Dos de los solteros más codiciados de Londres; El duque Lancaster y el Vizconde Chesterfield fueron vistos en la joyería "Trinity", reconocida por ser la primera opción a la hora de declarar amor o pedir matrimonio. ¿Las campanas de bodas sonarán pronto para uno de los dos nobles?, o quizás, para ambos ?, sea lo que sea, esperamos que el nombre de la afortunada sea dado a conocer pronto.
Periódico: "Las gacelas de Londres".
—¡Maldita sea! —espetó George lanzando el diario al otro lado de la mesa, desde donde se encontraba sentado. Apretó con fuerza la cuchara que sostenía en su mano, su hijo le estaba trayendo demasiados dolores de cabeza, era hora de cortar el problema de raíz.
Levantó su rostro y vió a Alisa entrar por la puerta, hermosa como siempre, y aunque su primer instinto fue lanzarle a ella y besarla, estaba enfurecido, ya que a su parecer, su amada esposa, le ocultaba muchas cosas —. ¿Tu lo sabías verdad ? —preguntó apenas la castaña se sentó a su lado.
—¿Disculpa?—cuestionó con el gesto torcido.
—No finjas Alisa.
—Dilo de una vez —dijo con un tono espeso.
Con un ademán de mano indicó al mayordomo que acercara el periódico
—Ten, léelo.
Alisa lo tomó entre sus manos, y sus ojos barrieron línea tras línea, al finalizar, lo dejó frente a George.
Su rostro no mostró indicio alguno de sorpresa —.. Tú sabías que esto pasaría tarde o temprano.
—¡¿QUEE?! —gritó su esposo.
—Lo que has escuchado George —suspiró y fijó sus ojos en él —. Andrés se ha comprometido con Elise. Se van a casar.
"Se van a casar", aquella frase se repitió una y otra vez en su mente —¡NO! —con su puño golpeó la mesa —. ¿Qué crees que dirán cuando sepan que está con una insignificante comerciante?
—¿Tu piensas que yo vivo del qué dirán los demás?.
—Claramente no —zanjó entornando los ojos —. De lo contrario no apoyarias a tu hijo en semejante estupidez.
Alisa resopló —. A ver… Andrés es NUESTRO hijo, y te recuerdo que es el único, por lo que su felicidad y bienestar no es una estupidez, es muy importante para mí. ¿Supongo que para ti también, no?
George apretó la mandíbula y refrenó las ganas de rodar los ojos, por supuesto que era importante para él, y por ello, quería salvar a su hijo de un matrimonio desventajoso dónde la jovencita —según su juicio—era una oportunista muerta de hambre.
—Claro que sí —refuto—. Por ello me niego a esa unión Alisa —alzó la voz alarmado—. ¿No te das cuenta que esa muchacha sólo quiere su dinero?.
Alisa abrió los ojos desmesuradamente — ¡Dios mío George!, ¿tan mentecato te has vuelto?, ¿Te has olvidado de todo lo que tuvimos que enfrentar nosotros por culpa de tu madre?, ¿Acaso ella no me miró como una aprovechada sólo por ser la hija de un Barón pobre y sin una dote cuantiosa?
Lo miró ceñuda —. Dime…
George torció el gesto —. Es verdad, pero, tú, tú eras diferente.
—¿Te has dado la oportunidad de conocer a Elise?
—No.
—¿Te has detenido siquiera a observarlos?, creeme cuando te digo que con solo mirar te das cuenta si hay amor o no.
—No lo he hecho, tu sabes que no.
—Por último, ¿Has hablado con tu hijo para entender porque ama tanto a Elise?
—¡QUE NO ALISA!, ¡QUE NO! —exclamó exasperado, tan irritado que hasta las criadas que se encontraban a una distancia prudente pegaron un saltito.
—Entonces no te sorprendas cuando te llame mentecato, porque así es como te estás comportando, como un necio.
El mayordomo y las sirvientas asintieron en silencio, después de lo oído, la señora tenía toda la razón.
—No lo arruines —espetó seria—. Quiero ver a mi hijo feliz, al lado de la mujer que ama, y que lo ama a él, porque yo lo he visto, he sido testigo de su amor. Elise lo ama con todo su corazón, y ve en Andrés más de lo que otra jovencita jamás verá en él. Así como yo lo hice contigo.
—Pero Alisa —dijo con voz tenue —. ¿No crees que sería mejor que se casara con una señorita noble?, cómo Lauren, por ejemplo, no se que sucedió la primera vez que nos visitaron, sin embargo su padre, me ha insistido en qué la jovencita desea seguir adelante con el compromiso.
—¿Compromiso?. La primera vez que vinieron fue solo para saber si tenian alguna afinidad, y no fue así, resultó desastroso. Así que si esa señorita quiere algo con Andrés es solo porque ha visto en él una oportunidad, ¿No sabes que la reputación de nuestro hijo lo ha puesto en la mira de todas las casaderas?.
Alisa lo miró fijamente a los ojos, lo que hizo que George se encogiera en su asiento —. Yo te puedo asegurar que Elise no es una oportunista, ella ama a Andrés por lo que es, y no por lo que tiene. No hagas nada que pueda arruinar la felicidad de nuestro hijo. Fue el amor de ella quien motivó en él la necesidad de cambiar y ser mejor, ¿No es eso lo que tú querías?, ¿Que dejara de avergonzarte?, ¿Que fuera digno de heredar el título?.
—Si.
—Entonces compórtate como un padre orgulloso y apoya a tu hijo.
—Diablos Alisa no juegues con mi cabeza.
—No juego con nada, es la pura verdad. Yo no me avergüenzo de que mi hijo se case con una señorita ejemplar, esforzada, responsable y por sobretodo que lo ame con todo su corazón. Espero que tú tampoco lo estés.
Alisa se levantó de la silla sin haber tocado siquiera una rodaja de pan, beso la frente de su esposo, y se dispuso a salir del comedor.
—Espera.
La castaña giro su rostro —¿Si?
—¿Desde cuándo estupideces como estas se publican en el periódico?
—Desde que existe la imperante necesidad de saber la cada detalle de la vida de las demás personas, ¡Vergonzoso!
George asintió sin añadir nada, segundos después se quedó en aquel tremendo salón acompañado únicamente por sus pensamientos y el remordimiento que hacía mella en su interior. Lo pensó con detenimiento, jamás se imaginó que el cambio que Andrés había hecho en su vida se debiera a Elise. Creyó que era producto de su nueva posición social, y que finalmente se hizo paso hacia la madurez.