estancia acompañado de su madre. 

—¿Qué estás haciendo aquí? —cuestionó George con el ceño fruncido.

—¿Qué estoy haciendo aquí?.... padre, estoy exactamente dónde debo estar.

Ambos se miraron desafiantes, con destellos de rabia brillando en sus pupilas. Ninguno parecía ceder, y la tensión crecía segundo a segundo en la habitación.

Alisa ya sabiendo el rumbo que tomaría la discusión, le hizo una seña a Henry para que procediera a hablar rápidamente.

El oficial se aclaró la garganta y declaró con incomodidad —. Si me disculpan, necesito informar acerca de la situación de esta tarde. 

—Hable—dijeron al unísono George y Andrés.

—No sabemos qué pasó con Angus —soltó nervioso.

—¡¿Cómo?! —gritó el joven. 

—¿A qué se refiere? —siguió George.

Alisa soltó un jadeo. 

El hombre procedió a contar con detalle lo sucedido, y cuando finalizó el relato, Andrés estaba tan enfurecido, que se arrepintió de no haber estado ahí para haber acabado con Angus el mismo. 

—¿Qué harán ahora? —cuestiono George 

—Esperar es lo más sensato. El día de mañana pediré un retrato hablado, y partiré a las ciudades más cercanas para advertir sobre su posible presencia. Sin embargo aún no sabemos dónde está, en el hipotético caso de que estuviera vivo, por lo que —miro a Andrés—. Sería bueno que no saliera de su hogar sin seguridad, lo mismo aplica para la señorita Elise. Mientras no sepamos qué sucedió efectivamente con Angus, lo mejor es tener policías junto a ustedes. 




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