De verdad fui un idiota al pensar que mi situación con France Danielle Kellman no podría empeorar, ¡porque en definitiva podía empeorar! Ahora no solo tenía que saber que estaba en la maldita friendzone, sino que también tenía que consolarla mientras lloraba por su exnovio.
Estaba al tanto que me ofrecí como voluntario para consolarla, aunque así no dejaba de ser doloroso.
Era increíble que después de varios días sin parar de llorar, ella no estuviera deshidratada, porque por excesiva que fuera, ella no había dejado de llorar ni un momento. Hubo un instante en que estuve tentado en hacerle saber lo irritante que era escuchar su llanto, ya que eran lágrimas en vano porque, por suerte, él no regresaría.
Debido al consuelo de saber que no volvería a ver a ese idiota, preferí guardar mi comentario y limitarme a secar sus lágrimas.
—¡Puedes lárgate si quieres! —me gritó, su saliva salpicó mi cara—. ¡Es obvio que no quieres estar aquí!
Ya estaba empezando a hartarme de aquella situación en la que brindaba mi ayuda y comprensión, y solo recibía quejas y desprecios como si yo hubiera sido el causante de su estado. Me hacía sentir molesto e impotente verla de aquella forma, porque de yo haber sido Nick, jamás la hubiera hecho sufrir, es más, ¿por qué dejaría tan fácilmente a la persona que amaba?
—Sí, me quiero ir —mordió sus labios, presa de la rabia—. Pero no por la razón que crees.
—¡Fuera de mi habitación! —las almohadas de su cama empezaron a volar en mi dirección—. ¡No quiero verte!
Tomé una de las almohadas que lanzó a mi cara y la lancé de regreso hacia ella, afortunadamente también golpeando su rostro.
—Tienes que empezar a superarlo, ¿de acuerdo? —Mis palabras le afectaron más que la almohada en su rostro hinchado—. Te dejaron. Ahora, ¿piensas pasar toda tu vida llorando por eso? No te imagino en una escena tan trágica.
Miró hacía otra dirección cuando de nuevo parecía querer romper a llorar.
—¡Tú solo dices eso porque nunca te has enamorado de verdad!
En ese momento no solo ella estaría llorando, sino que yo también debido a la impotencia que sentía, ¿nunca me había enamorado de verdad? Si supiera que mientras la abrazaba, imploraba en silencio que me mirara al menos un poco como lo miraba a él.
No estaba seguro de cuál de nosotros dos era el más estúpido, si ella por no percatarse de mis sentimientos o yo por seguir a su lado a punto de enloquecer de amor por ella.
—Creo que lo mejor es irme.
Se mantuvo en silencio mientras recogía mis cosas, y fue mejor de esa manera porque solo lograríamos seguir discutiendo o quizás no, ya que ella prefería seguir llorando más que hacer cualquier otra cosa.
Estaba aferrada a la etapa de negación en que lo único que quería era que él volviera, así que no aceptaría ningún consejo y mucho menos si el consejo venía con la clara intención de que tenía que superarlo. Intenté estar a su lado y apoyarla, pero lo cierto es que no era la persona más indicada para eso, no cuando yo también estaba sufriendo en el proceso. Y por supuesto, mi mejor opción como siempre era escapar tal cual como lo haría un cobarde y no estaba para nada orgulloso de eso, pero yo no le estaba haciendo bien y tampoco era sano para mí, puesto que su dolor solo estaba destruyéndome lentamente.
En definitiva, la mejor opción era el espacio entre nosotros.
Pensé que con un par de días distanciados sería suficiente, pero la realidad fue que esos días se convirtieron en semanas en las que ella no se había comunicado conmigo ni yo con ella. A veces me quedaba viendo fijamente mi celular con la esperanza de una llamada de su parte, pero no sucedió y de mi parte tampoco, pues ella fue la que me echó de su habitación, ¿qué caso tenía de llamarla si no sabía si mi compañía sería bien recibida?
De igual forma, aquello no hacía que mi preocupación desapareciera, así que siendo el débil que era cuando se trataba de ella, un día cualquiera terminé llamando a la señora Eliette y desde entonces terminé sabiendo un poco de ella a través de su madre. Aunque fue bastante decepcionante saber que su situación no mejoraba, al contrario, no hacía otra cosa más que estar encerrada en las cuatro paredes de su habitación.
Decidí dejar de pensar en ella porque el trabajo en el club había sido pesado y estaba bastante cansado para seguir pensando en Dani.
Necesitaba mi cama con urgencia.
Estaba por irme cuando Damián se acercó y se inclinó en la barra, observándome con cierta diversión que no logré comprender.
—¿Hubo buena propina esta noche? —preguntó casualmente, haciéndome sospechar—. ¿Esta noche te vas nuevamente con buena compañía?
Su mirada se dirigió hacia el final de la barra, donde Gina estaba hablando con Nora y Addison, así que entendí a qué se debía esa mirada y el tono divertido.
—¿No crees que es mejor que te ocupes de tus asuntos con Nora que de los míos con Gina?
—Solo estaba alentándote, ingrato.
—No hay nada entre nosotros que debas alentar a diferencia de Nora y tú, que cada vez que pueden… —imité su expresión de burla de hace un momento—. Ya sabes, se toman el tiempo para recordar viejos tiempos.