En Tu Mirada

CAPÍTULO 4

 

 

Estaba teniendo graves problemas con mi existencia porque el amor que sentía por mi mejor amiga no se podía disimular tan fácilmente como supuse que sería. Bueno, para los demás, porque ella no parecía darse cuenta de que cada vez que la veía no actuaba como un amigo, actuaba como alguien que estaba estúpidamente enamorado.

¿Qué tan estúpido se tenía que ser para terminar enamorado de tu mejor amiga? Peor aún, enamorarse de esa amiga y que ella estuviera locamente enamorada de su novio.

El peor sentimiento del mundo era aquel en donde ves al amor de tu vida sonriendo y amando a alguien que no eres tú; era como querer interponerse entre ellos para gritarle a ese idiota lo mucho que me estaba quitando y a ella gritarle por no darse cuenta de lo mucho que la amaba y podía hacer por ella. 

Por estar teniendo esa clase de sentimientos es que terminé dejándome llevar por otros, y por otros me refería a Elías, quien estaba dando vueltas por la sala de su apartamento esperando la llamada de su prima.

 Según él, logró convencerla para darme un trabajo, pero no creo que la haya convencido del todo.

—Ella puede ser el diablo cuando quiere.

Él se mantuvo peleando entre susurros sin dejar de mirar la pantalla de su celular, mientras que yo estaba bien cómodo en el sofá bebiendo de mi rico café. Mi tranquilidad se debía a que no le tenía mucha fe al plan ridículo de Elías, ya que algo me decía que él no era el mejor en dar consejos o ayudar en algún plan.

Además, no creía que mi situación pudiera empeorar, así que decidí estar de acuerdo con cualquier cosa que él dijera. De igual forma, su plan era una completa ridiculez porque dudaba mucho que un trabajo que ocupara mi mente fuera suficiente para olvidar a Dani.

Algo tan fuerte como lo que yo sentía, no se lograba olvidar tan fácilmente.

—¡Vamos niño, muévete! —Casi escupí mi café cuando escuché el grito de Elías—. Nora está esperándonos.

Solo tomé mi celular para luego ir tras él, aun pensando que esto de un trabajo no sería tan buena idea como él tanto pensaba. Por otro lado, mis padres formarían un escándalo al enterarse de que trabajaría en un club nocturno y lo que menos quería era provocarle un ataque al corazón a uno de mis padres.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Nora, después de bajar la ventanilla de su auto y notar a Elías a mi lado—. Solo necesito al chico, tú puedes irte al infierno.

Las peleas o discusiones entre ese par eran algo normal desde que los conocía y creo que el principal problema entre ellos era que Elías nunca le dijo que se había casado con Beth. Aunque fuera de eso, a Elías siempre lo perseguían mujeres a las que le gustaba gritar y por alguna razón, la mayoría de ellas tendían a terminar odiándolo.

Al final de la disputa fue Elías quien terminó perdiendo, así que solo fui yo quien acabó yéndose con Nora. En cuanto iba a su lado, no podía negar que era bastante bonita, pero ella resaltaba más por otras cosas que por su belleza. 

Ahora que lo consideraba con mayor claridad, Elías no pudo conseguirme una peor jefa.

—Si no dejas de verme, patearé tu culo fuera de mi auto en medio de la nada.

Automáticamente, al escucharla llevé mi vista al frente y luego solo pude escuchar su risa.

—Eres tan tierno.

Su cambio de actitud no debía ser una sorpresa, porque al fin y al cabo estaba tratando con un familiar de Elías, así que este tipo de actitudes bipolares no deberían de extrañarme.

En el resto del camino evité verla, pero al llegar al club fue inevitable no reflejar el asombro que me causaba. Fuera de este había varios autos estacionados y se podía distinguir que había un par de clubs más, pero nada tan llamativo como lo era el local de Nora. Al entrar, la sorpresa fue aún más grande cuando noté que parecía bastante sencillo en comparación con lo llamativo que era por fuera.

Era un bar sencillo al que podrías venir a emborracharte por un mal de amor, es decir, un lugar perfecto para mí. 

Gracias, Elías, te debo una grande al conseguir el sitio perfecto para no olvidar a Dani, por lo que me quedaba de vida.

—A la puerta del fondo, niño.

Seguimos caminando y fue cuando mi sonrisa se agrandó al ver lo que estaba esperando desde un principio. Mi cabeza empezó a moverse con el ritmo de la música, observé alrededor algunas chicas bailando y el alcohol como siempre no podía faltar.

Esto era vida.

Nora caminaba frente a mí a la vez que saludaba a algunas personas y al momento de pasar por la barra fue inevitable no quedarme viendo al barman mientras preparaba algunas de las bebidas.

—¿Sabes algo? —su mano cayó sobre la barra y el chico de antes rápidamente dejó un vaso con un líquido azul para ella—. Podrías empezar por aquí.

—Siempre que estoy en la playa con mis amigos me dejan a cargo de preparar las bebidas —saboreó sus labios luego de dar un trago, mientras me escuchaba detenidamente—. No soy un experto, pero estoy interesado en aprender.

Con ojos entrecerrados me analizó por unos cortos segundos y luego sonrió.




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