Tiempo después
Varios meses pasaron desde el fallido intento por atrapar a Angus Fletcher, fueron tantas semanas que todos llegaron a pensar que el mafioso más peligroso de todo Londres había muerto por una herida de bala en un procedimiento policial.
Aquella información se filtró aún en el periódico más importante de la ciudad; "Las gacelas de Londres", por lo que daba a pensar que todo ciudadano, comerciante, noble, estaba enterado.
Su supuesta muerte había provocado la reducción, casi a cero, de la ola de delincuencia y secuestros que tanto estrago y pánico causó tiempo atrás. El alivio fue tanto, que los comerciantes cerraban sus negocios más tarde, los hombres y mujeres paseaban por las calles hasta entrada la noche y la policía se tomaba uno que otro día de descanso.
Para muchos la vida sonreía, así como para Elise y Andrés. Su amor se había afianzado, y los cimientos que sostenían su relación se hacían cada día más sólidos.
Pero como en toda historia de amor, la feliz pareja no deja de tener dificultades y pruebas hasta que los antagonistas finalmente desisten de su maldad, desaparecen, mueren o son encarcelados.
No obstante, estás pruebas no hacen más que demostrar que el amor todo lo puede, y todo lo vence si permanecen juntos hasta el final.
Este es el caso de Elise y Andrés, porque aunque crean que Angus está muerto, y que ahora pueden vivir su amor en paz, están equivocados.
Por tres importantes razones.
Uno; George se opone rotundamente a la relación de su hijo con una simple vendedora de rosas.
Dos; el hecho de que la reputación de Andrés haya mejorado considerablemente es un peligro, todo Londres sabía que el nuevo vizconde es un As en los negocios, en un par de meses ha demostrado ser inteligente, estratega, y excelente negociante, sus comercios se basaron en la exportación de metales preciosos y material textil para Asia y América.
En un corto período de tiempo formó una cuantiosa fortuna por su propia cuenta, sin tocar una sola libra del dinero de la arca familiar. Todo, por supuesto, con la ayuda de Gregory, juntos, estaban armando su propia riqueza.
Lo que Andrés ignora, es que se ha vuelto el objetivo de las jovencitas y sus madres, e incluso de los lords de mejor posición social.
Tres; el villano que más daño puede causar a la pareja está vivo.
Andrés había organizado una cena en casa de la pelirroja, todos sabían el motivo de aquella velada excepto ella misma.
Invitó a Anastasia y Gregory, quienes hace bastantes meses tenían una relación —específicamente días después de su primer encuentro—en secreto, nadie conocía los detalles que rodeaba aquel misterio. Lo único que se sabía es que pronto se casarían, cuando la joven tuviera la edad de ser presentada a sociedad. Y para eso, faltaba muy poco.
Ahora mismo los muchachos recorrían las joyerías más pudientes de Londres, dónde solo los de bolsillos rebosantes podían entrar.
—Debe ser especial —dijo Andrés esbozando una sonrisa boba en el rostro —. Impactante, tal como lo es ella —añadió con sus mejillas sonrojadas.
Gregory palmeo su hombro —. ¡Vaya que te golpeó fuerte el amor!.
—Si—confirmó suspirando —. Es todo para mí, gracias a ella veo la vida de otra manera, soy muy feliz a su lado.
—Se a qué te refieres, me pasa con Anastasia, es una mujer increíble, con la que siempre soñé —declaró Gregory—. Se que su vida no ha sido fácil, por eso cuando sea mi esposa, la haré la mujer más feliz de todo el mundo.
En otro tiempo Andrés se hubiera reído a carcajadas, pero ahora, se sentía exactamente igual —. Somos dos amigo mío, somos dos.
—Mira, vamos a esa joyería, quizás tendremos más suerte.
Este asintió, cruzaron la calle y se adentraron al local.
Un señor de estatura alta, barbudo y ojos color aceituna los saludó inclinando su cabeza —. Buenas tardes, estoy para servirles, ¿Qué necesitan?.
Andrés carraspeó y habló: —. Busco una argolla de compromiso, necesito que sea lo más hermoso, no importa el valor, sólo deme lo que nadie más tenga.
El hombre sonrió, se acarició la barba pensando por unos segundos —. Ha llegado un anillo muy especial, no lo he puesto a la venta porque su valor es exorbitante, ¿Desea verlo?
—Si por favor —respondió.
El hombre se giró y se adentro por un pasillo, pasaron unos minutos cuando volvió con una caja de terciopelo color azul entre sus manos.
—Aquí está, es nuestra joya más preciosa.
Abrió la caja y dejó a la vista un delicado y maravilloso anillo.
—Está formado por 50 diamantes de la pureza más alta, adornado con un zafiro azul en el centro. Es una rareza y exclusividad. No verá a otra dama con este anillo en su dedo.
Andrés quedó sin aliento, ¡Ese era sin duda el anillo perfecto!, el zafiro azul ovalado que llevaba en el centro era del mismo tono que los ojos de Elise, de un azul donde el cielo y el mar se unen. ¡Espectacular!
—Lo llevo —afirmó emocionado.
—Pero, aún no le he dicho el valor.
Hizo un ademán con su mano restando importancia —. Lo llevaré.
—Por acá por favor.
Andrés caminó detrás del hombre para proceder a hacer el pago.
Al cabo de unos minutos salieron de la joyería sin advertir de las curiosas miradas a su alrededor —¿El vizconde saliendo de la joyería más cara de la ciudad?, sí que sería la comidilla del día siguiente—.
Subieron al carruaje con dirección a la casa de Elise.
Un par de horas después, cuando todo estaba preparado, aguardaron pacientes a la llegada de la pelirroja junto a Boris.
La pequeña Sophie tenía sus ojos abiertos y casi sin pestañear se mantenía observando la calle a través de la ventana de la sala. Quería ser ella quien avisara de su llegada.
Unos metros más atrás, Clarise, Anastasia y Alisa terminaban de poner la comida sobre la mesa. Gregory, Oliver y Jacob platicaban juntos, y Charles aconsejaba a Andrés sobre temas financieros.